La cola del 28

Daniel Lander.-

Una vez más, el concepto de democracia se hace presente en nuestro país, un proceso que nos ha costado años seguir manteniendo. 

Una vez más nos toca defender lo defendible, sí lo defendible, nuestra opinión.

Al igual que hemos apoyado y defendido a nuestros equipos en los juegos de béisbol, a nuestros artistas en el Poliedro o en La Simón, o incluso a sus hijos, cuando los actos escolares suceden. 

Cantando con “La bichota” o suplicando por ese hit de los Leones en su monumental estadio, nos toca unirnos, una vez más, para defender lo que a todos nos identifica, el desierto, la nieve, el fuego y el volcán, así es: a Venezuela. 

El voto es motivo de fiesta, de celebración y; por ende, de colas, ¿no? Filas que en vez de ser en la autopista para llegar a la Terraza del CCCT, deben de ser en una avenida, alrededor de un colegio. 

Incluso este autor se atreve a invitar a los guairistas a tocar su samba, a los fans de Maluma a cantar sus canciones, pues esta cola es diferente, es la cola del 28, la cola que hemos estado practicando durante años. 

No desde hace 1 año con los conciertos o con La Serie del Caribe, si no desde 2015 cuando se hacía colas para conseguir un kilo de harina pan, o cuando las hacemos para rellenar unos, y contados, litros de gasolina. 

El aplastador sol, el calor y la posible lluvia son circunstancias a las que ya, en teoría, deberíamos de estar acostumbrados, pues nos han llovido bombas lacrimógenas y nos han aplastado tanquetas de las Fuerzas Armadas y todo esto bajo el calor que se siente cuando algunos han corrido por su vida en alguna selva de Panamá o en medio del desierto entre México y Estados Unidos.

Seguro se preguntarán el precio de las entradas de este concierto de nuestro más esperado artista, la democracia, es bastante caro la verdad, pero nada que no puedan pagar, solo vale el futuro de Venezuela, algo accesible para todos, incluso si fuiste despedido en el 2002 de PDVSA por el comandante eterno. 

Ahora bien, lamentablemente este concierto no está sold out, como las entradas de Rawayana en Caracas, pues aún faltan por vender 7 millones de entradas que nunca podrán ser compradas, ya que los asistentes están de viaje… uno que ha durado unos años. 

Por eso los que podemos ir debemos de hacerlo emocionados y luchar para que la próxima cola sea en la carretera para ir a Chichiriviche, en el hangar de Conviasa o Laser para irnos a Margarita o en la Simón, otra vez, para ver a Rawayana.

*Daniel Lander es estudiante de la Universidad Monteávila

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