CCL aniversario del natalicio de Beethoven

historias del futuro

Emilio Spósito Contreras-

historias del futuro

Forma de gobierno, proceso judicial, discapacidad, testamento, derechos de autor… son muchas las facetas jurí­dicas del gran compositor Ludwig van Beethoven (1770-1827), uno de los compositores más importantes de la Historia de la Música y de quien el próximo 16 de diciembre, conmemoramos 250 años de su nacimiento.

Beethoven nació en Bonn, entonces ciudad del Principado eclesiástico de Colonia, parte integrante del Sacro Romano Imperio. El horizonte cultural del insigne músico estuvo orientado hacia la musical Viena, capital de los archiduques de Habsburgo, también dentro del marco del vetusto imperio.

Entre sus principales mecenas, precisamente, se contaron Maximiliano Francisco de Austria (1756-1801) y Rodolfo de Austria (1788-1831); entre sus maestros, el compositor clásico Joseph Haydn (1732-1809) y el italiano Antonio Salieri (1750-1825), conocido como rival de Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791).

Según Ferdinand Ries (1784-1838), amigo y alumno de Beethoven, éste admiró a Napoleón Bonaparte (1769-1821), mientras personificó los ideales de la Revolución Francesa y se especula que habrí­a dedicado su excepcional Sinfoní­a número 3 –Heroica– (Sinfoní­a en mi bemol mayor, opus 55), de no haberse coronado Emperador de los Franceses.

En tal sentido, debe aclararse que la aludida sinfoní­a es de 1802-1803 y Napoleón no se coronó emperador hasta 1804. No obstante, lo que es cierto es que el corso se convirtió en cónsul vitalicio el 2 de agosto de 1802. Las ansias de perpetuarse en el poder, quizás más que el propio tí­tulo de emperador, fue lo que pudo desilusionar al genial compositor.

Un desencanto similar, se dice ocurrió en el joven Simón Bolí­var (1783-1830), tras la referida coronación “imperial” y, sobre todo, como Rey de Italia, en 1805, cuando Bolí­var junto a Fernando Rodrí­guez del Toro (1772-1822) y Simón Rodrí­guez (1769-1854) recorrí­an el camino entre Parí­s y Roma, rumbo al Monte Sacro.

Beethoven mantuvo una amarga disputa judicial con su cuñada Johanna Reiss (1786-1869) por la tutela de su sobrino Karl van Beethoven (1806-1856), pero quizás su mayor problema fue la progresiva sordera que, aunque le afectó en el ánimo, afortunadamente no le impidió continuar su prolí­fica carrera de compositor.

En el llamado Testamento de Heiligenstadt, fechado el 6 de octubre de 1802, el músico describe su desesperación ante su creciente discapacidad: “Cómo era posible que yo admitiera tal flaqueza en un sentido que en mí­ debiera ser más perfecto que en otros, un sentido que una vez poseí­ en la más alta perfección, una perfección tal como pocos en mi profesión disfrutan o han disfrutado”.

La fama de Beethoven traspasó barreras temporales y geográfica y sabemos que, en la edición de El Cojo Ilustrado número 305 del 1º de septiembre de 1904, se incluyó un retrato suyo y una breve reseña biográfica. También entre nosotros, Carlos Brandt (1875-1964) escribió la biografí­a: “Beethoven, su vida, su obra y el sentido de su música” (Editorial Cecilio Acosta. Caracas, 1940).

Por su parte, el maestro José Antonio Calcaño (1900-1978) escribió un artí­culo sobre Beethoven en Actualidades (1920-1922) –la revista cultural fundada por Rómulo Gallegos (1884-1969)– y montó obras del compositor alemán para un celebrado concierto del Orfeón de la Universidad Central de Venezuela, en 1944.

El 12 de enero del 2003, la partitura original de cerca de 200 páginas de la Sinfoní­a número 9 –Coral– de Beethoven (Sinfoní­a en re menor, opus 125), depositada en la Biblioteca Nacional de Berlí­n, fue inscrita oficialmente en la lista del Patrimonio Mundial de la Humanidad de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).

En 2005, para sorpresa de los grandes sellos discográficos, la British Broadcasting Corporation (BBC) ofreció por tiempo limitado, gratuitamente y en formato digital, la difusión de las obras de Beethoven, especí­ficamente sus famosas nueve sinfoní­as. Ello planteó el problema del copyright o derecho de autor, no tanto del genio de Bonn, sino de las interpretaciones de sus obras. En el caso de Alemania, por ejemplo, los derechos de autor están reconocidos desde 1837, diez años después de la muerte del músico.

En todo caso, para este 16 de diciembre, invitamos a los gentiles lectores a escuchar la obra de Ludwig van Beethoven, capaz de conmover a los hombres –sepan mucho o poco de música– con la misma intensidad del primer dí­a, así­ como meditar sobre la vida de un músico excepcional que, como todos nosotros, también se vio afectado por el Derecho.

*Emilio Spósito Contreras es profesor de la Universidad Monteávila

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