Vicente Corostola.-
“Aquí viene la historia del Huracán / El hombre al que las autoridades culparon de algo que nunca hizo / Lo pusieron en una celda de prisión / pero él pudo haber sido el campeón del mundo”
1975
“No estoy en la cárcel por asesinato. Estoy en la cárcel porque soy un negro en Estados Unidos de América, donde quienes ostentan poder sólo permitirían a un negro ser un bufón o ser un criminal”. Así afirmó Rubin Hurricane Carter en una entrevista.
1966
El racismo en los Estados Unidos de América era el pan de cada día. La historia que nacía en los campos de algodón por los años 20, no había cambiado entrados los años 60. El sudor en el cuadrilátero se convertía en una carrera que subía como la espuma del café para el boxeador Carter. Sus puños lo derribaban todo. Pero no había golpe más duro que los que recibía por su condición de negro.
Humillado por un distinguido “blanco” de la comunidad de Paterson, en New Jersey, cuya historia no viene al caso, el pequeño Carter fue a parar a un reformatorio en donde aprendió el arte de sobrevivir. Pasaron los años y volvió a la calle. A su cuadrilátero. Comenzó a ganar sus batallas internas y comenzó a ganarle a sus contrincantes. Su poderoso gancho de izquierda lo bautizan. El huracán arremete con todo su poderío. Hasta que el destino de la segregación lo atrapa de nuevo.
Carter es acusado de un triple homicidio que se llevó a cabo en un bar que nunca visitó. Las irregularidades en el juicio pueden ser comparadas con payasos malabaristas de circo. Todo estaba amañado. El futuro aspirante a ser el Campeón Mundial de Peso Medio estaba en su peor batalla. Un jurado compuesto por personas de piel blanca lo sentencia a una triple cadena perpetua. El color de su piel lo deja tendido en la lona.
En la cárcel, refugiado en la literatura, escribe un manuscrito que llega a las manos de Bob Dylan. Al mismo Dylan que teniendo la piel más blanca que la leche, canta en la “Marcha a Washington por el trabajo y la libertad” comandada por Martin Luther King Jr. y la Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color. Entre barrotes de por medio se ven en la cárcel convencido de su inocencia. A puño y letra escribe “Hurricane”. Publicada en el disco Desire (1976). La canción es una crónica periodística llena de indignación más que de una letra poética.
1985
El texto de Dylan ejerce su presión. Se realizan conciertos para recaudar fondos en pro de nuevas acciones legales. Cassius Clay, ya rebautizado como El más grande Muhammad Ali, comanda un puñado de marchas en son de protesta pidiendo que se reabra el juicio. Lo consiguen. La justicia determina: “El castigo correspondió más al racismo que a la razón”. Los años en la cárcel no se los devuelve nadie.
“Ahora todos los criminales con sus trajes y corbatas / Están libres para beber martinis y mirar el amanecer / Mientras Rubin se sienta como Buda en una celda de diez pies”.
*Vicente Corostola es profesor de la Universidad Monteávila