Desde Radio UMA, el rector de la Universidad Monteávila recalca la ordenada transición que ha marcado su paso en las primeras semanas desde el nuevo cargo.
Redacción.-
Guillermo Fariñas ya es un rostro habitual entre los pasillos de la Universidad Monteávila, con poco más de un mes de su juramentación formal como nuevo rector, reconoce que la continuidad y su siempre presencia en la institución -que ayudó a fundar- le han permitido que el nuevo reto profesional sea más ligero, aunque no menos exigente.
Explica que la transición en los cargos directivos fue pensada, planificada y ejecutada con la intención de continuar la excelencia académica y de cercanía que siempre ha caracterizado a la institución creada en 1999.
Como gerente, preparado en espacios como la Universidad Metropolitana, el Iesa y con experiencia en el extranjero, está consciente de los retos que le depara el nuevo camino, entre los que señala la desesperanza de los jóvenes, la diáspora venezolana y la crisis económica.
Entre sus planes continúa la expansión y consolidación de un proyecto académico que ya supera los 20 años, por lo cual están dispuestos a abrir nuevas áreas, más tecnológicas, como el diplomado de transición energética y el de ciberseguridad, “encabezados por profesionales de destacada trayectoria en su campo”.
-. ¿Cómo han sido estas primeras semanas tras oficializarse su cargo?
En la universidad se hacen las cosas muy ordenadas, los cambios rectorales no se improvisan. Desde marzo de 2021 se me invitó a ser el nuevo rector de la universidad y se fue ejecutando la transición.
A nivel personal siempre son retos importantes para la vida, tengo la universidad muy cerca, soy miembro del equipo fundador, comencé a trabajar en el proyecto en el año 94, y comencé en la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas.
Ha habido una transición natural, se habla de la importancia de los primeros 100 días del gobierno y lo tenemos en cuenta, hay una continuidad, los que estamos aquí ya estábamos aquí.
-. ¿Cuán retador es ser rector en una universidad privada en estos momentos en Venezuela?
El reto es colectivo, la universidad es afortunada de contar con un buen equipo rectoral, eso nos debe dar confianza.
Todo trabajo es retador, pero indiscutiblemente la Venezuela de hoy trae unas dificultades muy importantes.
Según un estudio de opinión reciente la pirámide poblacional de Venezuela está anormalmente deformada. El grupo etario que vendría a la universidad, entre 18 y 25 años, significa solo el 7% de la base ancha de la pirámide. No pienso que se hayan muerto sino que se fueron, esos son potenciales estudiantes.
También hemos perdido talento humano de profesores y eso lastra el desarrollo operacional de la universidad que debe estar continuamente reemplazando directivos.
En lo económico hoy día uno de cada tres estudiantes recibe apoyo económico en la UMA, lo hacemos con mucho gusto, pero significa un esfuerzo financiero mayúsculo. Estamos buscando continuamente apoyo para ese fondo de becas, hacerle ver a terceros que graduar a un alumno es importantísimo para la sociedad y el país y también estamos abocados a la remuneración de nuestra gente.
-. La universidad como institución se enfrenta en estos momentos a una realidad muy exigente, impactada por una pandemia, ¿cuál puede ser el aporte de la universidad en este sentido?
La universidad al estar centrada en las personas, tiene interés en cada uno de los que están en ella, empezando por los alumnos, por lo cual esa atención a ellos es también a ellos y a sus circunstancias.
Tenemos que estar muy atentos en el aula a manifestaciones que quizás no las consideremos en otras circunstancias, quizás dificultad de entablar relaciones sociales.
Nuestros jóvenes pueden estar teniendo un déficit de esperanza después de las dificultades de la pandemia, con todo lo que conllevó de crisis económica y la situación política que vivimos en el país, además de la diáspora, estos entornos pueden incidir en la falta de esperanza.
La universidad tiene que ser fuente de esperanza, cada profesor tiene que ser fuente de esperanza, tiene que tratar de inspirar en los jóvenes convicciones firmes de que sí vale la pena seguir en el país, sí vale la pena echar para adelante en su formación profesional.
-. Al hablar de los cambios habituales en los procesos, ¿qué elementos se deben considerar para comunicar y transmitir conocimientos a las nuevas generaciones?
Cada generación es fuente de lo nuevo, una novedad, y debe ser causa de que la universidad también cambie en el sentido de lograr comunicarse con esos códigos que cada generación tiene.
¿Qué he notado en estas generaciones de estudiantes? Que en todas hay un deseo de aprender, como decía el vejo Aristóteles: todos los hombres por naturaleza quieren aprender.
En la Universidad Monteávila hacemos vida varias generaciones, eso es muy sano, porque en esta comunidad hay distintas perspectivas que enriquecen las decisiones que se pueden tomar, el enfoque que se le da a los problemas, y eso es fuente de lo nuevo.
La universidad está centrada en las personas, ayudamos a que los muchachos piensen en sí mismos y en su proyecto de vida, que ese proyecto de vida sea al servicio de la sociedad y en la universidad le ayudamos a eso, y eso conecta con todas las generaciones, pero especialmente con la Z.