El profesor de la Universidad Monteávila lamenta la situación actual de la educación pública y es enfático al asegurar que cuando se matan las universidades se está matando la intelectualidad
Javier Castro.-
Fernando Vizcaya, profesor y exdirector de la Facultad de Educación de la Universidad Monteávila, y profesor en la Universidad Simón Bolívar, expone cómo la virtualidad y la cuarentena afectan los distintos niveles educativos en el país y cómo en todos los casos la educación falla o se ve afectada por factores ajenos a ella.
“Hay información que viene pero que no se aprende”, afirma el especialista, quien también enfatiza la distinción entre educar e informar al explicar que el primer caso se refiere a un proceso más complejo y estructurado por encima del segundo.
El profesor concluye que en Venezuela se han extraviado nociones o conceptos vitales para el progreso de la sociedad y que ahora predominan los vicios sobre las virtudes en un ciclo dañino del que se debe salir para empezar a mejorar y mejorar como comunidad.
-¿Cuál es la evaluación que hace al cumplirse más de un año de clases a distancia?
En el grado educativo hemos descendido en todos los niveles. En preescolar y primaria son lamentables los alcances porque allí no solo es información lo que se requiere sino formación de capacidades, aprender a leer, aprender a escribir. Se requiere no solamente de unos instrumentos sino también de la participación afectiva que significa el esfuerzo que el estímulo da, el docente presente, y el empuje que deberían tener.
En bachillerato hay algo que me preocupa, además de este problema de la falta de adquisición de capacidades y destrezas, los conocimientos no se profundizan porque el riesgo de copiarse o copiar y pegar es mucho más amplio, sobre todo, porque son adolescentes y allí me preocupa la variación de las estructuras éticas, que el muchacho y la familia, en un alto porcentaje, ven como algo natural copiarse para salvar el año porque pagan colegios privados y en los colegios y liceos públicos el nivel de desconcierto es mucho más alto.
El problema más grave en la universidad es la disminución de la población de los cursos porque muchas veces la gente no tiene la capacidad de tener un equipo y conectarse y muchas veces los aparatos y los laboratorios están en un sitio que es inaccesible para los profesores. Hay una disminución grave con un porcentaje muy significativo y alarmante de la población de esos cursos, no solo en los pregrados sino en los postgrados también.
-¿Cómo considera el proceso de adaptación de los estudiantes y los profesores a esta modalidad?
La adaptación es un proceso cayetano que significa básicamente haber aprendido algo, adaptarse y cambiar el ambiente. Nosotros no asimilamos una cosa que no se aprende, creo que esta situación genera una disminución del aprendizaje, hay información que viene pero que no se aprende.
-¿Qué tan difícil ha sido este proceso, entendiendo las circunstancias que impone un país como Venezuela?
Las frases como “la tecnología llegó para quedarse” son frases que disminuyen el aprendizaje así como que este proceso nos ha rejuvenido, son falacias y frases que ignoran que el aprendizaje es un factor multiparental, educarse es del hogar y del centro de enseñanza que sigue las mismas instrucciones de la familia, cuando eso no está presente no se educa, solamente se informa y esa información llega solo cuando la persona que es receptora tiene disposición para aprender y honestidad para hacer los trabajos.
-Es innegable que está situación ha dejado en evidencia las diferencias entre la educación pública y la privada, ¿cuáles pueden ser las consecuencias de esta desnivelación?
Las diferencias se profundizan muchísimo, a unos niveles impresionantes. Imagínate un barrio donde no hay luz habitualmente y es algo intermitente, en los sitios donde el internet es totalmente intermitente porque depende también de la luz, la pobreza económica de los pobladores hace que no tengan equipos adecuados para ese tipo de educación, tenemos un año prácticamente sin clases presenciales. Hay algunas cosas esporádicas y algunos ejemplos muy edificantes de profesores y directores, pero no es suficiente.
-Cómo docente, ¿qué siente al ver a las principales universidades públicas del país paralizadas ante la falta de herramientas para abordar las clases a distancia?
Esa sensación que yo tengo es terrible, es estar en presencia de un cuerpo que se está muriendo. La sociedad vive cuando sus universidades están bien y produciendo. Cuando se matan las universidades públicas, que recogen más del 78% de la población venezolana, se está matando la intelectualidad. Un cuerpo se muere no cuando deja de palpitar el corazón sino cuando deja de tener actividad intelectual y eso es lo que nos está pasando en este momento.
Las universidades donde se está cayendo la infraestructura, estoy hablando de la UCV y la USB en este momento, son cosas que generan una tristeza muy grande y hay que evitar el odio porque no es cristiano, pero hay una intencionalidad clarísima en destruir esas universidades.
-¿Cuál ha sido la principal enseñanza de este año?
Básicamente, de la gente que tiene un poquito de madurez, nos equivocamos políticamente, tenemos unos errores muy graves en el concepto de democracia y tenemos que resolverlos. Si no existen ese tipo de fundamentos que vienen de la educación, es un círculo vicioso lo que se produce aquí: al no haber educación, no hay reflexión, al no haber reflexión no reconocemos errores, tenemos que romper ese círculo en algún momento y hacer lo posible por generar una mayor conciencia para producir en el país.
*Javier Castro es pasante de la Universidad Monteávila