Historia y libertad | Los premios í“scar son parte de nuestra vida

Carlos Balladares Castillo.-

Ver la ceremonia de los Oscar es ya una tradición. Foto: photopin (license)

El domingo 26 de febrero será la 89º ceremonia de entrega de los premios de la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de los Estados Unidos. Un momento esperado por todos los cinéfilos del mundo (y especialmente los admiradores del glamour), aunque al final critiquemos los resultados. Porque sin duda los í“scar se han terminado imponiendo o han sido aceptados por las mayorí­as como el principal criterio para reconocer el buen cine. De todos los premios que se otorgan al séptimo arte son los í“scar los de mayor fama e impacto mundial. Me atreverí­a a afirmar que sin ellos le faltarí­a algo importante a nuestras vidas, porque todos terminamos identificándonos con alguna pelí­cula, siendo éstas una de las mejores formas de eso tan humano que es relatar historias.

En mi familia es una tradición ver dicha ceremonias, y  en tiempos que no existí­a el Betamax, VHS, TV por subscripción, DVD y mucho menos internet nos preparábamos con gran emoción para verla. El primer recuerdo que tengo de este momento fue en el año de 1977 cuando ganó Rocky como mejor pelí­cula. Si no veí­amos los films en los teatros, al año posiblemente lo pasaban por TV. A finales de los setenta y principios de los ochenta la televisión venezolana pasaba gran cantidad de pelí­culas, de modo que para los niños el cine era parte de su rutina diaria. En la universidad tuve amigos que fortalecieron mi cinefilia y decidí­ no pasar una ceremonia de los í“scar sin  haber visto la mayor parte de las nominadas. Casi siempre lo he logrado y este año no ha sido la excepción.

Uno de mis criterios para reconocer una buena pelí­cula resulta uno de los más subjetivos y consiste en el hecho si las conservo o no en la memoria. Si las tiendo a olvidar con facilidad fue porque no me marcaron por su historia (guión), actuaciones, imágenes o dirección en general. Al pasar el tiempo si me han gustado tiendo a valorar su mensaje, sus diálogos y sus “momentos” que me emocionaron. Es así­ que cada premiación tiende a ser recordado por esos films que dejaron huella en mi vida. Que incluso fortalecen mis principios, cosmovisión o sueños, pero también que me han hecho cuestionarme en ciertas creencias o que me han llevado a la lectura de un buen libro.

La premiación del 2017, que en realidad corresponde al cine producido en el 2016, no tendrá en La La Land un hito fundamental. Seguramente gane como mejor pelí­cula por todo lo que ella significa para Hollywood pero pasará como otras tantas que solo sé que ganaron y nada más, por lo que considero un sinsentido sus 14 nominaciones. A diferencia de Manchester by the sea, que me impactó – entre otros aspectos – por la actuación de Casey Affleck al lograr trasmitirme el inmenso dolor de su personaje. Por otro lado me pareció muy simpática Hidden figures por unir dos aspectos que siempre he admirado: la lucha por los derechos civiles y la carrera espacial. Sobre el primer tema me pareció excelente Loving por centrarse en cómo el amor de una pareja llega a trascender en la lucha por dichos derechos. Como admirador del buen cine de ciencia ficción debo decir que Arrival es genial con sus extraterrestres de siete patas y lenguaje que te permite viajar en el tiempo. No está nada mal como pelí­cula épica mas no termina de convencerme el film de Mel Gibson. Hell or high water a medida que pasa el tiempo tiendo a recordar sus excelentes diálogos en especial sobre la pobreza. En lo que respecta a animación: Kubo es una obra maestra y sobre la pelí­cula en lengua no inglesa Un hombre llamado Ove resulta una denuncia de nuestra sociedad indiferente que debe ser valorada. Por lo menos mi memoria lo hará.

Al final en medio de esta terrible crisis el í“scar nos permite a los venezolanos distraernos sanamente. Y cuando todo pase, porque pasará, seguramente estos premios de la Academia siempre estarán relacionados en nuestras vidas con los momentos en que nos aferrábamos a cualquier ilusión para mantener la esperanza, porque el cine es una de esas maravillosas ilusiones.

* Carlos Balladares Castillo es profesor de la Universidad Monteávila.

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