Francisco Blanco.-
Esto es un hecho de la vida real.
Lunes en mi primer año trabajando en la universidad, mi primer grupo, mi primera clase de la semana, mediados del segundo corte.
Estaba movido por las protestas que se estaban sucediendo en la ciudad y porque el día anterior había visto por twitter un artículo de El Nacional que hablaba de la manifestación del fin de semana, donde el movimiento estudiantil había tomado plaza Altamira y seguidamente intentaron tomar la autopista. En la foto que acompaña el artículo, una hilera de muchachos y en primer plano un alumno mío que vería en esa primera clase de la semana.
Entro al salón, inicio la clase, según mi costumbre, hago mención al artículo, y a la foto de mi alumno. Él comienza a contarme cómo fue todo el conflicto y terminó diciendo: “Chamo Fran, yo no devolví bombas, ni lancé molotov, pero chamo agarré un peñón y lo lancé con todo… a alguno (…) le habré dado”.
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Miércoles en mi sexto año trabajando en el colegio, mi cuarto grupo, mi primera clase de la semana, mediados del segundo lapso.
Estaba movido por las protestas que se estaban sucediendo en la ciudad y porque el lunes había hablado con mis alumnos de la universidad sobre la manifestación del fin de semana.
Entro al salón, inicio la clase, según mi costumbre, y uno de mis alumnos me dice que no está tan bien porque su papá tuvo un accidente el fin de semana. Le pregunto qué le pasó a lo que me responde: “Mi papá es coronel de la Guardia Nacional, estaba trabajando en la protesta del sábado y le cayó un peñonazo entre la ceja y el borde del casco… fue tan fuerte que le voló el casco chamo… El doctor nos dijo que a no ser por el casco esa piedra lo habría matado… casi matan a mi papá”.
*Francisco J. Blanco es profesor de la Universidad Monteávila