¿Es posible la Educación en nuestro paí­s? (I)

Fernando Vizcaya Carrillo.-

En estos meses pasados me dediqué a la lectura y relectura de muchos clásicos universales y venezolanos, para evitar confusiones mentales sobre el océano de desinformación que estamos sufriendo, buscando argumentos y razones que dar a mis alumnos, y sobre todo, para mi propio consumo. Conseguí­ algunas ví­as, que quisiera compartir, de manera que podamos tener algunas trazas de esperanza.

Encontré unos textos fichados hace tiempo de Frederick Hayeck. Teorí­a de Mercado, libre oferta y demanda en un estado de control positivo. Se mueve entre el liberalismo y los estados conservadores, que suelen convertirse en totalitarios. En estos temas, se mueve la ignorancia con una cierta frecuencia. Se estigmatiza la palabra liberal, como algo malo cercano a la opresión de una clase social, oligarca en sí­ y que no respeta los derechos del pueblo.

El liberalismo suele ser una doctrina que no satisface todos los deseos polí­ticos y económicos. Eso lo pretenden doctrinas totalitarias como el marxismo. El liberalismo puede aceptar en su seno crí­ticas y divergencias a partir de un pequeño cuerpo de ideales o propuestas. La libertad es uno de esto conceptos que suele ser centro de discrepancias y opiniones encontradas. Siguiendo algunos postulados en Karl Popper en realidad es un valor supremo y debe manifestarse en todos los dominios de la sociedad, que tiene a la democracia.

En muchos casos fracciones de los partidos polí­ticos, creí­an y los hechos han demostrado ese equivoco, que se podí­a tener libertad polí­tica, pero no económica -el libre mercado, por ejemplo-, que es precisamente lo que trae desarrollo material.

Por otra parte, se ha desarrollado una especie de “mito” de sectarios que han desarrollado algunos economistas, que lo suponen una especie de ideas que “resuelven todos los problemas”. Ese dogmatismo ha hecho mucho daño también. Por ejemplo, han desarrollado una especie de seguridad, a base de decreto, sobre subsidios, privilegios en cuestiones bancarias, y de impuestos, que terminan por destrozar inversiones y también iniciativas privadas.

Es decir, se requiere un equilibrio, que puede cambiar elementos que, polí­tica o económicamente destruyan cosas, sin car en el anarquismo. La base de estos presupuestos está en saber argumentar con acierto, sin falacias. Esto requiere un hábito que es “saber escuchar”, así­ se descubren las falacias y también se acierta a entender los buenos argumentos. Es educar el remedio de los remedios, de manera secuencial y constante.

Es decir, nos equivocamos por simple ignorancia. Si solo tenemos información de opiniones y “frases hechas” del ambiente de redes, entonces nos equivocaremos con mucha frecuencia. La necesidad imperiosa de la enseñanza adecuada está a la vista. Los sistemas polí­ticos son producto de una metodologí­a de enseñanza. Al no existir o disminuirse sensiblemente, lo que surge es la barbarie.

Por ejemplo, la “cacareada” igualdad ante la ley y la igualdad de desarrollar proyectos y emprendimiento no significa igualdad en ingresos y en la renta cada cierto tiempo. Esto solo se puede lograr artificialmente, mediante un gobierno autoritario, que tienda a “igualar a todos” mediante un sistema de subsidios, regalos de comida. Es el gobierno que iguale a todos económicamente, haciendo “tabla rasa” para todos desechando el empuje del liderazgo natural, quitando el espí­ritu de trabajo.

Creo que la justicia consiste en motivar los hábitos que generen trabajo, puntualidad, respeto por las cosas de los demás, y que van diferenciando sus ingresos, que vienen de su trabajo honesto y productivo. Es negligente y dañino ignorar que hay individuos con más capacidad que otros, en diferentes áreas del conocimiento y del hacer.

* Fernando Vizcaya Carrillo es profesor de la Universidad Monteávila

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