La necesaria relación entre Educación y Democracia.  (y  V)

Fernando Vizcaya Carrillo.-

educación

En los anteriores artí­culos, establecí­a las diferencias de fondo entre los intentos de secularización (entiéndase la conducción del Estado), del proceso educativo y las luchas, por darle el derecho a las familias (donde radican los verdaderos valores y principios de acción de la persona). Esta como institución natural, es la base desde la cual podemos construir, con solidez, los diferentes aspectos de una persona, en su concepto más profundo.

Ese proceso de laicización, que parte conceptualmente en Rousseau en su Emilio, da poca o ninguna importancia a las instituciones religiosas en ese proceso formador. En ese mismo escrito aparece el Estado como principal agente educativo, pero será al final de la revolución francesa que estas ideas asuman esa función realmente.

Vemos desde la investigación de las ciencias sociales que se debe producir un consenso entre los cientí­ficos sociales, con un “fondo de verdades comunes a todos los habitantes” que pueda detener la anarquí­a.

Es la manera en que la educación, en sus diferentes manifestaciones va renovando constantemente las condiciones de su propia existencia. Esa comunidad no puede subsistir si no existe entre sus componentes una suficiente homogeneidad.

Solo la educación asegura la persistencia de esa diversidad necesaria, que es la condición humana, la pluralidad, fundamentada en hábitos de conducta que respeten “al otro” como ente semejante e igual en su acceso a leyes y oportunidades para sus diferentes proyectos.

Los diferentes fracasos y sucesos lamentables que hemos sufrido en nuestro paí­s, en varias décadas anteriores, reflejan una falta de formación en dirigentes de cualquiera de las tendencias polí­ticas, e incluso más aun, y creo que es lo más importante. La formación del funcionario público, lo que resuelve u obstaculiza muchos procesos de la nación.

Para los diferentes autores sobre educación, ese proceso de enseñanza formal, tiene dos grandes vertientes, la primera es la consideración de la persona humana en su dimensión de dignidad, como ser racional y espiritual, y la adaptación progresiva a la sociedad, que el constituye y que contribuye a enriquecer.

Todas estas consideraciones se fundamentan en el plano del cultivo de hábitos, más que en la transmisión de información, que no es suficiente para la conformación y desarrollo del ser humano.

*Fernando Vizcaya es profesor de la Universidad Monteávila

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