Te presentamos el segundo de cinco capítulos realizados por nuestra graduanda Ainara Guevara como su Proyecto Final de Carrera.
En la actualidad, el anime se trata de una cultura planetaria y como tal, expone el sociólogo y conocedor del anime Jeudiel Martínez, implica una inserción en varias camadas y fases, dentro de las cuales hay distintas formas de acceder al producto.
La animación japonesa llegó a Latinoamérica a finales de los años setenta, aunque su primer gran boom ocurriría dos décadas más tarde.
Edwin Rosario, miembro de la Red Iberoamericana de Investigadores en Anime y Manga, describe que a partir de los setenta y ochenta la animación japonesa comenzó su expansión por el mundo y que, por esta misma época, Japón también se volvió una potencia mundial.
“No es una coincidencia que el anime se haya expandido por el mundo en este mismo período”, indicó.
Rosario detalló que en América, la animación japonesa arribó primero a Estados Unidos y posteriormente a México por su cercanía, donde se realizó el doblaje de las series y se distribuían al resto de países de Latinoamérica.
Durante este período, relató Rosario, el anime se va ramificando y adapta distintos géneros, además que continúa con la animación limitada creada por Ozamu Tezuka con Astroboy, la primera serie anime de la historia adaptada del manga (cómic japonés) homónimo de 1958 en 1963.
Desde finales de los ochenta y hasta finales de los noventa, agregó Rosario, ocurren una serie de estrenos que colaboraron con el boom mundial del anime durante la década de los noventa.
El primero es el surgimiento de Akira de Katsuhiro Otomo, una película que marca un antes y un después en el mundo del ‘manganime’ para muchos según el investigador.
Algunas series emblemáticas que expandieron el anime en esta época fueron Los Caballeros del Zodíaco, Súper Campeones, Sailor Moon, Dragon Ball y Neon Genesis Evangelion.
Esta última sería, para Rosario, “el punto cumbre”, y llegó a Latinoamérica a través del canal por cable Locomotion.
“Como en Japón no les interesaba el público extranjero, pues las series se vendían a coste bastante barato. Era un producto bastante económico, muy a diferencia del día de hoy. Por eso ya no se ven las series en televisión abierta”, contó Rosario sobre la difusión del anime en la región latinoamericana.
Get In The Robot explica más sobre este proceso y las diferencias de transmisión en Latinoamérica y los Estados Unidos en este video
La programación venezolana
Para Jeudiel Martínez, la primera fase de difusión del anime en el mundo corresponde al de las series sindicadas. “Era una cultura que se recibía por estar sometido a los caprichos de la televisión”, señaló el sociólogo y escritor.
«Veíamos lo que nos mostraban, lo que nos ofrecían. Después cuando vino el cable y el satélite teníamos más libertad, podíamos ver lo que quisiéramos, pero siempre bajo los estándares de lo que la productora permitía ver» dijo Walter Riolo, cofundador de la antigua Asociación Civil New Kai de Mérida, quien experimentó esta primera fase.
Riolo argumentó que la programación de anime de ciertos canales nacionales podía describirse en un modus operandi específico: Televen transmitía principalmente series del género fantasía y shonen, mientras que Venezolana de Televisión series de corte futurista, situadas en el espacio o centradas en Mechas (robots gigantes).
Radio Caracas Televisión, indicó Riolo, traía series animadas de corte clásico, por lo que algunas eran colaboraciones francocanadienses con Japón, no solo japonesas en su totalidad.
Edwin Rosario, también Especialista en Métodos de Investigación Social, explicó que al igual que en otros países de Latinoamérica, en la televisión nacional abierta el anime se filtró en el bloque televisivo de comiquitas, donde también había series de Estados Unidos.
«No es hasta muy finales de los noventa que se supo que era japonés«, aseveró.
La ola que no llegó a buen puerto
En 2009 Prélude Animation (Francia) y Studio Hibari (Japón) preparaban El Sistema.
La serie se centraría en cinco jóvenes del Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela mientras perseguían su sueño de alcanzar la fama internacional.
«Es lo más parecido a un anime que tratara sobre venezolanos», expresó Walter Riolo, autor de la publicación Imagen de Venezuela en el manga y el animé.
El proyecto nunca llegó a ver la luz por algún motivo que fuera del todo claro, pese a que existió una pequeña propuesta animada.
Oleadas en simultáneo
Rosario mencionó que a partir de finales de los noventa, Japón comprendió lo beneficioso que económicamente podía ser el anime para los estudios de animación.
Por ello, prosiguió, el gobierno estableció la estrategia Cool Japan para promover la cultura japonesa en el mundo, y uno de sus productos es la animación nipona.
A raíz de ella, dijo Rosario, se cambió el formato de adaptación de las series, lanzándolas por temporadas.
La irrupción de la televisión por cable en esta época trajo consigo al canal Locomotion, que combinaba animaciones de distintos países.
Rosario lo calificó de disruptivo para ese entonces por transmitir series dirigidas tanto a adultos como niños.
Entrados los años dos mil, inició lo que el sociólogo y guionista de cómic Jeudiel Martínez calificó como fase intermedia.
En ella existió una cultura del quemar y alquilar discos DvD y Blu-ray en el centro de la capital que, siguiendo a Martínez, contribuyó a la masificación del anime.
“No creo que haya un venezolano de esa generación que no haya visto un anime a través de una copia pirata. No es correcto dentro de los estándares, pero así se concreciona el fanatismo hacia el anime aquí”, apuntó Walter Riolo, especialista en dirección y antiguo otaku.
Esta fase, sin embargo, dejó de tener sentido según Martínez gracias a los archivos descargables de internet y la evolución hacia una forma mucho más accesible para el visionado a través de internet y el streaming.
Los mismos, indicó Martínez, han otorgado al anime una condición de cultura sincrónica.
Como toda ola antes de tocar superficie, el anime se desplazó por grupos. En su desarrollo histórico pueden reconocerse fases en cuanto al proceso de llegada y recepción en Venezuela.
Las corrientes de resaca de la oleada animada se han evidenciado más con la globalización, donde los medios de comunicación siguen jugando un rol importante en el ímpetu de su difusión y recepción.
*Ainara Guevara es estudiante de la Universidad Monteávila