23E: signo del triunfo de la racionalidad social ante el abuso del poder

Junta de gobierno 23 de enero

Stefania Bruzual.-

Junta de gobierno 23 de enero

El 23 de enero es una fecha de espacial significado para el venezolano, donde estudiantes, pueblo y fuerzas militares se unieron en pro de un solo propósito: la libertad. La Iglesia, los sindicatos, la prensa y los partidos polí­ticos trabajaron de la mano para lograr la salida del dictador Marcos Pérez Jiménez, quien huyó en horas de la madrugada lejos de lo que habí­a sido su campo de acción los últimos cinco años.

Hoy, Venezuela celebra esta reivindicativa fecha dividida, en medio de un duro proceso polí­tico. La oposición convocó a la población a la calle en reclamo de sus libertades civiles mientras que el gobierno se manifiesta en contra de una intentona golpista, llevada a cabo por grupos internacionales y nacionales, según voceros del poder.

Ante este escenario la iglesia católica se pronuncia, clamando cambios positivos y democráticos para las duras realidades que vive el pueblo venezolano, a la par que recuerda que las responsabilidades no pueden quedar supeditadas a una sola persona o a una sola institución, ya que “los venezolanos no podemos ser simples espectadores de lo que sucede en el paí­s, pues somos ciudadanos y, como tales, actores de primer orden (…) Esto exige la articulación de todos los sectores sociales, promoviendo la creatividad y proactividad de muchas personas en la búsqueda de soluciones”.

En el marco de la celebración por el 61 aniversario del 23 de enero, recordaron el significativo momento que implicó esa histórica fecha en “la lucha de la civilidad ante la barbarie”. “Lo hacemos siendo conscientes del sufrimiento al que ha sido sometido el pueblo venezolano por la acción gubernamental, y hoy vive una situación dramática y de extrema gravedad por el deterioro del respeto a sus derechos y de su calidad de vida, sumido en una creciente pobreza y sin tener a quien acudir. Es un pecado que clama al cielo querer mantener a toda costa el poder y pretender prolongar el fracaso e ineficiencia de estas últimas décadas: ¡es moralmente inaceptable!”, recordó la jerarquí­a de la Iglesia Católica.

En esta exhortación los representantes de la Conferencia Episcopal Venezolana aseguran que en los recientes cabildos convocados por los sectores de la oposición, “la población ha manifestado el descontento generalizado al considerar ilegí­tima, por su origen, la juramentación para un nuevo perí­odo presidencial, que ha abierto “una puerta al desconocimiento del Gobierno  porque carece de sustento democrático en la justicia y en el derecho” (n.3). “Urge, por tanto, asumir el clamor popular de un cambio, de una concertación para una transición esperada y buscada por la inmensa mayorí­a”.

El 23 de enero de 1958, un movimiento cí­vico-militar derrocó al dictador Marcos Pérez Jiménez que gobernaba por 6 años y dio paso a la democracia en Venezuela. La protesta protagonizada por los estudiantes de la Universidad Central de Venezuela y de la Universidad Católica Andrés Bello del 21 de noviembre de 1957, junto con otros estudiantes de los liceos Fermí­n Toro, Juan Vicente González, Andrés Bello, Razetti, Caracas y la escuela Miguel Antonio Caro, promovieron la huelga para denunciar la represión ejercida por el gobierno de Pérez Jiménez con su intención de perpetuarse en el poder.

El 15 de diciembre de 1957 se realizó el plebiscito convocado por el gobierno perejimenista, distintos sectores desconocieron este acto y calificaron los resultados como un fraude. Esto conllevó a la primera rebelión del pueblo en contra de la dictadura el 1 de enero de 1958 donde los aviones de la Fuerza Aérea Venezolana surcaron el cielo de Caracas con una asonada para derrocar al gobierno. Por tanto, Pérez aumentó las acciones represivas de la Seguridad Nacional (policí­a polí­tica) contra los militares y los civiles.

A la par fue integrada la Junta Patriótica por los partidos de Acción Democrática (AD), Comité de Organización Polí­tica Electoral Independiente (COPEI), Unión Republicana Democrática (URD) y el Partido Comunista de Venezuela (PCV), instancia que emitió un manifiesto clandestino el 3 de enero, invitando a la unión popular y militar para restaurar la democracia en el paí­s. Desde entonces, comenzaron a crecer las protestas callejeras en distintos sectores de la ciudad.

Desde la clandestinidad, el 21 de enero se produjo la huelga general convocada el dí­a anterior por la Junta Patriótica. Los estudiantes y los civiles se enfrentaron a la policí­a en diferentes lugares de Caracas. Para ese momento, ya estaba en marcha una rebelión en los cuarteles comandada por oficiales de varios componentes de la Fuerza Armada.

Durante la madrugada del 23 de enero, la Fuerza Armada retiró el apoyo al presidente Marcos Pérez Jiménez y le obligó a abandonar el Palacio de Miraflores. Desde el aeropuerto de La Carlota, en Caracas, Pérez Jiménez huyó hacia República Dominicana en el avión presidencial, conocido como la “Vaca Sagrada”. Asimismo, tanto los civiles como los militares tomaron las calles de la capital y de varias ciudades del paí­s para celebrar el fin de la dictadura.

En pocas horas el Palacio de Miraflores se convirtió en el sitio de reunión de los sublevados y de innumerables dirigentes polí­ticos y personalidades, quienes procedieron a nombrar a Wolfgang Larrazábal como presidente de la Junta de Gobierno Provisional. Para facilitar su trabajo, también se designó un gabinete provisional compuesto por juristas, empresarios y ejecutivos, reservándose a un militar, el coronel Marí­a Castro León, el ministerio de la Defensa.

Posteriormente, la Junta de Gobierno convocó a elecciones para diciembre de ese mismo año; se liberaron a los presos polí­ticos en todo el paí­s, se amplió la Junta Patriótica con los representantes de los sectores independientes, se abrió el proceso de castigo a los personeros del gobierno perejimenista y regresaron los exiliados.

En última instancia, cabe destacar la importancia de la rememoración del 23 de enero tras 61 años de la caí­da del régimen dictatorial perejimenista que, a pesar de la mayor fuerza represiva en la historia polí­tica por parte del gobierno Marco Pérez Jiménez sobre la sociedad venezolana, la valentí­a y la perseverancia de los ciudadanos les permitió defender sus derechos junto a su aliado de las Fuerzas Armadas para conquistar la democracia en Venezuela.

El valor de la vida y la libertad son indiscutibles, no se negocian, y Dios no quiere que por el sometimiento a injusticias sufra el pueblo”, cierra el manifiesto de la CEV.

*Stefania Bruzual es estudiante de la Universidad Monteávila

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