Alicia ílamo Bartolomé.-
La gente cree que el santo nace, no, se hace. Ingenuas biografías hablaban de niños que los viernes no mamaban, San José María Escrivá decía: Nosotros no, nos colgábamos del pecho de nuestras madres sin importarnos viernes ni témpora. Santos como San Francisco de Sales  tenía muy mal carácter y luchó contra este toda su vida. Santa Teresita del Niño Jesús que fue santa desde muy niña siendo la menor de sus hermanas y quedó huérfana de madres desde muy niña y un poco consentida, tenía su melindres, en cambio Santa Teresa de Jesús, su patrona, era de una carácter vivaz y revoltoso, ¿ y quienes mas pecadores que María Magdalena y San Agustín?.
El Beato José Gregorio Hernández tenía sus defectos, de primera mano, conozco dos, y uno de segunda mano. Mi tía Rosa Amelia ílamo cuando nombraban a Dr Hernández hacía un mohín de desagrado. Lo conoció en el cuarto de enfermo en Caracas de su padre o de su hermano. Él creyendo que era una criadita entrometida, la sacó del cuarto y ella se ofendió quizás porque lo hizo un poco bruscamente.
El Dr. Sánchez Carvajal conocido ginecólogo y partero fue discípulo del Dr. Hernández y cuando en una conversación alguien le preguntó si José Gregorio era santo le oí decir: Era un gran científico y un gran maestro, y en su muy caraqueña manera de hablar dijo: Pero santo no… . Cuando le pregunté porqué me contestó: Cuando se enojaba con un estudiante lo golpeaba con el microscopio. Una compañera de estudio me contó que estando su mamá de niña enferma la fue a ver el Dr. Hernández y se equivocó en el diagnostico de la enfermedad.
Y ese hombre con ese carácter es santo hoy. Y ese hombre con esa equivocación científica es santo hoy.
Alguien me decía que en las artes plásticas la única que no agrega nada sino que quita, es la escultura. Miguel íngel que trabajaba grandes bloques de mármol en espacios abiertos en la ciudad, estaba trabajando en uno y un muchachito pasaba por allí y un día viendo la figura que salía del mármol le preguntó: ¿cómo sabias que estaba allí?.
En el alma nuestra, en ese bloque que parece insensible, está escondido Cristo y el gran escultor del universo que a fuerza de golpes de cincel va sacando la obra maestra. Cuando el trabajo está completo somos como Cristo, somos santos.
La vocación a la santidad es universal. Se perfectos como vuestro Padre es perfecto, dice Cristo en el evangelio. Pero la santidad no se alcanza sin los golpes de cincel, del dolor, la renuncia, el sacrificio, la entrega a los demás, camino arduo que no terminará sino con el último golpe de cincel con el cual Dios completará la más hermosa obra que es el alma santa. Bienvenido dolor y sufrimiento y bienvenido José Gregorio a los altares
*Alicia ílamo Bartolomé es decana fundadora de la Universidad Monteávila