Vicente Corostola.-
1968
La conquista del espacio calentaba los algodones de la Guerra Fría. Los Estados Unidos de Norteamérica y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas se peleaban como niños por intentar ser el primero en alcanzar el espacio sideral. Por llegar al infinito y más allá. El Sputnik soviético, la perrita Laika, Yuri Gagarin, Valentina Tershkovay Alexey Leonov comenzaron a ver la tierra desde el espacio. La delantera la tenían tomada.
Martin Luther King había caído fulminado en el pasillo del Lorraine Motel en Memphis. La lucha por los derechos civiles estaba cada vas más complicada. La guerra de dos mundos y sus bichos invasores hacían temblar a media humanidad. Stanley Kubrick y Arthur Clarke estaban sin saberlo a punto de aportar la existencia de la evolución humana en 2001: A Space Odyssey. La historia del último viaje y su carácter filosófico. De la belleza del cosmos. Del silencio del universo. De lo efímero. De la vida.
“Control de tierra al Major Tom (diez, nueve, ocho, siete, seis)
Comenzando la cuenta regresiva, los motores en (cinco, cuatro, tres)
Verifique el encendido y que el amor de Dios esté con usted (dos, uno, despegue)”
1969
Un joven David Bowie llega a las puertas del Casino-Cinerama de Londres. La función está por comenzar. No será la única vez. Se paseó tantas veces por las butacas del teatro que llegó a aprenderse el guion de la obra. La danza de planetas. La soledad. Y los astronautas vestidos en trajes de estrellas se convirtieron en sus temas siderales. El culto al cosmos estaba iniciado.
Escrita quizás en el computador algorítmico programado HAL 9000 que Kubrick tanto cuidó, Space Oddity sería una de estas canciones espaciales. La historia del Major Tom. Un solitario astronauta enviado al espacio exterior con un futuro incierto. Volver o seguir por el camino de las estrellas.
Muy por encima del mundo / La Tierra está triste / Y no hay nada que pueda hacer. /Aunque estoy a más de cien mil millas / Me siento muy tranquilo / Y creo que mi nave conoce el camino. / Dile a mi esposa que la quiero mucho / Ella sabe.
Al otro lado del océano la NASA se prepara para el lanzamiento a la luna del Apollo 11. El pequeño paso de la humanidad estaba por darse. En el último sprints de la carrera se adelantan los Estados Unidos de Norteamérica y Neil Armstrong está por hacer historia. La BBC de Londres musicaliza el acontecimiento con la canción de Bowie. Es la primera vez que suena. Se acoplan las historias. El Major Tom vive en el cuerpo de Armstrong y viceversa. Uno vuelve a la Tierra, el otro, sigue su viaje a la estrellas.
“Las estrellas parecen tan distintas hoy”
*Vicente Corostola es profesor de la Universidad Monteí vila