Estudiante de la 1era promoción, hoy profesor: Primeros años de la UMA con Rubén Rodrí­guez

Rodríguez

Ibrahí­m Gil.-

Fotografí­as: Cortesí­a.-

Rubén Rodrí­guez

El profesor Rubén Rodrí­guez Gil es egresado de la primera promoción de pregrado de Comunicación Social de la Universidad Monteávila, que inició su curso en el año 1999, y en la cual se graduaron 61 estudiantes. Posteriormente, realizó un postgrado. Comenzarí­a a dar clases en la Universidad Monteávila en el 2006, en la facultad de Comunicación Social. En 12 años ha sido padrino de dos promociones.

Al preguntársele por los profesores que más recordaba, el primer nombre que mencionó fue el de Antonio Ricoy, quien fue el padrino de su promoción. Seguidamente, nombró al profesor Gabriel Gutiérrez, que según recuerda Rodrí­guez, fue el primer profesor que le dio clases a su promoción, y a Marí­a Eugenia Peña, a quien eligió para firmar su tí­tulo al graduarse.

Siendo uno de los primeros egresados, sus inicios como estudiante de la Universidad Monteávila son un poco diferentes a los de los estudiantes actuales, ya que estaba entrando a una institución que para los momentos apenas comenzaba a existir:

“Fui a inscribirme en la Católica. En ese momento Max Rí¶mer era el decano de la facultad de la UCAB. Entonces él preguntó ‘¿Has considerado todas las opciones?’ Yo creí­a que sí­. Pero entonces me preguntó ‘¿Has considerado la universidad Monteávila?’. Era una universidad que, según él no existí­a, pero me recomendó hablar con un profesor, Antonio Ricoy.

Cuando el profesor Ricoy le contó sobre el proyecto, Rubén Rodrí­guez sintió interés en la propuesta. «En la primera promoción todo se iba construyendo. Y de una u otra manera, algo similar les pasa a todas las promociones».

Antonio Ricoy me hizo la entrevista. Pero, nosotros no presentamos el examen aquí­ en la UMA. La universidad no existí­a cuando nosotros presentamos el examen. Lo presentamos en el Colegio Los Arcos”, recuerda Rodrí­guez.

Según dice su generación vio nacer el cafetí­n de la universidad. “Ese cuartito que hoy es área de reproducción es donde solí­a estar el primer cafetí­n”. En esos tiempos no tení­an un anexo, ni el cafetí­n que hoy se conoce como Oasis, recuerda Rodrí­guez. “Radio UMA era un salón de clases, con un estudio de Radio que dirigí­a Naudy Garcí­a, y todaví­a es él quien está encargado”.

Una anécdota muy especial ocurrió en quinto año, cuando la generación del profesor Rodrí­guez estaba por graduarse: “El profesor Gabriel Gutiérrez se sentó con los 26 estudiantes de Comunicación, en una mesa del comedor de la entrada, para contarnos cómo iba a ser todo el protocolo del acto de graduación. Nos iba a contar qué cosas iban a pasar, cómo í­bamos a recibir el tí­tulo, también nos iba a contar cómo iba a ser lo que ahora es conocido como la “Ronada”.

El dí­a del último examen se hizo la Ronada y se les trajo a los estudiantes una banda marcial. “Es significativo cuando es para uno, sin duda, pero lo es además porque jamás se habí­a hecho en la institución un último examen, nunca se habí­a hecho una Ronada, y sentir que habí­amos pasado cinco años aquí­ y, de repente, sentarnos ahí­ con el profesor que nos dio la primera clase, a contarnos como se iba terminar todo, fue muy, muy importante. Ese dí­a fundamos la Asociación de Egresados. El presidente de la asociación siempre va a ser el rector, pero se elige un vicepresidente y el primer vicepresidente de la Asociación de Egresados fui yo”.

La primera cátedra que impartió Rodrí­guez como profesor de la Universidad Monteávila fue Comunicación Estratégica. “Arranco directamente con mi clase y una de las alumnas me detiene y me pregunta ‘Pero ya va, ¿quién es usted? Dí­ganos su nombre…’, etc. Yo estaba tan nervioso ese dí­a, que ni me presenté, ni dije que habí­a estudiado, ni nada. Solo llegué y arranqué con la clase. Eso me marcó, uno debe presentarse siempre que comienza a dar clases”.

“La otra fue muy particular, el año pasado. Cuando me nombraron padrino de la promoción me dieron una carta y me pidieron que la leyera. Fue una carta que contení­a el aprendizaje de todo el año, un conjunto de objetivos escritos de una manera muy particular y se hací­a la petición de que yo fuera el padrino de la promoción. Eso me causó mucho impacto. Es un recuerdo muy especial”, señaló.

Para el profesor Rodrí­guez una de las cosas más especiales es que «uno llega a la Universidad Monteávila y se la lleva en los hombros por el resto de su vida. Siempre la vas a tener contigo». Parafraseó una frase de Enrique Pérez Olivares: «Querer bien al amigo, es querer el bien del amigo». «La particularidad de esta universidad radica en que se ha preocupado por imprimirle trascendencia al pensamiento universitario, los estudiantes que salen de aquí­ se preocupan más por la persona, su trascendencia.»

*Ibrahí­m Gil es estudiante de la Universidad Monteávila

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