Señales de ellas | Todos tenemos una debilidad… La densidad

Francisco J. Blanco.-

La densa bocanada pone de relieve blancos, negros y grises. Foto: Francisco J. Blanco

Una gran incomodidad profundamente personal se cierne sobre la ciudad. Salgo al aire libre y respiro polvo, un raro vapor emana de entre las grietas del asfalto mal puesto, todo se mueve lento… percibo ese olor caracterí­stico del incendio forestal. Caigo en cuenta que la temporada de frí­o llegó a marzo, hoy es abril y con él el calor… y en medio de esta turbia cadena salitrosa de sucesos sofocantes, yo ando buscando señales de ellas… que locura.

Una mañana cualquiera de diciembre la familia decidió bajar a Caracas para comprar algunos regalos. Entramos a esa feria de todos los años, y yo, cómo es ya mi costumbre, fui a ese puesto donde muy amablemente, un fulano, vende postales.

Sin pensarlo, comencé a hurgar en esas imágenes de ningún lugar, a verles la cara a esas personas sin nombre, lugares suspendidos en el tiempo que ha sabido esperar en una fotografí­a que explota en los ojos del que la ve. Yo, de tanto ver… la vi, en medio de una serie de imágenes de jazz.

Corrí­an los años 50 y el joven Guy Le Querrec usando una cámara Fex/Indo Ultra-Fex comenzó a fotografiar músicos de jazz de la escena parisina. Su estilo de blanco y negro en altí­simo contraste lo siguió en su carrera prominente que hasta hoy sigue en práctica con los “workshops” que da en su ciudad natal.

No fue sino en 1988 cando el  pianista de jazz Phineas Newborn, aspira su cigarrillo casi al terminar su concierto en el Théí¢tre de Boulogne y en plena bocanada se dispara la cámara de Querrec y queda una foto digna de inmortalizar en una postal, que 28 años después, entre las caras de nadie y los sitios de ningún lugar, yo encontrarí­a en medio de una serie de imágenes de jazz, acompañándome en esa densa bocanada, toda esta semana, desde mi corcho.

No sé porque razón pero tengo una debilidad con las fotos en blanco y negro, capaz es porque de a ratos veo la vida así­, o capaz porque salen detalles que no se ven a color, capaz porque se da el gris entre la mixtura de los elementos, capaz…

Blanco o negro en realidad no importa, lo que importa es la vida. En estos tiempos que se muestran tan densos en todos los planos de nuestra realidad, la debilidad es a verlo todo negro. Lo común es sentirse cabizbajo, bien sea por el paí­s y los avatares que presenta, bien sea por la ciudad y las aparentes imposibilidad que tenemos de disfrutarla, o bien sea por la universidad y la factura me cobra a plazo fijo las veces que no entro a clase, y hoy, en plena semana de parciales, me doy cuenta del estudiante que nunca fui y mi realidad se vuelve densa, como una foto en blanco y negro.

Más allá de todo esto, la vida siempre trae una segunda vuelta, una luz que preste de distinción para el alto contraste, siempre algo bueno, lo terrible va a traer, por ello debemos (acá me incluyo) comenzar a ver la mixtura del gris y no el blanco o negro. Porque entregarse a la nada es más fácil, porque avocarse a la densidad terrible es simple y nunca trae consigo un aprendizaje, porque ver lo malo tiende a la cosificación de lo que puede trascender.

Esto es nefasto, sí­, pero lo lamentable es que se convierte en una tendencia nuestra, porque a final de cuentas, todos tenemos una debilidad… la densidad.

Pero no nos podemos dar el lujo de olvidar, que esta densidad se va, como una bocanada.

* Francisco J. Blanco es profesor de la Universidad Monteávila.

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