Daniel Kcomt.-
Internet puede calificarse como el medio de comunicación del siglo. Desde su invención ha marcado un antes y un después en la historia de la humanidad por lo que no es casualidad que¸ en una resolución el 29 de junio del 2012, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU lo haya declarado como un derecho humano, decisión que reconoce su rol en la promoción, protección y disfrute de la libertad de expresión junto con los otras garantías fundamentales que conforman la democracia.
En un estudio de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), de septiembre del 2016, se estableció que la velocidad de internet de Venezuela es la más lenta de la región, superada por países como Haití y Nicaragua
Alejandro Amabili, analista de sistemas y redes en Venezuela, indica que en el mundo la calidad de vida está altamente vinculada al ancho de banda, abarcando desde temas de entretenimiento, como ver películas en Netflix, hasta temas laborales. Afirma que lamentablemente Venezuela se sitúa en lo más bajo de la cadena ya que la conexión no se encuentra en las prioridades del Estado. Apunta que si en un futuro el país quiere formar parte de la economía global hay que comenzar a planificar la inversión con respecto a la infraestructura de las telecomunicaciones.
Luis Carlos Díaz, periodista digital y experto en el tema 2.0 en Venezuela, asegura que la lentitud de Internet condena a los venezolanos a una baja competividad en desarrollos tecnológicos, retrasando al país en materia de comercio electrónico, educación a distancia, telemedicina, soluciones en la nube, inclusión y alfabetización digital. Esto termina afectando directamente en el PIB porque la conectividad permite el desarrollo de nuevos negocios en el sector servicios y asociados a la economía del conocimiento que pudiesen generar más ingresos a la población.
Al tener un internet lento Venezuela queda confinada a plataformas de texto y fotos-videos ligeros: correos, chats, Twitter, Facebook, Instagram. Esta situación complica el desarrollo de juegos en línea, emisiones de video streaming, radio y televisión digital, e intercambios de archivos. Por ejemplo, hoy a un fotógrafo enviar una sesión de 100 imágenes de alta resolución por correo le resulta sencillamente imposible.
Díaz sostiene que, al haber una velocidad tan lenta, no se puede considerar que el venezolano efectivamente goce de libre acceso a internet. Indica que la instalación de fibra óptica en el país lleva rezagada más de un lustro y enfatiza que se sigue castigando a las provincias, cuyo porcentaje de penetración de internet y velocidad es aún más penosa que en Caracas.          Â
Díaz asegura que la decisión de tener el internet más lento está tomada desde el poder. Duda que un aumento de tarifas de operadoras de teléfonos marcaría una diferencia, ya que, a su juicio, la desconexión está contemplada en el plan de la patria. “Cada dólar que se le ha negado a las telecomunicaciones, desde hace años, hoy se paga en fallas, caídas y lentitud. En este momento las empresas están operando a pérdida, y aunque aumenten las tarifas seguirán recibiendo bolívares. Nada de eso les permitirá importar piezas nuevas, contratar mayores velocidades, renovar equipos. Nada. A lo sumo cubrirán los aumentos salariales de sus trabajadores, pero siguen a pérdida. Viven años de contracción”, señala.
* Daniel Kcomt es estudiante de Comunicación Social de la Universidad Monteávila.