Esenupapai e’dai

Asunción Cabezas.-

Tener los ojos abiertos y cerrados era prácticamente lo mismo.

Sabí­a que la obscuridad de la noche no me dejarí­a ver el camino.

 En ese momento invoque a Kapuy.

Así­ le decimos en mi tribu a la luna.

Misteriosa mujer que en la noche se esconde detrás de las estrellas para vigilarte.

Y de pronto …allí­ estaba. Como una linterna que me alumbrarí­a el camino.

Mire con nostalgia por última vez aquel espacio.

Era la despedida de un lugar que durante 12 años me vio crecer y jugar.

Y que también me hizo pensar que habí­a algo más en el mundo que estas 4 paredes de barro.

Mi espí­ritu rebelde me empujaba a otro mundo, aunque me costara la vida.

Al salir de mi choza, a unos pocos metros estaba la de mi ko’way (así­ le decimos en pemón a las abuelas).

Aquel lugar con olor a yuca recién tostada y a abrazos de madrugada, me hizo dudar por un instante.

Y cuando el silencio dijo mi nombre, me escapé.

Caminé despacio, como si fuera un gato entre la maleza.

De pronto, pisé una rama. Sentí­ que el ruido rompí­a a pedazos la noche.

 Y palidecí­.

Cerré los ojos y corrí­â€¦corrí­â€¦corrí­.

Mi destino estaba muy cerca.

Y cuando me sentí­ seguro, abrí­ los ojos.

Amay, amay.. No me abandones.(grité)

Empecé a bajar, faltaba poco.

De pronto, el rostro de un hombre extraño apareció de la nada.

Los ojos eran dos metras inmensas y negras.

Su rostro pálido, ni un solo cabello en la cabeza y con actitud de juez.

Grité ¡Esenupapai e’dai¡

El hombre preguntó ¿Qué quieres decir?

-Quiero estudiar…

En ese momento, el cielo se iluminó.

Esta historia es producto de la ficción

¿Sabes cuál es la realidad del niño pemón?

Los pemones son indí­genas suramericanos que habitan en la zona sureste del estado Bolí­var en Venezuela.

Algunos niños pasan tiempo en el internado misionero o en las escuelas diurnas, durante los años de escuela primaria y algunas veces en el bachillerato.

Hoy en dí­a confrontan discriminación y violación de sus derechos fundamentales, incluyendo la pérdida de sus tierras ancestrales ante invasores interesados en las riquezas que ellas contienen, entre las que se cuentan oro, diamantes y potencial hidroeléctrico.

Fuente- Etnias del mundo.com

*Asunción Cabezas es profesora de la Universidad Monteávila

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