Mercados populares se levantan como una opción ante la hiperinflación

Mercados populares hiperinflación

Luis Linares.-

Fotografí­as: Marí­a Gabriela Angarita.-

Los mercados a cielo abierto se han popularizado en toda la ciudad.

“Ya la plata no alcanza” es el tema habitual de las  personas, ir a comprar comida se ha vuelto una de las peores diligencias, con el poco efectivo  que se encuentra, largas colas, altos precios y congestionamiento ha  hecho del tema un martirio.

Mercados bautizados como “Los Gochitos” se han hecho populares en distintos puntos de Caracas y son vistos como una opción para paliar los altos precios de frutas, verduras y hortalizas. Son abastos con ruedas que ajustan sus precios hasta semanalmente.

Los dueños de estos comercios informales son expertos en dar los precios con la simple vista. ”Yo veo la báscula y calculo más o menos en cuanto sale”, dice el dueño de unos de estos mercados, sintiéndose orgulloso de su capacidad.

Todos los precios son exactos, varí­an entre 300 y 800 mil, de lo más barato  a lo más caro. En la zona del este de Caracas un millón de bolí­vares solo alcanza para comprar pocos productos que salvan muy pocas comidas.

Los clientes llegan a los mercados con una absoluta claridad de lo que van a comprar y con el dinero que más o menos destinarán para esa compra, a sabiendas que los precios varí­an de una semana a otra. Los carteles con las tarifas es lo primero que revisan, generalmente. Las exclamaciones de sorpresa no son pocas.

Esta semana la papa varí­a de 500 a 600, las guayabas entre 180 y 200, el ají­ dulce entre 150 y 200, el cambur topocho “que se puede comer sancochado y frito y es muy bueno y nutritivo” entre 60 y 70, el plátano 150, el durazno 300 y 400, berenjena 100, parchitas 360.

El caraqueño acude a los mercados populares en un intento de evadir la hiperinflación

Una constante de estos sitios es que los tres ceros de la moneda ya no existen, fueron eliminados desde hace rato, mucho antes que llegara la nueva reconversión monetaria. Y los precios pueden variar entre un mercado y otro entre 50 y 100 mil por producto, no más, de un punto a otro de la ciudad.

“Yo lo conozco desde hace meses, tiene buenos precios y con un millón me alcanza para dos kilos de cambur, 3 cebollas, 4 tomates, 2 ocumo, apio y batata. Es lo más que  puedo comprar y con eso se hace una buena sopa para tres o cuatros dí­as máximo”, dice un cliente asiduo a un mercado popular en el este caraqueño.

Otra de las tácticas usadas por la clientela es comprar varias veces en la semana, hasta cuatro veces, de a poquito, tratando de evadir el alza de los precios. Otros viven comparando precios con los que marcan los supermercados, algunos productos se pueden comprar incluso más baratos en las cadenas regulares de alimentación.

“Yo compro más en ciertas cadenas de supermercados que en estos mercaditos, a veces venden más caro al aire libre que en los locales”, dice una residente de San Martí­n.

U de los mercados más visitados de Caracas es el mercadito de Chacao. En este sitio cientos de comerciantes tienen ya su puesto fijo, donde se puede conseguir gran variedad de productos.

“Yo prefiero venir para acá, no me importa echarme el viaje,  pero los precios son mejores y consigo más cosas, porque hay más comercios”, dice una mujer mientras revisa las verduras.

Tarjetas de débito y de crédito cubren los gastos diarios.

Al momento que el presidente Nicolás Maduro anuncia el nuevo ajuste salarial el mercado permanece abierto. El cambio de precios no es inminente, pero se sabe que solo es cuestión de horas, como lo aceptan varios comerciantes, quienes reconocen que la hiperinflación no les permite mantener por mucho tiempo los precios. “Todo depende de en cuánto me venda el que me surte la mercancí­a”, indica uno de los vendedores.

“Yo estaba en mi casa y cuando vi que habí­a otro aumento de salario me vine corriendo a comprar algo porque ya mañana estará más caro”, dice una mujer de la zona.

A pesar que muchos clientes consideran a este mercado como una buena opción no solo por la calidad de los productos, la variedad sino también por los precios, se pudo constatar que con el mismo de bolí­vares se compró menos.

Al hacer las mismas compras que se hicieron en otros mercados del este, se gastó casi el  doble. Las mismas compras que habí­an salido en un millón de bolí­vares, aquí­ costaron un millón 800 mil.

Otra preocupación que agobia al comprador es qué pasará cuando entre en circulación el nuevo cono monetario, previsto para el cuatro de junio. “Yo no tengo pensado entregar ni depositar el poco  efectivo que me queda, eso del cambio monetario lo único que  traerá son más problemas”, dice un señor de la tercera edad que regularmente hace sus compras en Chacao.

En estos sitios los pagos se  hacen con más de una tarjeta: débito y crédito pasan indiscriminadamente por los puntos, tratando de estirar lo más posible los ingresos. “Ya el precio viejo no existe, siempre hay precios nuevos cada dos o tres dí­as”.

El caraqueño vive a la caza del precio viejo, solo que la hiperinflación le pone cuesta arriba la meta. Venezuela transita por el 7mo mes con una inflación mayor al 50% y el cuarto año de recesión económica. En la actualidad el salario mí­nimo solo alcanza para hacer una modesta sopa que alimente a pocos por pocos dí­as.

*Luis Linares es estudiante de la Universidad Monteávila

*Marí­a Gabriela Angarita es estudiante de la Universidad Monteávila

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