Entre añoranza y compromiso cierra la Monteávila este año 2020

Estudiantes atesoran el regreso a las aulas

Javier Castro-

Monteávila

La pandemia marcó un punto y aparte en el mes de marzo, afectando de manera sensible el desarrollo de las actividades habituales. La academia no escapó de esta realidad y, desde la Universidad Monteávila, se tomaron medidas de forma inmediata para lograr la continuidad de los procesos educativos.

Este hecho cambió la dinámica de todas las partes involucradas, tanto estudiantes como docentes se enfrentaron a un nuevo esquema de enseñanza y a procesos no conocidos que permitieron la continuidad de los semestres y los años académicos. Incluso hasta se logró en el mes de noviembre la graduación de la XVII promoción de la UMA.

Para el profesor Felipe González, director de la Escuela de Comunicación Social, es necesario hacerse una “distinción importante” para hablar de las clases a distancia de este 2020, en vista de que se vivieron dos experiencias distintas, a su parecer.

“Hay que entender de forma distinta el final del año académico pasado (2019-2020) y el año académico que empezó en septiembre (2020-2021), debido a que la pandemia tomó por sorpresa a todos e interrumpió el final de un curso planificado de forma presencial y requirió, para no perder el año, el esfuerzo de toda la comunidad estudiantil y la adaptación sobre la marcha de un plan por parte de la universidad ante esta crisis mundial que melló el rendimiento de los alumnos y la dinámica de las clases en si mismas”, afirmó González.

Reiteró que la diferencia entre ese año y el comienzo del nuevo proceso académico de septiembre lo marcó la planificación que estaba mucho más clara y mucho más afinada como resultado del aprendizaje del otro periodo.

“Sufrimos mucho con el cierre del año académico pasado pero al final creo que conseguimos el objetivo de una forma adecuada, y ese mismo sufrimiento nos tuvo mucho mejor preparados para este inicio de año académico”.

El profesor considera que ante la posibilidad de escenarios “más apocalí­pticos”, las medidas que se tomaron fueron las adecuadas. También señala que este ha sido un reto con dificultades para todos por igual, no solo alumnos, profesores o las autoridades sino toda la comunidad universitaria.

Este sistema a distancia genera ansiedad tanto para estudiantes como para profesores, no dirí­a que por la precariedad de las conexiones sino porque es un sistema al que estamos poco habituados”.

Por su parte, la profesora Clara Ramí­rez, integrante del vicerrectorado académico, recalcó la planificación que realizó la universidad Monteávila para que este proceso de enseñanza a distancia fuese lo menos traumático posible para los miembros de la comunidad umaí­sta y se alcanzaran los objetivos deseados.

“El plan diseñado por la universidad tomó en cuenta todas las nuevas aristas vinculadas, especialmente, con el uso de las herramientas tecnológicas, para brindar las posibilidades de desarrollar un proceso académico, desde sus distintos roles, con la mayor eficacia y transparencia posible. El plan contempló formación de profesores, de estudiantes y se brindó una bienvenida cercana a los nuevos ingresos, lo que ha permitido que nuestros estudiantes avancen con éxito y tranquilidad su primer trimestre del año académico”.

En este proceso, Ramí­rez valoró el trabajo en equipo de la comunidad, las alianzas estratégicas alcanzadas que “nos ha permitidon salir adelante en estas circunstancias”.

La distancia impone nuevos ritmos

Los alumnos de la Universidad Monteávila también tienen una apreciación similar y comparten las dificultades que la educación a distancia implica en Venezuela. Sin embargo, reconocen que ha sido una oportunidad que les permitió continuar con sus estudios, a pesar de los cambios de ritmos y la distancia con el aula de clases tradicional.

Salvador Galati, estudiante de Comunicación Social, del cuarto año de la carrera, agradece la compresión que los profesores han tenido con las asignaciones y los problemas vinculados con los servicios de luz e internet, ya que ‘eso es importante para mantener el ánimo y las ganas de continuar con las clases virtuales, porque son para largo rato”.

Resalta las bondades de Google Meet y Classroom como herramientas en este proceso educativo al considerarlas “sencillas y prácticas”, salvadoras de este 2020, responsables de que las clases remotas sean ‘bastante buenas”, a su parecer. Sin embargo, agrega que le gustarí­a que los profesores subieran textos con el contenido de cada clase para los que no pudieron asistir al encuentro virtual por algún inconveniente o aquellos que no puedan ver la grabación de la clase tengan un apoyo no visual de lo tratado ese dí­a.

Por su parte, Leidy Francis, también estudiante de cuarto año de Comunicación Social, asegura que este año ha significado un arduo reto para ella debido a los problemas de conexión y a las pocas harremientas tecnológicas que tiene a su disposición.

Mi única herramienta de trabajo es el teléfono y solo dependo de mis datos ya que no tengo internet, los problemas de luz son constantes y no solo en mi caso sino que muchos tienen que tratar con esto. Me parece que tenemos que ver clases que son sumamente prácticas y requieren fundamentalmente que sean presenciales”, afirma la joven quien también considera que las relaciones interpersonales se han visto afectadas bajo esta modalidad, ya que no “nos relacionamos tanto como lo hací­amos en la universidad”.

A pesar de las dificultadades asegura que esta situación también tiene sus puntos positivos, ya que “ahora podemos  administrar un poco más el tiempo y saber valorar lo que tení­amos antes, nuestras clases presenciales”.

En este mismo sentido, se pronuncia Valentina Maza, quien cursa el 4to año en la facultad de Administración, al reconocer que en un principio se sintió “encantada” por no tener que madrugar para ir a la universidad, vivir el metro y “esos desastres”. No obstante, luego de varios meses de distancia esa sensación de alegrí­a se agotó y ahora la embarga una sensación de nostalgia por su casa de estudio. “Espero que en enero podamos regresar todos, aunque sea con distanciamiento”, concluyó.

Ante esta interrogante, el profesor Felipe González explica: “Todos queremos regresar, pero cuándo será nadie lo sabe, lo cierto es que sea cual sea la circunstancia, estaremos preparados”.

*Javier Castro es estudiante de la Universidad Monteávila

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