Ibrahim Gil.-
Como en ninguna otra campaña electoral, el nombre de Lorenzo Mendoza sonó como nunca. Para unos era un hecho su lanzamiento a la silla presidencial, para otros solo una ilusión. Lo cierto del caso es que el empresario jamás se pronunció públicamente en torno a esta opción, mientras que muchos aclamaban su decisión. Para los expertos este hecho demuestra que la antipolítica que llevó a Chávez al poder sigue sembrada en Venezuela.
Como ocurrió a finales de la década de los noventa, un personaje alejado de la política atrajo la atención de los venezolanos, a pesar de no hacerlo intencionalmente en el caso actual. La tendencia antipolítica que el venezolano arrastra tras de sí se hace notar nuevamente, buscando salvación, una vez más, en un candidato outsider.
Según el profesor de la Universidad Monteávila Antonio Ricoy la antipolítica es un fenómeno que aparece con fuerza desde los años finales de la democracia representativa y que, de alguna manera, se hizo clima de opinión durante el lusinchismo.
“Para esas fechas la política y, en particular, la actuación de los partidos políticos se identifica con corrupción, cogollogocracia, élites corruptas y escasa autonomía de los poderes. Aspectos que se encontraban enlazados con la escasa tarea de articulación que ofrecían los partidos como entes mediadores entre el poder y los ciudadanos”, afirma el experto.
Al mismo tiempo, agrega que el ataque mediático a los partidos estaba, en parte justificado, pero desarrollado “con tal exceso”, que la respuesta lograda implicó la negación de los partidos y su invalidez para el gobierno, sin tener en cuenta que esas estructuras tenían capacidad de renovación y que no convenía al país dar un salto al vacío, “apoyado sólo en candidaturas outsiders, tal como fue el caso de Irene Sáez”.
Esa realidad no es propia y exclusiva del entorno venezolano, confiesa Ricoy, quien afirma que desde hace años, tras la imposición de la economía sobre la política, “olvidamos las bondades de los partidos y la profesionalidad que exigen las políticas públicas, que no pueden ser observadas y trabajadas desde el prisma exclusivo de lo económico”.
“En los actuales momentos, dado en parte a la actuación –muchas veces desacertada de la MUD– se presenta en el horizonte del país, a modo de panacea de todos los problemas que nos aquejan, la necesidad de buscar un gerente, exitoso en el campo privado, que pueda ofrecer una visión nueva del proceso por venir”.
El académico no niega que la propuesta pueda ser interesante, “siempre y cuando el entorno de esa persona o de ese equipo cuente con profesionales de la política avezados en las lides propias de la forja de un país, más aún en uno con la crisis como la que venimos sufriendo desde hace muchos años”, indicó Ricoy.
En este mismo sentido se pronuncia el político y dirigente de Juntos Nicmer Evans, quien ve con preocupación los constantes llamados a outsider para solventar la crisis actual, en esta oportunidad bajo el nombre de Lorenzo Mendoza, “un hombre por el que hasta marcharon y jamás dijo nada sobre esa aclamación popular”.
Para Evans ese llamado constante a que Mendoza se lanzara como candidato a la presidencia es un signo de esa antipolítica, fenómeno que conlleva al rechazo de la política como sistema, mientras recalca que justamente fue este sentimiento el que llevó a Chávez al poder.
“Lorenzo Mendoza era el candidato fantasma; todo el mundo lo pedía y él ni siquiera se había anunciado”, afirma, al mismo tiempo que señala que “el reto de este país es que vuelva la política con p mayúscula, porque hasta los momentos la política se ha centrado solamente en la repartición de la renta petrolera”.
Por su parte, el profesor Ramón Cardozo, máster en Estudios Políticos Aplicados, afirma que al venezolano no se le ha instruido correctamente con respecto a la política. También resaltó las fallas en las que han incurrido personajes políticos que han avivado este sentimiento antisistema.
“Los políticos hemos cometido muchos errores, y sin explicarle a las personas cuáles y porqué se cometen esos errores se genera desconfianza hacia los políticos por parte de los ciudadanos”.
Hoy Venezuela enfrenta una particular campaña electoral, donde el principal rival es precisamente el desánimo electoral, las consignas no están para atacar al contricante sino para convencer al electorado de la necesidad de votar, mientras que algunos se quedaron con las ganas de ver al dueño de empresas Polar recorrer Venezuela con una bandera política.
*Ibrahim Gil es estudiante de la Universidad Monteávila