El jardí­n donde inició la aventura

Clara Ramí­rez.-

Durante la niñez, cuando iniciamos en la escuela y empezamos a dar esos primeros trazos de escritura, reconociendo las vocales y los números, al tiempo que llegan a nosotros libros como “Mi Jardí­n” para enseñarnos la lectura silábica y que con tanta emoción repasamos una y otra vez, llevando nuestra mirada junto al pequeño dedo í­ndice para decir “mi ma-má me a-ma” y nos alegra ver cómo poco a poco vamos logrando … ¡Leer! Y hasta llegamos a presumir inocentemente al decir: “Ya sé leer”. La cuestión es ¿dónde ha quedado esa expresión dentro de nuestra ajetreada vida?

Conforme seguimos avanzando y hemos dominado lo que en ese momento entendí­amos que era saber leer y escribir, nos hacemos menos conscientes del valor de estas fuentes de sabidurí­a y expresividad para el resto de nuestras vidas. Vamos creciendo y en la adolescencia probablemente se presentan algunos chispazos de curiosidad por la lectura, incluso algunos jóvenes pueden sentir entusiasmo por escribir lí­neas de amor y otras emociones humanas. Pero en general, la lectura y la escritura se van convirtiendo en actividades relacionadas con el ámbito académico: hay que estudiar para el examen o la exposición, hay que escribir la clase y la tarea.

Transcurren los años y llegamos a la universidad, la realidad cambia un poco, pero salvo que haya una motivación personal, leer y escribir continúa vinculada al proceso educativo que vamos transitando, con suerte algunas materias tocan nuestro corazón y nos conectan con el deseo de conocer más sobre esos temas, y eso es precisamente lo que desearí­amos muchos profesores: “Llegar al centro del corazón de nuestros alumnos y conducirlos al conocimiento”. Pero este desafí­o, depende de muchas variables (algunas podemos manipularlas y otras no) quizá la más interesante de estas es justamente el interés de nuestros alumnos por la clase que damos, porque leer y escribir, en la era digital, nos exige una labor adicional: comprensión.

El dinamismo y la inmediatez de las nuevas generaciones, sumado al aprendizaje intuitivo para el manejo de herramientas tecnológicas, nos hacen ver que la forma en que apreciamos el mundo desde la lectura y la escritura también ha cambiado y debemos simplemente comprenderlo para generar nuevas estrategias que atrapen a nuestros pequeños, medianos y grandes potenciales escritores (y buenos lectores).

Con estas lí­neas, deseo invitarlos a reflexionar sobre el valor de la lectura y de la buena escritura. La lectura nos invita a conocer otros mundos, es un viaje y una aventura para cuestionar y preguntar sobre el qué, el cómo y para qué de todo lo que nos rodea, del pasado, del presente y del futuro según el gusto de cada quien, de lo real y lo imaginario. La escritura, por su parte, nos presenta ante los demás, nos caracteriza, habla de nosotros y de nuestras fortalezas, de nuestro carácter y posición frente a los temas de la humanidad. 

Entonces, te pregunto: ¿Cuál fue el último libro que leí­ste con detenimiento y por placer? ¿Fue acaso “Mi Jardí­n”? ¿Cómo va tu escritura? ¿Cuántas cuartillas puedes escribir sobre un tema que te guste? En la próxima entrega te cuento mis respuestas a estas preguntas. ¡!Hasta entonces!

*Clara Ramí­rez es profesora de la Universidad Monteávila

4 comentarios en “El jardí­n donde inició la aventura

  1. El libro más reciente que leí por placer y con detenimiento fue «Tess, la de los d’Urberville»

    Confieso que ahora que lo preguntas, reflexiono y me doy cuenta que te go más facilidad para escribir y solo lo hago cuando me siento con tiempo e inspirada

  2. Excelente reflexión… Me obligó a realizar un recorrido por mis etapas educativas..! Increíble darme cuenta como la tecnología logra la distancia de un recurso tan valioso y saludable como es leer y escribir… Me encanta escribir…!
    Mi último libro leído Los caballeros las prefieren Brutas. De Isabella Santo Domingo

  3. Buen artículo bella, gracias
    El último libro que leí con detenimiento y placer fue Lazos de Amor de Brian Weiss
    Me gusta leer, lo de escribir me cuesta, pero si me doy cuenta que a medida que leo, mi vocabulario se enriquece y cuando me siento inspirada escribo desde mi corazón

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