Rodolfo Bolívar.-
Cada uno de los autores que se adhirieron, -desde diferentes perspectivas humanas basadas en la persona-, a la corriente personalista, aportaron sus visiones y posibilidades, fue un movimiento si se quiere heterogéneo.
El primer promotor del personalismo, Emmanuel Mounier (1905-1950) fundador de la revista Esprit en Francia, desde una creencia cristiana volvió su mirada a la persona humana, definiendo a esta persona como un ser espiritual constituido como tal por una forma de substancia y de independencia en su ser, estableciendo una jerarquía de valores referenciales, estimando las virtudes humanas, en libertad participada al “Ser Supremo’, Dios, con compromiso responsable por sus acciones, desarrollando creativamente cada singularidad y cada dignidad de la persona humana, creada con una vocación establecida e inclinada a realizar las acciones que lo manifiesten ser-creatura en orden de lo divino.
Así las cosas, respondió Mounier, como Marcel y muchos otros personalistas – Maritain, Marías, Wojtyla, Stein-, a los movimientos políticos totalitarios del siglo XX que dieron lugar a las grandes guerras mundiales, que hicieron emerger contenidos de vida socio-político con tendencias comunistas y fascistas, amparados por filosofías materialistas y existencialistas respectivamente; igualmente desde la persona se enfrenta el personalismo a la exacerbación idolátrica del dinero propuesto de alguna manera por sistemas capitalistas deshumanizadores y solo preocupados por ganancias económicas infinitas dejando de lado a la persona humana, la dignidad y el sentido de la vida.
Hoy vemos que la reivindicación de la persona humana, pasa por el rescate de su propia esencia, dejada atrás por la existencia que se antepone al ser; propone el personalismo la aceptación de la verdadera naturaleza humana, desvirtuada por autores existencialistas y dejada de lado al momento de hablar de libertad, dialéctica de la conciencia y la angustia de no tener referencias morales que guíen el camino hacia el redescubrimiento de la esencia del hombre, un ser sexuado: varón y mujer que es afecto al nivel corporal, espiritual y afectivo, con destino último el amor.
Un amor que parte de la creación de Dios y que dispone al hombre a seguirle manifestando su señorío en el mundo y convidándole a dar una respuesta del mismo calibre en el amor, donde los aspectos somáticos, los rasgos subjetivos y personales del ser, tienen la relevancia necesaria para aceptar desde la interrelación con el otro, nuestro par, la condición de ser humano con naturaleza específica y con un llamado especial a la realización plena del ser.
Buscan los personalistas la transformación de la sociedad, con especial interés por el sujeto humano, la conciencia personal con base en un yo proclive a un nosotros y una total restauración de la libertad humana, inherente al ser y definida por el bien trascendente, en palabras de Marcel, la recuperación del sentido del hombre, su valor. antropológico.
Rodolfo Bolivar es director de la escuela de Administración de la Universidad Monteávila