Decano de canas

Alicia ílamo Bartolomé,-

Fotografí­a: Mary Ann González.-

A mí­ me fueron engañando poco a poco. Me habí­a jubilado por mi tiempo en la administración pública y por edad, no por mi último cargo como Directora de Extensión Universitaria de la Universidad Simón Bolí­var, donde sólo trabajé 6 años.

Me dije: ahora, Alicia, después de una vida larga de estudios -dos carreras universitarias-, trabajos profesionales diversos, teatro y promoción cultural, te toca dedicarte a escribir, finalmente es lo tuyo. íšltimas palabras famosas.

A poco me llamaron y suavemente me hablaron de una nueva universidad in mentis, su importancia, su necesidad, etc., etc. Querí­an que formara parte de ese proyecto y del grupo de promotores, sin mayores responsabilidades sino asistir a unas reuniones en la Torre Europa de Campo Alegre para cambiar ideas. Podrí­a aportar algunas experiencias pues ya habí­a trabajado en tres universidades -UCV, UNIMET y USB- más mi paso por la dirigencia cultural de la Gobernación de Caracas.

Muy bien, tal vez me tocó ir pocas veces a las reuniones en la Torre Europa, pero al poco éstas se trasladaron a la Qta, Joselí­n en La Floresta. Para éstas ya me habí­an hecho la segunda proposición: Nos gustarí­a que fueras la Decano de la Facultad de Ciencias de la Comunicación e Información de la nueva universidad, que para entonces todaví­a no tení­a nombre, como tampoco la facultad cuya jefatura me proponí­an.

No me sentí­a, como jubilada y cansada, con la energí­a necesaria para tan alta responsabilidad, pero me esgrimieron un argumento que no pude rebatir, además de que el trabajo no iba a ser mí­o sino del grupo de jóvenes que me acompañarí­a como miembros de la facultad, lo cual fue cierto.

El argumento era el siguiente: no habí­a en ese momento ningún candidato a mano que reuniera lo que exigí­a, por un lado, el Consejo Nacional de Universidades y, por otro, los promotores de la nueva universidad: tí­tulo universitario de comunicador social y 5 años como mí­nimo de experiencia universitaria, esto era suficiente para el CNU y yo lo tení­a.

Pero los promotores querí­an algo más: seguridad ideológica por formación doctrinal y adhesión al humanismo cristiano, ¡también lo tení­a! La única que reuní­a todos las condiciones, mis jóvenes compañeros, muy bien formados doctrinalmente, estaban recién graduados o estudiando la carrera, aunque tení­an otras. Ni modo. De manera que mi elección para tal decanato fue, a falta de méritos, por descarte. Si acepté fue por comprensiva resignación.

Siguieron las innumerables reuniones de trabajo en la Qta. Joselí­n, los cursos de formación de profesores que me gustaban más que las reuniones, sobre todo por lo trabajos finales que nos pedí­an y que yo resolví­a en teatro, mi verdadera vocación.

Y un dí­a en la Hacienda Carabobo de los esposos Oscar Martí­nez e Isabel Carlota Rincón de Martí­nez, nos reunimos todos los involucrados. Empezamos por la santa misa oficiada por e P. Rafael Marí­a de Balbí­n, nuestro futuro primer capellán y Director de Altos Estudios. Luego nos separamos en mesas de trabajo. Un alto para gustar del espléndido almuerzo gracias a la generosa hospitalidad de los esposos Martí­nez Rincón. Otra vez al trabajo y finalmente una asamblea general donde quedó creada la Universidad Monteávila.

Aquel 4 de octubre de hace 20, cuando se abrieron las puertas de nuestra universidad y se estrenaba la flamante Decano de Comunicación e Información, era realmente decana y de canas: tení­a 73 años.

*Alicia ílamo de Bartolomé es Decana fundadora de la Universidad Monteávila

*Mary Ann González es estudiante de la Universidad Monteávila

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