Andrea Jofre.-

Al extremo norte de Suramérica se encuentra un país costeño, con un café famoso y con una historia que no ha dejado nunca de sorprender a nadie. En lo profundo de la selva colombiana, inmersos en sus costas y dentro de las cordilleras andinas, se esconden campamentos de la guerrilla más antigua de la región. ¿Por qué hoy se busca la paz? ¿De qué manera se perdió? Todo comienza cuando a finales de los años 40 la opinión pública solía hablar de pueblo vs. oligarquía, por lo que muchos no veían en la figura del ejército la defensa ciudadana. Tras el llamado Bogotazo en el año 1948 la autodefensa había llegado para quedarse, explicando que aunque el Frente Nacional no defendiera a los indefensos, serian ellos mismos los que comenzarían a defenderse solos.
Pasado un tiempo los aires de rebeldía no habían menguado, y es cuando izquierdistas revolucionarios como Jacobo Prías Alaspe, alias Charro Negro, y Antonio Marín Marín, alias Manuel Marulanda, alias Tirofijo, idearon la construcción de un fuerte el cual ubicaron en un pequeño territorio de Gaitania, en el departamento de Tolima, en la zona montañosa de la cordillera central de Colombia. Así nació la “Republica de Marquetalia”, la cual sirvió de refugio para guerrilleros y campesinos comunistas, que buscaban escapar del acoso de las autoridades. En enero de 1960 asesinan Charro Negro, lo que generó el alzamiento de su gente.
Dos años después y con la llegada a la presidencia de Guillermo León Valencia, se da inicio a un gran esfuerzo por alcanzar la “pacificación” total del territorio, siendo esta la primera vez que el gobierno buscase un acuerdo de paz, como hoy día tras 56 años de aquel tiempo. Para entonces el proceso de paz no dio frutos, y el gobierno y el ejército colombiano planificaron una ofensiva que denominaron “Operación Soberanía” con el objetivo de penetrar el campamento “República de Marquetalia”. Aquel acto trajo consigo varios uniformados abatidos y el crecimiento de la guerrilla, ya que desde varios rincones del país radicales de izquierda como Ciro Trujillo, Luis Alberto Morante y Jacobo Arenas llegaron para aliarse a Marulanda, creando el Bloque Sur, donde se lucharía por acabar con las desigualdades sociales, políticas y económicas, teniendo como misión erradicar la intervención militar estadounidense y establecer un Estado marxista-leninista y bolivariano. En 1966 cambian su nombre: Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
De allí en más Colombia ha estado a expensas de las actuaciones de este grupo, que usaba como modus operandi los secuestros extorsivos y la destrucción de infraestructura.
“No todos tienen vocación de guerrilleros, pero lo hacen por necesidad, ya que de allí perciben el dinero que sustenta sus familias”, explica el internacionalista Adolfo Salgueiro.
A pesar de las esperanzas de paz, y aun cuando incluso a Venezuela le convenga el fin de la guerrilla, el experto no cree el tratado se cumpla cabalmente.
“El acuerdo tiene puntos absolutamente perjudiciales para las FARC y no creo que lo cumplan porque la vía política no les dará la bonanza que la guerrilla si les da”, señala.
Salgueiro asoma el tema narcotráfico, algo que en los primeros años del frente guerrillero no existía por prohibición de los mismos comandantes rebeldes, hasta que tiempo después encontraron en ello una entrada gruesa de dinero fácil y comenzaron a cobrar vacunas a esos que utilizaban la selva como entrada y salida de dicho comercio.
“Se teme, y yo estoy dentro de esos que temen, que algunos efectivos de las FARC en desacuerdo se trasvasen al ELN, quienes están activos, no tienen ninguna conversación con el gobierno y seguramente tienen muchas ganas de acoger nuevos militantes, aunque no se si las ganas se compadecen con los recursos económicos que estos tengan”, sostiene el internacionalista.
Acuerdos fallidos
“Veo difícil que el acuerdo se cumpla”, subraya Salgueiro, quien resalta que no es la primera vez que el gobierno de turno intenta suscribir un acuerdo que lleve al país a la pacificación.
En 1981 el presidente liberal Julio Turbay creó una comisión de paz para procurar el final de la violencia. La negociación fracasó ya que el encargado de liderar el proceso renunció tras argumentar la negatividad por parte de la insurgencia.
En 1982 el presidente conservador Belisario Betancur dio inicio a otra negociación de paz, donde 27 jefes de los frentes firmaron el Acuerdo de La Uribe. Estas tratativas también fracasaron debido a la violación del cese de hostilidades y violencia.
En 1988 el presidente liberal Virgilio Barco comenzó nuevamente acercamientos de paz con las FARC. La negociación fracasó por el exterminio a manos de paramilitares de militantes del partido Unión Patriótica, el cual había nacido de la negociación de paz entre el gobierno y el frente Simón Bolívar y estaba conformado por la guerrilla, el partido comunista, y movimientos civiles y sindicales.
En 1990, cuando se efectuaban los comicios electorales para la asamblea constituyente, se propició un ataque por parte del ejército al campamento de las FARC, haciendo que la negociación fracasara. Ese mismo año el gobierno firmó un acuerdo de paz con el M-19, quienes hicieron entrega de las armas de fuego y buscaron convertirse en una fuerza política.
En 1991 en suelo venezolano el presidente César Gaviria reinició el diálogo con las FARC y el ELN, el cual fracasó ya que continuaron las acciones armadas desde ambos extremos. En 1992 se rompió cualquier mediación por el asesinato de un ex ministro que tenían secuestrado.
En 1998 el presidente Ernesto Samper buscó vías para un acuerdo de paz con encuentros en España y Alemania con la guerrilla, pero estos no prosperaron. A mitad del mismo año el recién electo Andrés Pastrana retiró a las fuerzas militares de una zona aproximada de 42.000 kilómetros cuadrados para que esa sirva como sede a la negociación, pero la paz tampoco se llegó a materializar.
En el 2002 Alvaro Uribe, con el apoyo de Estados Unidos, lanzó una ofensiva militar contra la guerrilla. Poco después inició diálogos con el ELN en Cuba. Entre el 2004 y 2005 México ayudó en las conversaciones. En el 2007 Venezuela volvió a ser la sede de la mediación con la ayuda de presidente Hugo Chávez.
En el 2012 el presidente Juan Manuel Santos anunció que su gobierno y las FARC firmaron un acuerdo que establecía una hoja de ruta para avanzar en negociaciones que tendrían lugar en Noruega y Cuba.
Hace un par de semanas, desde La Habana, con un estrechón de manos entre Santos y Rodrigo Londoño (alias Timochenko) las FARC y el gobierno ponían fin a casi seis décadas de guerra firmando el acuerdo que ordena el cese al fuego y de hostilidades, así como también el abandono de las armas.
Muchos ponen sus esperanza en creer que el 23 de junio del año 2016 será una fecha que quedará para la historia como el día en que ambas partes buscaron la paz, entendiendo quizá que la paz no es un evento si no un proceso y que la historia ha llevado al país durante a un largo proceso que, al menos en las primeras de cambio, parece haber llegado a su fin.
* Andrea Jofre es estudiante de Comunicación Social.