María Gabriela Esculpi.-
Fotografías:Â Roberto Carrasquel
Luego de haber hecho un recorrido por los zoológicos públicos de Caracas, se pudo constatar como los cuidadores día a día velan por la alimentación y bienestar de los animales que se encuentran en esos centros de esparcimiento; sin embargo, los visitantes –en muchos casos- no colaboran con su cuidado, como lo indicaron los mismos empleados de estos recintos.
Se pudo apreciar que los visitantes son el foco principal del problema debido a que les dan todo tipo de chuchería a los animales sin tomar en consideración las advertencias de los carteles y las alertas de los cuidadores, haciendo que se altere su alimentación y, como consecuencia, sufran daños, en algunos casos irremediables.
Tal es el caso de dos de las nutrias que se encontraban en el Parque del Este que resultaron terriblemente afectadas por la acción de los visitantes, Peter y Julia, una murió por asfixia a consecuencia de una pelota que fue lanzada a su área, y la otra por el reiterado consumo de chucherías como Dorito, Pepito y Chesse Tris que le lanzaban a su fosa.
Otros caso similar fue el de Toto, el chimpancé del zoológico El Pinar, que debido a la comida que le proporcionaban los visitantes enfermó de diarrea y en el caso de los monos capuchinos del Parque del Este, algunos de sus especímenes, estuvieron a punto de morir por cólicos, motivado a que uno de los visitantes le dio de comer comida con picante.
“Tú le das un chocolate y ellos se lo van a comer, pero esa no es su dieta”, recalcó uno de los empleados del parque.
En el caso de Calíope, la famosa nutria del Parque del Este, se puede notar su cambio de conducta cuando hay muchas personas a su alrededor, ya que es adicta a las chucherías gracias a la interacción con los visitantes, como indicaron los cuidadores. “A diario recibe cantidades de dulces, sobre todo los fines de semana, sin importar los daños que le ocasionan”, se lamenta un trabajador de este recinto.
El también llamado perro de agua cumple con una dieta diaria de cuatro kilos de pescado; sin embargo, siempre se escuchará decir a algún visitante: “ay pobrecita, es que tiene hambre” ante los constante chillidos del animal pidiendo golosinas.
Confundir la adicción por las chucherías con hambre no es el único problema que afrontan los trabajadores de los zoológicos. También están los recurrentes señalamientos de los usuarios de que algunos animales están flacos o descuidados, cuando en realidad la vejez o la enfermedad ha llegado a la vida de los mismos, como es el caso de la elefanta Ruperta, “la consentida del Zoológico de Caricuao”.
En las redes sociales ha habido infinidad de campañas para ayudar a su alimentación por cómo se ve su aspecto, cuando en realidad la razón es la vejez, ya que, como dice una de las cuidadoras del zoológico: “así como nosotros, el cuero cae, la piel se arruga”. Cabe mencionar que Ruperta estuvo enferma y esa diarrea generó que se debilitara y, por ende, su aspecto decayera, pero actualmente está estable y, como recalcó la cuidadora, diariamente come 200 kilos de frutas, vegetales y pasto, lo que corresponde a su dieta.
“Los animales a pesar de todo, tú los ves así, fuertes, pero son delicados”, aseveró uno de los trabajadores del Parque del Este, quien asegura que si a los animales se les suministra su dieta como debe ser, ellos no sufren dolencias.
Sin embargo, los cuidadores recalcan que, para los casos que se presenten, los zoológicos públicos no están faltos de medicamentos y cuentan con el equipo necesario para las eventualidades que puedan surgir.
Otras de las quejas que afrontan muchas veces los cuidadores es la supuesta falta de mantenimiento de las fosas, porque se aprecia restos de hojas de árboles en el interior del recinto y el agua de color verde, sobre todo en el área de los caimanes; sin embargo, en el zoológico El Pinar se pudo apreciar a los trabajadores con carros transportando basura, y en cuento al agua indicaron que el color obedece al fitoplancton.
“Si se le cambia muy seguido el agua, el animal puede sufrir de ceguera, debido a que el agua ya viene procesada con cloro por la empresa hidrológica de la región capital (Hidrocapital)”.
Uno de los casos que pueden corroborar el cuidado del zoológico a sus animales es el del águila Arpía que se encontraba en el Parque del Este, que actualmente disecada y en exhibición en el Museo de Ciencias de Bellas Artes. Murió de vejez a los 38 años, duplicando su esperanza de vida, debido a que comúnmente esta especie vive hasta los 20 años.
Un caso lamentable, que los mismos empleados de estos recintos reconocieron fue el del Zoológico Metropolitano del Zulia, que mantiene sus puertas cerradas al público desde el 24 de febrero, luego de que se denunciara a través de los medios de comunicación y de las redes sociales, el delicado estado de sus animales.
En este caso, empleados del El Pinar comentaron que se evalúo la posibilidad de que estas especies fueran trasladadas a otros zoológicos de Caracas para su recuperación, pero su delicado estado atentó en contra de esta idea, debido a la larga distancia que debían recorrer: “En menos de cien kilómetros ya estarían muertos”, aseveró uno de los cuidadores.
A pesar de la crisis que afrontan distintos sectores del país, los cuidadores de los parques públicos de Caracas colocan su grano de arena en favor de los animales y no ven con buenos ojos los comentarios malsanos que dan al traste su dedicación. Exigen y colaboración diaria de los visitantes.
*María Gabriela Esculpi es estudiante de la Universidad Monteávila
*Roberto Carrasquel es estudiante de la Universidad Monteávila