Personas en la transformación

Rodolfo Bolí­var.-

Al acompañar a una persona en un camino espiritual, nuestro horizonte debe ser el mismo horizonte de Dios, lo cual estimo es la comunión plena de amor, que se refleja ya en este plano en ‘la communio personarum’, la comunión personal, y es que la base de todo acompañamiento, debe implicar una relación, ya que nos relacionamos como personas; un tipo de relación de sujeto a sujeto, no de sujeto a objeto o que incluso nos consideremos meros individuos.

           Y es que Dios desde su Misterio Trinitario se revela como tres Divinas Personas que reflejan cada una en separado la existencia de un único Dios, en su plenitud de amor, mostrando su inseparable unidad. Por ello el camino a transitar desde un principio en el acompañamiento espiritual, debe ser uno de amor, no entiendo un camino espiritual sin propiciar el amor fraterno, en clave de solidaridad y ágape divino, creo que allí­ debe estar la riqueza de una senda espiritual cristiana.

            Es claro que debemos seguir el ritmo de quien es acompañado y no imponer nuestro paso, puede denominarse como un arte de paciencia, sapiencia y espera, se trata de ser humanos, ser plenamente humanos, ser divinamente humanos, y es que la humanidad debe tender a lo divino y al amor de Dios, es esa humanidad establecida desde la creación lo que nos diferencia del reino de la Animalia y es allí­ donde está nuestra grandeza de seres con razón, una razón que nos lleva a entender las dificultades de un camino sin guí­a, de una vida sin sentido, de un propósito mí­nimo sin significado.

           Y es lo que el autor Luis J. González nos refiere en Terapia de plenitud personal, se trata de modificar y transformar a un ser en el camino espiritual emprendido y ser personas en el mismo camino de facilitador de desarrollo humano, esto es acertado ya que es lo que somos, seres únicos, responsables y libres para amar, no podrí­a estar más de acuerdo.

            En la búsqueda de acompañar es totalmente cierto que debemos ser auténticos, y allí­ manifestando nuestra propia verdad haremos bien al otro, ese sentido del otro que bien refiere el filósofo Levinas y que se inspira en los evangelios. No me agrada, puedo decir me disuena la clasificación por grados, el amor cristiano es pleno y así­ pienso debe reflejarse, entiendo ciertos convencionalismos creados para fines didácticos o incluso logí­sticos al momento de planificar un acompañamiento espiritual, pero siento frialdad y distancia en categorí­as de este tipo, sí­ se trata de respeto y responsabilidad al momento de estar junto a quien lo necesite, y se amerita un orden, creo que es un orden que debe estar pleno de amor.

            ‘La persona como ágape’ una recomendación con un efecto exponencial enorme que le da nido a la dignidad humana y permite el desarrollo de todas sus potencialidades a la persona.

*Rodolfo Bolivar es director de la escuela de Administración    @rodolfo_bolivar_

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