Billy Six ya debe estar en su casa, Alemania, con los suyos. Todavía no debe entender qué pasó. En su cabeza se debe repetir la foto a Nicolás Maduro en un acto oficial. En Venezuela queda Rafael González, quien hoy será presentado ante el Tribunal 50 de Control, después que el sábado otro juzgado declinara conocer su causa. Mientras el trabajador de la cadena CNN espera su suerte, desde El Helicoide, Tomasz Surdel, corresponsal de la Gazeta Wyborcza, sana sus heridas.
En este interín, Melanio Escobar y Luis Carlos Díaz, entre otros, fueron los protagonistas “invitados” a espacios de opinión del canal del Estado. El último presentado e imputado en tribunales luego de divulgarse un video donde se le atribuían responsabilidades sobre el apagón nacional que vivió el país hace más de una semana.
Al mismo tiempo, varios periodistas han sido agredidos, amenazados, robados, asediados mientras cubren las visitas de la misión de las Naciones Unidas en diferentes puntos del país. Los atacantes se turnan; en ocasiones, son civiles armados; en otras, funcionarios uniformados; a veces, los dos.
Lo relatado, todo ocurrido en poco más de una semana. 10 días de vital importancia para el país, que estuvo sometido al apagón más prolongado de su historia. Apagón que sometió a más de 30 millones de personas a estar sin los servicios más básicos: luz, agua, comida, comunicaciones por prolongadas horas. En algunos puntos esta situación sigue intermitente, en otros, como Terrazas del ívila, todavía es un anhelo.
Aún repican en el ambiente los deseos de paz emitidos desde Miraflores, al mismo tiempo de los llamados a los colectivos a mantenerse vigilantes. Evidentemente, en las crisis de este país la única manera de lograr la ansiada paz es controlando la realidad, la verdad, esa que debe llegar a la ciudadanía de manos de los profesionales de la prensa, sin mayores obstáculos que los que marcan la ética y la responsabilidad, según establece la legislación nacional.
Sin embargo, la cotidiana labor de transmitir los hechos para que la audiencia, los afectados, tengan la capacidad de crear su propia opinión y, en consecuencias, actuar es cada vez más torpedeada, a pesar que el artículo 58 de la Carta Magna reza: “Toda persona tiene derecho a la información oportuna, veraz e imparcial, sin censura, de acuerdo con los principios de esta Constitución”.
Un anhelo en este país donde los responsables de la prensa han tenido que mimetizarse de diferentes formas y maneras para cumplir con su labor, para no silenciar sus denuncias, para no ser “aparentemente” incómodos, para continuar en las calles, diciendo las verdades que otros desean callar por la ansiada paz.
Hoy, al retomar las actividades diarias, aún sin entender en profundidad la crisis que experimenta el país, está más claro que nunca las palabras del director del Colegio Nacional de Periodistas, Tinedo Guía, cuando señala en la entrevista realizada desde los espacios de Pluma, que desde el gobierno lo que hay es una “estrategia comunicacional moderna” para silenciar las verdades incómodas.
En este mismo sentido, es imposible obviar al director de la escuela de Comunicación Social de la Universidad Monteávila, Felipe González Roa, quien también forma parte de este reinicio de actividades, y no duda en señalar que el objetivo de la manipulación de la información, por parte del gobierno, es la construcción de una sociedad ciega que no tiene posibilidades de elegir su camino, de llegar a su destino, y que sea presa de la conducción de quien está en el poder.
No obstante, es lapidario Guía al recordar que la censura nunca ha evitado que los gobiernos caigan, incluso afirma que en la época del férreo control de Pérez Jiménez “las personas sabían lo que sucedía en la dictadura”.
Al momento de escribir esta nota solo retumba la frase de una líder comunal: “¡Hasta cuándo granos!”.
*Fotografía: Cortesía