Ainara Guevara B.-
Foto: Carlos Muñoz.-
En los sectores populares de Caracas, donde reina la normalización de la violencia, es necesario que las personas de la comunidad sean autoras del cambio, especialmente los niños y sus madres, pues la conexión con ellas es clave para el funcionamiento y convivencia de la sociedad venezolana; según el co-fundador de Caracas Mi Convive, Roberto Patiño.
En este sentido, esta organización, fundada en el año 2013, opera en zonas populares de la ciudad, como La Vega, Carapita y El Valle y trabaja de la mano de integrantes de las propias comunidades. En la actualidad el 85% de sus colaboradoras son mujeres.
Entre los programas que adelanta la ong’s se encuentra Alimenta a la Solidaridad, el cual está destinado exclusivamente a niños de bajos recursos, ya que son los que se han visto más afectados por la difícil realidad venezolana, al parecer del trabajador social.
En el marco del proyecto ReconciliACCIí“N, que lleva adelante la Universidad Monteávila con las organizaciones Oportunidad y Mujer y Ciudadanía, Patiño expresó que el garantizar al menos una comida diaria ha incidido en el regreso de los niños a clases.
Así lo pudieron constatar al hablar con las maestras de ciertos sectores populares, quienes le indicaron que jóvenes que se habían alejado de sus aulas han logrado regresar, gracias a esta iniciativa. “Hay padres que dejan a sus hijos dormir hasta el mediodía por no poder darles desayuno, de esta manera se ahorran una comida”, indicó el dirigente de Primero Justicia, desde la Universidad Monteávila.
El fundador de la organización Caracas Mi Convive reconoce que este año el regreso a clases no fue sencillo para los padres, de hecho se tuvieron que articular varias iniciativas para ayudar con el equipamiento propio del inicio de actividades: uniformes y útiles escolares. “Nosotros solo le pedimos a los padres que lleven a sus hijos al colegio. El 85% de los niños que reciben el beneficio de la comida van a clases”.
En dos años el proyecto Alimenta a la solidaridad se ha extendido y replicado en ocho estados del país y ha alcanzado a servir el millón de almuerzos a más de 500.000 niños que no pueden tener acceso a una comida apropiada.
A su vez, el emprendimiento social Sustento supone un paso adelante de dicho proyecto, pues hace hincapié en las mujeres de la comunidad, preparándolas para ejercer un liderazgo positivo y apoyar en la elaboración de los platillos servidos, además de generarse ingresos propios con los cuales mantener a su familia.
En relación con la cultura de paz y la disminución de la violencia, Patiño señaló que es fundamental humanizar el problema, sustentarse en testimonios de las víctimas y no solo en las cifras. Su organización busca que los afectados opten por no caer en el deseo de venganza y así romper el llamado “ciclo de la violencia”.
El activista social rechazó la política de mano dura del gobierno actual y afirmó que esta afecta la confianza de las familias y de los habitantes de los sectores populares en el Estado, ya que al predominar la impunidad, se generan incentivos para que continúe la violencia. Patiño mencionó que es importante rescatar la credibilidad y confianza de estas personas en las autoridades y en los organismos de seguridad.
Para contribuir en este aspecto, Caracas Mi Convive trabaja en los llamados “puntos calientes”, ubicados en zonas donde se registra un alto índice de violencia. Uno de los programas de esta organización persigue ayudar a jóvenes “en situación de riesgo”, a quienes ubican en trabajos formales, con empresas aliadas. Este proyecto brinda actualmente apoyo a diez jóvenes.
“La violencia se concentra en determinados espacios y en pocas personas”, por ello Caracas Mi Convive  representa solo un acompañamiento para lograr que los mismos miembros de las comunidades sean los agentes de cambio, recalcó Patiño.
*Ainara Guevara es estudiante de la Universidad Monteávila
*Carlos Muñoz es estudiante de la Universidad Monteávila