Viviana Perrone.-
La pandemia de COVID-19 supuso grandes cambios en nuestra cotidianidad, y si bien se habla bastante de su repercusión en el ámbito económico, no se debe olvidar su impacto en la educación. Como es sabido, son tiempos de poca interacción personal, cercanía y contacto físico, lo cual es imprescindible en la efectiva formación educativa de un individuo.
El proceso educativo en condiciones normales (de forma presencial) se caracteriza por el intercambio de opiniones e ideas, análisis, reacciones, debates, discusiones, feedback, trabajo en equipo y dinámicas personales. Todo esto conforma y enriquece la adquisición de conocimientos tanto teóricos como prácticos, y dentro de estos elementos se toma en cuenta el tono de voz, ritmo, postura corporal, expresiones faciales y lenguaje gestual, lo cual complementa la dinámica común de aprendizaje.
Distintas alternativas tecnológicas se han implementado y adaptado al sistema educativo de nuestro país, para así continuar con la formación académica de nuestra generación. Métodos como video conferencias, charlas online, seminarios en redes sociales y la utilización de correo electrónico han sido protagonistas. Si bien es un paso hacia la modernidad, implica un proceso de ajuste y no se debe olvidar la manera tradicional de enseñanza, la cual es netamente personal e implica cercanía e interacción cara a cara.
Aunque las redes sociales y nuevos métodos nos permiten innovar y crecer junto a la tecnología, se extraña las aulas de clase, la interacción con los profesores y la dinámica educativa tradicional.
Viviendo en uno de los países con la velocidad a internet más lenta del mundo, aplicar estos métodos resulta complicado, mencionando igualmente la grave problemática de infraestructura eléctrica que se atraviesa a nivel nacional. Para lograr una sencilla adaptación opino que se debe invertir primeramente en servicios eléctricos y equipo tecnológico, mejorar el sistema de banda ancha y priorizar la educación. Venezuela no se resiste a un cambio, pero sin herramientas y medios, no existe posibilidad de.
Aunque las redes sociales y nuevos métodos nos permiten innovar y crecer junto a la tecnología, se extraña las aulas de clase, la interacción con los profesores y la dinámica educativa tradicional. Espero sea este un momento de reflexión y crecimiento personal, con objetivo de nosotros los alumnos dar lo mejor de cada uno y no truncarnos la educación y el futuro con prejuicios y excusas. Como humanos somos capaces de errar, adaptarnos y superar los obstáculos que se interponen en nuestra formación.
En estos momentos valoramos el trabajo de los educadores, quienes se esfuerzan por continuar con su labor y formar al país, y reconocemos el optimismo por parte del alumnado. Pienso que la educación es un derecho y el humano debe permitírsela, al igual que debe siempre optar por acudir a ella. Ante las adversidades como este virus, que es de carácter mundial, solo contamos con no resistirnos a las nuevas alternativas y hacer lo que esté a nuestro alcance para continuar aprendiendo.
*Viviana Perrone es estudiante de la Universidad Monteávila
*Fotografía. Cortesía