Fernando Vizcaya Carrillo.-
Uno de las propuestas o términos que están presentes en la oratoria falaz de los dirigentes de la política, en todos los países de los cuales tengo noticias, es “la importancia que tiene la educación para el mantenimiento de la república”.
No obstante, es de experiencia que se puede constatar, que apenas se logra el poder, ese término se olvida y en todo caso, la importancia que se le da es muy poca. La pregunta que surge es ¿porque se olvida esa importancia?
Planteo esto porque en los últimos años ha recrudecido el interés y la necesidad de recuperar o, en algunos casos, construir la democracia en algunos de esos países, sobre todo en Latinoamérica.
Las lesivas agresiones, los atropellos y la desidia por algunas áreas de gran importancia para un país. Incluso los mínimos necesarios para tener un nivel de convivencia normal, que no se alcanzan, nos indican que vale la pena retomar este tema.
Lo primero será tratar de aproximarnos a los conceptos básicos: Democracia y Educación.
Creo que una aproximación a la democracia es una mixtura de ideales, inteligencia, imaginación, dialogo y, sobre todo, construcción de hábitos y su cultivo en aquellos que son indispensables para la vida civilizada: aprender a escuchar y argumentar bien.
Son necesarios para experimentar e ir acercándonos a los fines democráticos: el respeto a la propiedad, la necesaria participación en asuntos públicos, la honestidad en las decisiones públicas y el mantenimiento de esos logros.
En los últimos años ha recrudecido el interés y la necesidad de recuperar o, en algunos casos, construir la democracia en algunos de esos países, sobre todo en Latinoamérica.
Apreciar el legado ético y de conocimientos, basado en la experiencia que es condición de aprendizaje, nos sugiere una interrelación ajustada de los recursos para ir acercándonos a esa empresa política que es la democracia.
La educación, como medio para esa finalidad que es la convivencia humana, se puede definir como la posibilidad real de mantener los núcleos más importantes de lo humano, como es el matrimonio heterosexual y su apoyo del estado como entidad subsidiaria de esa familia, para lograr esos fines.
Estos supuestos los consigo con más claridad y precisión en “The Problem of Man” de J. Dewey, lo cual constituye un sentido pragmático, pero lleno de sentido común, para abordar esa relación entre lo que se quiere conseguir, la democracia, y los medios necesarios como la educación que, para este autor, “es la vida misma”.
Trataremos de ir desglosando, en varios artículos, aproximándonos más a esa relación entre la Educación y la Democracia.
*Fernando Vizcaya Carrillo es profesor de la Universidad Monteávila