Ana Carolina De Jesús.-
Para descubrir qué piensan Aristóteles y Descartes sobre el vacío, hemos conocido de dónde parten: de la percepción y de la materia. Ahora es el turno de conocer cómo enfrenta Descartes a la noción del vacío.
“Dios crea de nuevo a nuestro alrededor tanta materia que, sea cual sea el lado hacia el que se extienda nuestra imaginación, no perciba ningún lugar vacío (…)” (El Mundo, Tratado de la luz, AT 32).
Descartes usa las siguientes frases: “no quiere asegurar que no exista”, “para no estar obligado a admitir”. No da una definición concreta del vacío y se resiste a dar una sentencia porque es un hombre de ciencia; entrar en esta discusión, es abarcar un terreno metafísico que lo distraerá de su objetivo. En vez de eso, se dedica a exponer por qué considera que no hay vacío a través del postulado de un nuevo mundo.
Reconoce que hay solo dos sustancias: la espiritual y la material. La material está compuesta por corpúsculos homogéneos. Un mundo físico en el que todo está lleno de corpúsculos de diferentes tamaños que se mueven y chocan entre sí. Sobre el vacío, éste no puede existir porque, simplemente, todo es pleno, extendido.
La materia es la misma para toda la naturaleza. Rechaza referirse a ella como algo indeterminado si no está unido a la forma, ni hablar de ella como potencia ni con categorías. Después de declarar la dependencia de los sentidos en su obra sobre la metafísica, se deshace de todas las opiniones que ha tomado como verdaderas, e incluye lo aprendido del aristotelismo-escolástico y, a la vez, no confiar en los sentidos porque engañan.
Dice él que las cualidades de los cuerpos, esa lista larga de Aristóteles, puede ser resumida y explicada a través de “movimiento, el tamaño, la figura y la disposición de sus partes” (El Mundo, Tratado de la luz, AT 26). En resumidas cuentas, un solo atributo de la materia: extensión. ¿Por qué?
Las cualidades no están en los objetos, están en el sujeto que las siente. Experimenta y declara que, si quiere hallar la verdad, no tomará en cuenta la información que de los sentidos provenga. Decide que no puede fundar el conocimiento por medio de la duda. La idea clara y evidente para el entendimiento la logra por medio de las matemáticas y la geometría; la materia existe y se extiende en tres dimensiones: alto, ancho, profundidad.
Es evidente que el vacío no existe porque esas partículas llenan espacios, dos cuerpos no pueden permanecer en el mismo lugar. Si uno de estos corpúsculos choca a otro, el otro se mueve y choca al siguiente, generando un círculo que, el último en ser golpeado, ocupa el lugar del primero. De esta manera, jamás habrá vacío. Y el ejemplo que calza a este postulado, es el de un estanque con peces.
Los peces van nadando y no perturban la superficie, sino que el espacio que van abriendo delante de sí, y el que dejan por detrás es ocupado con el agua que han empujado. ¿Qué busca? La idea que pueda ser conocida por todos.
*. Ana Carolina De Jesús es profesora de la Universidad Monteávila