Fernando Vizcaya Carrillo.-

En el anterior artículo, asomamos algunos aspectos interesantes que nos pueden ayudar a proponer una metodología serena. Uno de los pasos importantes es saber diferenciar unas ideas simples, de conceptos firmes para el actuar.
En sociedades desiguales, como las de Latinoamérica, los hijos de familias con recursos suficientes para una buena enseñanza, y con cierta solidez conyugal, gozan de una diferencia muy grande con las familias de menos recursos sociales y económicos. Allí, un Estado sensato y prudente, debe poner el énfasis en mejorar esa educación de los menos afortunados.
Por estas razones, es tan importante ofrecer a todos los jóvenes un sistema educativo de buen nivel, que asegure puntos de partida, que permita luego legítimas diferencias de niveles científicos, de investigación en ciencias sociales y que pueda aportar ingresos proporcionales al esfuerzo y a los distintos servicios al bien común. Esto no es una especie de utopía, sino algo que se puede lograr, y hay ejemplos en todo el mundo, no solo Europa y los países sajones, sino en África, donde han logrado buenos niveles y, en algún caso, muy buen nivel.
La crisis en nuestro país es una crisis educativa, y es de tal magnitud que hemos retrocedido a unos niveles lamentables y en algunos casos increíbles. Jóvenes que no saben escribir y analfabetos, no solo funcionales como lo decía Uslar Pietri, sino problemas reales y que están y se hacen evidentes en los últimos anos de Educación Básica. Las universidades públicas prácticamente no existen, y esto último es posiblemente lo más grave que nos está ocurriendo y nuestra sociedad no tiene conciencia de este problema.
Esto tiene dos grandes vertientes en este momento, la salida del país por emigración forzada, de un porcentaje muy alto de maestros y maestras de escuela elemental y de bachillerato básico. La otra causa es el deterioro de la conducta personal, producto de hábitos negativos generados por muchos meses de encerramiento por la cuarentena que impuso una pandemia.
Esa igualdad de oportunidades, de la cual hablamos y que depende del dominio de la formalidad educativa, no significa que haya que suprimir la educación privada en una supuesta mejoría de la educación pública. Creo que es vital para el país que ambas existan y que compitan, porque en contra de la tendencia marxista, la competencia es la base de la superación y el desarrollo en varios aspectos de la vida social.
Recuerdo a Milton Friedman, un economista que tuvo mucho éxito en décadas pasadas e impulso muchas ideas. Él trabajó y propuso el “cupo escolar”, que concede a los padres participación activa en el mejoramiento del sistema educativo. Eso unido a un “cheque escolar”, da posibilidad real a las familias a escoger buenos centros de enseñanza, y así conseguir una sana competencia de esos centros de enseñanza y también autonomía a las familias que tienen claro las ideas educativas para sus hijos.
El ”cupo escolar” y un buen sistema de becas resultan indispensable para buscar una manera de ir solucionando los problemas de una manera más sensata.
Además de esto, la descentralización es una forma muy eficaz de un sistema democrático, se ejercen mucho más las participaciones ciudadanas y una de ellas es la educativa, posiblemente la mas importante de todas, porque asegura esa forma de vivir, que se fundamentó en el respeto del otro.
En los siguientes artículos iremos ofreciendo otras propuestas que tengan como norte un buen aprovechamiento de los recursos de un Estado, para la educación.
*Fernando Vizcaya es profesor de la Universidad Monteávila