Francy Figueroa Domínguez.-
Estos días hemos vivido como en dos vidas paralelas: una, en la que tratamos de mantener nuestra rutina, nuestra normalidad, sin importar lo que esto sea; en la otra, tratamos de sortear miles de obstáculos para poder mantener la primera.
Estamos rodeados de injusticias. Han muerto jóvenes y no tan jóvenes en las últimas semanas en Venezuela. Los pronósticos sólo indican que esto irá de mal en peor, sobre todo mientras más se acerca el mes de julio (que, cabe destacar, es mi mes favorito).
Esta semana veía a los dirigentes de oposición nombrando el famoso artículo 350 de la ¿moribunda? Constitución, tan nombrado aunque la mayoría no sepa de qué se trata. Luego pensé que este es un país en el que la mayoría desobedece la ley y eso es lo normal, es lo socialmente aceptado. Para muestra, una gandola de PDVSA cargada de droga y un GNB disparando a mansalva. Todo en una misma semana. Todo en un mismo país.
Mi mente se traslada al viernes pasado: reunión de amigos, viernes de quincena. Se supone que todos los locales nocturnos deberían estar llenos. “Por respeto” no subimos fotos de nuestra reunión después de casi un año sin vernos, como si nos sintiéramos culpables por tener un momento de alegría con nuestros afectos.
Es como cuando estás en un velorio y alguien hace un chiste y todos bajan la cabeza para no reírse, o lo hacen con remordimiento de conciencia.
Yo estoy convencida de que si nos ponemos en desacato respecto a la tristeza podremos vencer este país sin esperanza que se ve venir. Yo no quiero sentirme mal si voy a la playa, si salgo con mis amigos, si trato de seguir con mi vida. Mi mayor acto de desacato es ir a trabajar en un país prácticamente detenido en el tiempo y en franco retroceso económico.
Siempre dejamos la felicidad para luego: para cuando tenga casa, carro, hijos o esposo; para cuando tenga un nuevo trabajo, para cuando cambie el gobierno. Para cuando me vaya del país, para otro día que no sea hoy. Mientras la vida pasa, tu vida pasa y esperas mejores circunstancias para ser feliz.
Y no es tan fácil poner esto en práctica: siempre hay inconvenientes, problemas, malos entendidos. Creo que se trata de la búsqueda del equilibrio, de buscar dentro de nosotros esos pequeños momentos que son un placer (aunque sea culposo) y repetirlos más veces en una semana. Porque un país donde cada uno sea feliz, será un país con gente más provechosa, más productiva y satisfecha.
Porque yo no voy a esperar a que se vaya Maduro para empezar a vivir.
“Cuando los odios andan sueltos, uno ama en defensa propia” M. Benedetti Â
* Francy Figueroa Domínguez es la secretaria de la Facultad de Ciencias de la Comunicación e Información de la Universidad Monteávila.
* Rubén Sevilla Brand es estudiante de Comunicación Social de la Universidad Monteávila.