2018 celebra a Frankenstein como un í­cono del terror

frankenstein

íngela Rodrí­guez.-

Shelley tení­a 20 años cuando publicó su obra maestra. Foto: Espacio Fundación Telefónica

El 2018 celebra el bicentenario de la publicación de uno de los ejemplares más famosos de la historia y que ha inspirado adaptaciones cinematográficas como teatrales a los largo de estos 200 años.

Este libro salió a la luz el 1 de enero de 1818 y fue escrito por la escritora británica Mary Shelley, que contaba en aquel entonces con 20 años. Comenzó a escribir Frankenstein a los 18 años. Recibió varias crí­ticas en sus inicios, pero el auge que llegó a tomar en las artes escénicas hizo que poco a poco empezara a aumentar su popularidad, primero en el teatro y luego en el séptimo arte a partir del siglo XX.

Según la licenciada y en letras Estefaní­a Maqueo esta novela: representó un antes y un después en la literatura fantástica. Esencialmente debido a que, por primera vez, una autora de la categorí­a de Shelley le da vida a un monstruo que posee sentimientos y que, inclusive, el lector puede sentir cierta afinidad con él, a diferencia de los otros monstruos que la literatura ha creado y que causan cierta repulsión o incomodidad (recordar, por ejemplo, los cuentos de los hermanos Grimm o los relatos de la antigua Grecia como el minotauro)”

En la novela se puede encontrar una autobiografí­a de Shelley, ya que si se analiza el contenido psicológico de los personajes y la historia se ven representados los traumas vividos por esta joven autora a lo largo de su vida. En los distintos personajes dentro de la novela se puede evidenciar caracterí­sticas del comportamiento del hombre actual, como lo es la importancia del núcleo familiar, que a pesar de que en ciertos momentos se puede ver fracturado siempre va a ser de gran valor para la sociedad.

De acuerdo con Maqueo se puede afirmar que existe una relación notoria entre la autora y los personajes: “De hecho, revisar la biografí­a de Shelley antes de leer la obra es muy interesante porque se pueden rescatar ciertos matices autobiográficos. Un ejemplo de ello es que Ví­ctor Frankenstein relata su historia a un navegante, quien en sus cartas le contaba a su hermana que tení­a miedo de morir por un naufragio, lo cual remite a la manera en la quemurió el esposo de Shelley: ahogado al naufragar”.

Agrega: “Además de ello, el monstruo Frankenstein representa la interioridad de Shelley que va desde el rechazo al creador hasta la orfandad, lo cual es comparable con la vida que tuvo la autora desde sus relaciones familiares con el padre hasta con su suegro”.

Lo más importante que se debe rescatar de esta novela y que la autora resalta en toda la trama según la profesora es que el tema esencial de la historia es el individuo, no el hombre y su degradación.

Shelley nos enseña que a veces lo más desagradable a la vista (un monstruo) es lo más parecido a nosotros, puesto que tiene nuestras mismas carencias y miedos. Además, explica cómo el hombre moderno poco a poco se va autodestruyendo al creerse superior a Dios y realizar actos que están fuera de su capacidad y que, al final, simplemente lo llevan a su destrucción.”

El monstruo de Shelley ha sido innumerables veces versionado. Foto: Vos – La Voz

El inquieto y creativo doctor Victor Frankenstein es uno de los personajes que junto a su creación han logrado calar en la gran pantalla como una de las favoritas de productores y directores

La primera pelí­cula que dio vida a este curioso personaje fue la titulada con el mismo nombre Frankenstein y salió en 1931, donde el actor Boris Karloff le dio vida a este atí­pico personaje. Anterior a esa en 1910 se realizó un pequeño cortometraje por parte de una compañí­a cinematográfica que pertenecí­a a Thomás Edinson.

Muchos cinematógrafos retratan al monstro como un ser vil, asesino e irracional pero en la versión real de Shelley es un ser sensible y curioso que se maravilla con la vida. Al momento en que el doctor se niega a crearle una compañera es cuando empieza su cambio de actitud y su deseo desmedido por lastimar a los demás, para que sientan su mismo dolor y temor.

Seguido, en 1935, en La novia de Frankenstein se hace referencia a la pareja del monstruo, que en el libro nunca se llega a concretar y la cual desata una ira desmedida por parte del monstruo hacia su creador, pero -a pesar de esto- esta pieza es bastante fiel al libro y a la personalidad del protagonista, que suele ser un ser que se cuestiona la vida y la existencia.

A raí­z de estas pelí­culas comienzan a salir en años posteriores diferentes secuelas como “La maldición de Frankenstein”, en 1957, donde muestran a la audiencia sangre y entrañas a todo color. Luego llega a la televisión, en tono de comedia, La familia Monster, producida por CBS, comedia de televisión que tuvo más de 70 episodios.

Seguido de esta serie llegaron Los locos Addams transmitida por la cadena de televisión ABC que también tení­a una estética similar, ya que era la versión rival de los Monster. Luego de que saliera la primera pieza cinematográfica comenzaron a surgir más de 150 adaptaciones dentro del séptimo arte.

Esta historia también inspiró grandes producciones teatrales y musicales, como la que se realizó en el 2011, en Londres, que conto con la participación especial del actor de cine Benedict Cumberbatch (Doctor Strange) y Jonny Lee Miller (Elementary), donde se alterna los papeles de creador y el monstro.

Esto muestra como una obra creada por una adolescente transcendió todo tipo de épocas y generaciones, gracias a su forma tan particular de mostrar una realidad a través de sus vivencias, pero que al final deja entrever una realidad en forma de ficción con la que hoy en dí­a se pueden identificar las personas.

*íngela Rodrí­guez es estudiante de la Universidad Monteávila

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