Emilio Spósito Contreras.-
El exilio, la secesión, la resistencia, la huelga, han sido y continúan siendo expresiones –históricamente determinadas– del lado “negativo” de la soberanía de los ciudadanos. Pierangelo Catalano.
La primera secesión de la ciudad de Roma, ocurrida hace más de dos mil quinientos años (circa 494 A.C.), constituye un importante hito en la lucha de los pueblos por la igualdad y la libertad. Así lo evidenciaron a lo largo del tiempo personajes como Cicerón, Maquiavelo, Robespierre o Bolívar.
La secesión contó con dos fases: la primera, la insubordinación del componente plebeyo del ejército que, tras desconocer la autoridad de los cónsules, se posicionó en una colina –Monte Sacro– en la ribera exterior del río Anio o Aniene; y la segunda, la salida de los plebeyos de la ciudad para unirse a los soldados rebeldes.
Las causas de la secesión se encontrarían en la cuestión de la esclavitud por deudas usurarias, así como la actitud indolente de la clase patricia, representada por el Senado. Dionisio de Halicarnaso, en voz de Sicinio Beluto, argumentaba que si la plebe no obtenía de Roma nada que no pudiera obtener fuera, le daba lo mismo permanecer en la ciudad o fuera de ella.
Vale resaltar que en las fuentes consultadas refieren que la secesión se realizó de manera pacífica. Según Tito Livio, permanecieron: “ni provocados ni provocadores”; de acuerdo con Dionisio: “sin causar ningún otro daño”; y conforme a Plutarco de Queronea: “sin cometer acto alguno de violencia”.
En cuanto a la situación exterior de Roma y que contribuiría con la presión sobre el Senado para ceder ante el desafío de la Plebe, Tito Livio refiere las luchas contra los volscos y Dionisio. Además de estos, menciona a ecuos, sabinos, hérnicos, tirrenos y habitantes de la Campania, así como evidencia el abandono de los hermanos latinos.
Planteada así la situación y dividida la opinión del Senado, finalmente triunfó la tesis de dialogar con los sublevados y negociar su regreso a la ciudad, encomendándose al elocuente Menenio Agripa la embajada.
A propósito de su discurso, en las fuentes se relata que invocó la fábula del vientre de Esopo, de la que destaca como moraleja la necesidad de los gobernantes, aunque también su responsabilidad frente a los demás, con lo que habría terminado convenciéndose la plebe.
Para garantizar el cumplimiento de las responsabilidades de los patricios se concedió a la plebe elegir de su seno defensores frente a la ciudad: los “tribunos de la plebe”.
Hoy la plebe equivale a trabajadores, estudiantes y pueblo en general; así como la secesión, a huelga general, también llamada huelga política, que no debe confundirse con la especie de huelga prevista en el artículo 97 de la Constitución de 1999, referida a la suspensión de las labores por los trabajadores interesados en un conflicto de trabajo.
A partir de sus vinculaciones podemos afirmar que la huelga general trasciende lo laboral, más bien apunta a problemas esenciales de la colectividad, cuyos gobernantes se niegan a resolver, y que exigen medidas extremas, pero pacíficas, que de no resolver el problema, confirman la fractura social, con peligrosas consecuencias para la paz y la continuidad social.
* Emilio Spósito Contreras es profesor de la Universidad Monteávila.
* Rubén Sevilla Brand es estudiante de Comunicación Social de la Universidad Monteávila.