Willmar Tarazona.-
El auge de las plataformas con contenido on demand ha impactado, sin lugar a dudas, a la industria de la televisión en todo el planeta. Ver una serie en Netflix, Amazon Prime Video, Disney +, HBO GO, YouTube, entre muchas más, ha cambiado los hábitos de consumo irremediablemente para siempre.
Y es que el surgimiento del covid-19 terminó de impulsar este cambio en la forma de consumir productos audiovisuales seriados o no, que hasta hace poco solo convivían en la pantalla chica, siendo los motores principales de los rating, produciendo a su vez ganancias millonarias para las televisoras por publicidad.
Pero el negocio cambió y un miedo natural recorre desde entonces la sangre de los dueños de los canales de televisión, al ver el indetenible aumento de subscriptores a estas plataformas y los cada vez más bajos niveles de audiencia por no poder ofrecer productos de tan alta calidad y hacer el negocio sostenible al mismo tiempo. Según una encuesta mundial realizada por la consultora Simon-Kucher en once países en 2019, el interés por la oferta televisiva habitual estaba disminuyendo drásticamente y con la pandemia es claro que aún más.
En este estudio se determinó que más de dos tercios de los encuestados dijeron que para ellos el ‘streaming’ sustituyó en sus vidas la televisión tradicional o lineal, especialmente entre los jóvenes, aunque también televidentes de mayor edad están usando cada vez más esta tecnología en la medida que aprenden a usarla.Entonces surge la pregunta, ¿está condenada a desaparecer la televisión? La respuesta es clara: si, al menos la televisión lineal. Y los argumentos son muy claro: ahora quien tiene el control es realmente el usuario, quien personaliza su experiencia, optimiza su tiempo y acepta esta nueva relación precio-valor como más justa.
La única esperanza de supervivencia ahora mismo para la TV es su adaptación al nuevo entorno digital. Elena Neira, en su libro “Streaming Wars: la nueva televisión”, plantea el concepto de la “televisión líquida”, una que se transforma, se adapta y puede fluir por diferentes soportes o plataformas, según convenga en cada momento.
Aún en Latinoamérica este concepto está lejos de desarrollar toda su potencialidad, pero, ciertamente, es un camino ineludible que tendrán que recorrer las televisoras – y cableras por extensión – para subsistir en este nuevo amanecer, donde los productores de contenidos se adaptan a los consumidores y no al revés.
Ya cada vez es menos ficción aquella sala de la familia de Martin McFly en “Volver al futuro II”, ¿o no?
*Willmar Tarazona es coordinador del postgrado de Periodismo Digital de la Universidad Monteávila