Sentirse menor

Alicia ílamo Bartolomé.-

Hoy me siento a tono con el tí­tulo de esta columna: me siento menor. ¿Cómo una persona con tantos años encima puede sentirse menor? De muchas maneras: menor de estatura, ahora mido mucho menos que en mi juventud, estoy hecha un taponcito; menor en capacidades fí­sicas e intelectuales, me canso de nada, cortas caminatas, pequeños escritos; menor por presencia en la sociedad, no estoy en ninguna parte sino en mi casa, confinada por la pandemia, porque no tengo vehí­culo ni chofer, ni quiero salir para la calle; menor por voluntad propia, por camino de vida interior. Me amenoricé (no sé si existe el verbo amenorizar, en todo caso lo invento, tome note la RAE).

Claro que este nuevo verbo inventado por mí­ podrí­a ser remplazado por el verbo disminuir, incluso por una forma antigua de éste, menorar, pero no expresa lo mismo, siento que amenorizar es más psí­quico, es un voluntario volver a la infancia y sus virtudes, disminuir y menorar  son más cortantes.

Vivimos una época contraria a la de sentirse menor. Hombres y mujeres se creen poseedores exclusivos de sus vidas y sus bienes, pocos piensan en el otro. Eso se llama soberbia. Es un pecado capital, el peor, porque es el caracterí­stico de satanás. Hay tipos que se jactan: Es mi casa y yo hago en mi casa lo que me da la gana. Gran mentira, primero, no es su casa, es un préstamo que le hizo Dios para que tuviera techo; segundo, no puede hacer lo que quiere a menos que viva solo, si hay otro, tiene que considerar lo que quiera ese otro. Si no, es un déspota, ¿y de qué puede estar orgulloso un déspota?,¿de ser detestado por todo el mundo?, ¿es eso un bien?

Las exaltadas feminista dicen que son dueñas de su cuerpo y del hijo que llevan dentro; por lo tanto, pueden abortarlo sin consultar con nadie. Falso. No son dueñas ni de su propio brazo. Vayan a un hospital para que le corten uno porque quieren ser mancas. No encontrarí­an médico que lo haga. Ah, pero el infanticidio sí­ porque son dueñas del feto, proclaman y echan una vida humana a la basura. Pues no y quien les practique el aborto las está dejando mancas de espí­ritu. Ninguna mujer podrá olvidar nunca que encargó el asesinato de su propio hijo. Su alma queda marcada.

¿Qué sabí­as tú si en ese hijo no nacido vení­a la felicidad de tu vida, un sabio, un gran cientí­fico, artista, deportista, santo, héroe o benefactor de la humanidad? Mandaste a cegar un potencial humano. Nadie puede asegurarlo, pero tampoco que ibas a dar a luz un delincuente o un degenerado. Mataste una esperanza. En cada aborto no sólo hay un abominable crimen de la ví­ctima más pura, inocente y que no puede defenderse, sino la extirpación irrecuperable de un partecita del corazón de la humanidad. Éste se irá extinguiendo hasta que no pueda vivir la caridad. Del mundo desaparecerá el amor. Terrible fin de nuestra historia.

No podemos dejarnos apabullar por la cantidad de teorí­as y prácticas que abogan por aberraciones como el aborto, la eutanasia, el suicidio asistido, la ideologí­a de género y otras ideas antinaturales que son aupadas por una gran propaganda pagada por laboratorios, organizaciones económicas y polí­ticas que obtienen grandes dividendos con estas actividades inmorales que degradan, primero, a la mujer, luego, con ella, a la familia y, finalmente, a la sociedad. No sólo van contra la ley de Dios, sino contra la simple ley natural. Y satanás está cumplido.

Para combatir ese mal del divismo, de la soberbia que caracteriza al hombre de hoy, sobre todo al polí­tico, vamos a sentirnos menores, sólo hijos pequeños de Dios, confiados en la protección paternal de sus brazos, siempre abiertos para recibirnos, confortarnos y devolvernos la confianza que acaso hemos perdidos en los avatares de este mundo. Amenorizarnos es devolvernos a la simplicidad e inocencia de la infancia, justamente para alcanzar la madurez del espí­ritu. Desvestirse de lastre, rémoras y sargazos de los mares contaminados de la tierra y poseer la plena y pura libertad de las almas sin ataduras. Crecer disminuyendo, bajando, para subir muy alto.

*Alicia ílamo Bartolomé es decana fundadora de la Universidad Monteávila

Un comentario sobre “Sentirse menor

  1. Excelente , que forma más clara , para que entiendan, lo que Es y lo que conlleva el Aborto y en lo que se vuelve en cierta forma, la mujer que intencionalmente aborta. Es un llamado al respeto a la Vida, y tratar de que se Eduque en Valores morales eticos, etc., a los hijos (as), Un llamado a la conciencia..

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