Mercedes González de Augello.-
Ya transitamos los primeros días del año y con él vienen los propósitos y nuevos proyectos que naturalmente nos planteemos cada vez que arrancamos un nuevo ciclo. Es una buena práctica que nos apartemos del acelerado ritmo de nuestras vidas por un momento y nos sentemos a reflexionar sobre nuestra vida, sobre lo que queremos y sobre aquello que sabemos que nos conviene y queremos alcanzar; esto permite que la vertiginosa corriente del día a día no nos arrastre, sin que nosotros podamos tomar el control y dirigir nuestra existencia hacia lo que realmente buscamos.
Hacer la lista es fácil. Mucho ejercicio y dieta es lo que encabeza la numeración luego de los abusos de la época navideña, pero debe continuar con unos propósitos prácticos que nos harán mejores –como llegar temprano a clases, mantener el orden en nuestra casa, cuidar el vocabulario– otros que alimenten nuestro intelecto -una lista de buenos libros por leer o algunos cursos que realizar son buenos ejemplos- y muchos que hagan crecer nuestro espíritu -trabajar nuestra capacidad del perdón, crear un ambiente de cordialidad familiar, practicar la solidaridad o discutir menos-.
Poner en práctica la lista es muy difícil. Normalmente, no alcanzamos todo lo que nos proponemos, se nos hace muy cuesta arriba, nos frustramos y desistimos de continuar y arrancamos el próximo año nuevo con la firme voluntad de cumplir la lista nuevamente. Este es el punto, debemos fortalecer nuestra voluntad, definida por los clásicos como la inclinación racional al bien que nosotros hemos elegido libremente porque entendemos que nos conviene.
Esta no es una tarea de un día, ni de un mes, es un proceso que comienza desde que somos niños y es responsabilidad de la familia educar la voluntad de los niños. ¿Cómo? Primero, tenemos que ayudar a los pequeños a hacer buen uso de su libertad para que la elección de los fines a los que se inclinen y los medios para alcanzarlos los ayuden en su desarrollo y felicidad. Segundo, debemos educarlos en la adquisición de hábitos que una vez interiorizados se convertirán en virtudes.
Una persona, puntual y responsable, un gran lector o alguien con gran vocación solidaria no se forma simplemente con quererlo, entre el querer y el hacer hace falta un trabajo de hormiguitas, que permita que naturalmente nos inclinemos a ese bien. Â Este año vamos a proponernos metas alcanzables y día a día vamos a ir generando los hábitos que van a permitir fortalecer nuestra voluntad para que alcancemos esas buenas metas y propósitos de manera natural y sin un esfuerzo que nos haga rendirnos.
Mercedes González de Augello es Decana de la Facultad de Ciencias de la Comunicación e Información de la Universidad Monteávila.