Derecho y revés | Las elecciones en la crisis polí­tica: algunas precisiones

Carlos Garcí­a Soto.-

Las elecciones es un derecho de los ciudadanos. Foto: photopin (license)

En el centro de la crisis polí­tica que se ha intensificado en las últimas semanas en el paí­s, se encuentra un tema fundamental: las elecciones regionales, municipales y presidenciales. Y, a riesgo de parecer ingenuo, precisamente por la gravedad de la crisis polí­tica, parece conveniente intentar precisar algunos aspectos del tema electoral.

Las elecciones en el contexto de la crisis polí­tica

Como se sabe, conforme a la Constitución, el año pasado el CNE debió convocar las elecciones regionales. Para este año deben ser convocadas las elecciones municipales. Y para el año que viene corresponde realizar las elecciones presidenciales. Paradójicamente, las elecciones regionales no fueron celebradas el año pasado, entre otras razones, porque el CNE habrí­a estado sustanciando el procedimiento para la convocatoria del referendo revocatorio presidencial que, irónicamente, no se celebró.

Por ello, una de las exigencias fundamentales de la dirigencia agrupada en torno a la MUD es, precisamente, la convocatoria a elecciones, si bien se ha dicho que no basta la convocatoria a elecciones para que cesen las protestas que se han organizado en los últimos dí­as. Y aunque el propio presidente Maduro ha señalado su intención de que se convoquen elecciones, el CNE no ha dado ningún paso en ese sentido. El propio rector del CNE Luis Emilio Rondón ha advertido que “el CNE está obligado a convocar elecciones a cargos de elección popular vencidos y por vencer (…). Llamo a la sensatez y al respeto de la Constitución”.

Si bien el secretario general de la OEA, Luis Almagro, ha dicho que las elecciones generales serí­an una solución a la crisis polí­tica de Venezuela, es preciso recordar que una convocatoria a elecciones generales implica primero la solución de algunos obstáculos institucionales, como, por ejemplo, la necesidad de una enmienda a la Constitución que permita el adelanto de la elección presidencial, como ha explicado José Ignacio Hernández. La prensa internacional también ha hecho referencia a esta opción para la situación de crisis polí­tica en Venezuela.

Las elecciones en la historia reciente

Al menos desde 2003 en Venezuela las elecciones han estado en el centro de la polémica, entre otras razones tanto por la conformación del directorio del CNE como por el modo como el CNE ha organizado las campañas, como por las condiciones de ventajismo en las que se han celebrado las elecciones. Entre otras publicaciones sobre la materia es importante el conjunto de trabajos, coordinados por Benigno Alarcón Deza y Jesús Marí­a Casal, y publicados en el libro Proyecto Integridad Electoral Venezuela: las reformas impostergables (Universidad Católica Andrés Bello, Caracas, 2014) o el libro coordinado por el diputado Juan Miguel Matheus sobre la Ley Orgánica de Procesos Electorales (Editorial Jurí­dica Venezolana-Universidad Monteávila, Caracas, 2010).

Desde el referendo revocatorio presidencial al entonces presidente Chávez, que hace unos meses, en la opinión pública se ha planteado el problema polí­tico de las condiciones del sistema electoral venezolano, y de las condiciones polí­ticas en las cuales se acude a elecciones en el paí­s. El tema ha sido, ciertamente, polémico.

En ese sentido, ha habido momentos de gran tensión, por diversas razones, entre otras: la propia sensación de frustración generada por el resultado del referendo revocatorio presidencial de 2004; la decisión de partidos opositores de no acudir a la elección parlamentaria de 2005;  la tensión generada en torno a la derrota de la propuesta de reforma constitucional en 2007; el cuestionamiento del proceso electoral presidencial de abril de 2013, o últimamente la elección de diputados a la Asamblea Nacional en 2015.

Sin embargo, como se señaló, en este momento el CNE se encuentra en injustificable retraso con respecto a la celebración de las elecciones regionales. Paradójicamente, la exigencia hoy de los dirigentes de la MUD y de la opinión pública no es tanto por unas condiciones electorales justas, sino porque haya efectivamente elecciones.

Las elecciones y su lugar en la democracia

Ciertamente las elecciones son un elemento fundamental de la democracia. De hecho, la elección es precisamente el instrumento que permite que el poder recaiga sobre alguien electo por el pueblo, y que no sea designado con ocasión de una dinastí­a o por imposición del más fuerte. Sin elecciones justas es un fraude al lenguaje hablar de democracia, porque las elecciones justas permiten precisamente que sea el pueblo quien decida quién ejerce el gobierno. Sin embargo, como se señalará de inmediato, las elecciones justas no son suficientes para hablar de democracia.

Las elecciones son una condición necesaria, pero insuficiente para la democracia

Con ocasión de los nuevos tipos de regí­menes autoritarios que ha estudiado la literatura especializada, cada vez con mayor frecuencia se insiste en que las elecciones son una condición necesaria, pero insuficiente para la democracia, como ha analizado en Prodavinci Anabella Abadi M. y Bárbara Lira.

Se dice, con razón, que no es suficiente que se celebren elecciones continuamente para que un régimen pueda considerarse como democrático. En primer lugar, porque no puede considerarse como democrática cualquier tipo de elección: sólo podrá considerarse como tal aquella elección en la cual hay libertad de acceso a la elección tanto a los electores como a los elegibles, y en la cual las condiciones de quienes compiten en la elección son justas. En ese sentido es el que se dice habitualmente que hay elecciones en las cuales se vota, pero no se elige. Pero, además, un régimen democrático debe cumplir con otras caracterí­sticas: sometimiento a la Constitución, respeto a la separación de poderes, respeto a los derechos de los ciudadanos, entre otros elementos, junto con la celebración de elecciones justas.

En ese sentido, si bien en Venezuela se han celebrado 20 elecciones desde 1998 ello no significa necesariamente que el gobierno pueda ser calificado como uno que cumpla con estándares democráticos. De hecho, en ocasiones, las elecciones pueden servir, paradójicamente, para que un régimen autoritario se legitime en términos polí­ticos a lo interno y a lo externo. Lamentablemente para el paí­s, sin embargo, buena parte de la comunidad internacional lo ha entendido así­ durante años, si bien es una tendencia que comienza a cambiar, como ha resaltado recientemente Miguel íngel Martí­nez Meucci.

 Las elecciones y su lugar en la crisis polí­tica

En crisis polí­ticas de magnitud como la nuestra, las elecciones tienen un papel aún más relevante, si es que es posible. Parece simplemente un recurso retórico, pero en el fondo encierra una verdad fundamental para la sociedad: ante una crisis polí­tica de grandes magnitudes, lo razonable y justo es permitir que el pueblo se exprese. Tal era el sentido, precisamente, de la convocatoria a referendo revocatorio que la MUD intentó impulsar el año pasado. En el caso actual, no se trata sólo de que la mayorí­a de los venezolanos tiene derecho a que se celebre una elección, sino que tiene derecho a que se celebre elecciones para la renovación de cargos cuyo perí­odo ya se ha vencido, como ocurre con el caso de las elecciones regionales.

En este sentido, en nuestra opinión, la exigencia de condiciones justas para las elecciones no tiene por qué ser incompatible con otros mecanismos de lucha democrática. De hecho, no se olvide que la exigencia de elecciones es un excelente instrumento de presión polí­tica. La exigencia de un derecho perfectamente es compatible con otras estrategias de presión para lograr los cambios polí­ticos democráticos.

Las elecciones son, ante todo, un derecho de los venezolanos

Porque, precisamente, las elecciones son, ante todo, un derecho de los venezolanos, reconocido claramente por el artí­culo 63 de la Constitución: “el sufragio es un derecho. Se ejercerá mediante votaciones libres, universales, directas y secretas. La ley garantizará el principio de personalización del sufragio y la representación proporcional”. Además, es un derecho particularmente sensible para los instrumentos internacionales en materia de derechos humanos que aplican en Venezuela. El derecho al sufragio será además una expresión del derecho a la participación polí­tica, también reconocido en el artí­culo 62 de la Constitución.

Ese derecho, sin embargo, ha sido violentado de diversas maneras: desde la imposición de condiciones injustas en procesos electorales, hasta la suspensión del referendo revocatorio el año pasado, pasado por la misma violación al derecho al sufragio que ha supuesto el bloqueo de toda la actuación de la AN por el TSJ. Pero aun así­, celebración de elecciones ha dado importantes victorias para la causa democrática, como ocurrió con ocasión del referendo sobre la reforma constitucional o con la elección de diputados a la AN en 2015.

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Al principio se dijo que, a riesgo de parecer ingenuo, parecí­a necesario insistir en algunos conceptos en torno al tema electoral. En efecto, insistir en los conceptos fundamentales alrededor de las elecciones como parte fundamental de la lucha democrática puede parecer ingenuo, y quizá hasta innecesario. Sin embargo, lamentablemente, tanto se ha desvirtuado el lenguaje, que hasta lo más esencial debe ser recodado una y otra vez, para que no lo olvidemos.

* Carlos Garcí­a Soto es profesor de la Universidad Monteávila.

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