Felipe González Roa.-
Hace unos 2 años, cuando recién comenzaban las actividades académicas de ese período, la Facultad de Ciencias de la Comunicación e Información, contando con el inestimable apoyo del Centro de Estudiantes, especialmente del Cineclub y de su entonces presidente, Tomás Rivero, proyectó la película Hugo (La invención de Hugo Cabret fue llamada en Venezuela) en un evento que tenía como propósito fundamental dar la bienvenida a los alumnos que iniciaban su recorrido en la UMA.
Ese día el director de la Escuela de Comunicación Social, envuelto en el trajín propio de su trabajo, no pudo ver la película. Sí lo había hecho unos años antes pero, más allá de considerarla una bonita cinta, realmente no le prestó mayor atención. Unas semanas después tuvo la oportunidad de volver a verla, algo que se repitió hace algunos días, en estos tiempos de cuarentena.
Probablemente sea por el tedio con que se desarrollan muchas de las horas de los días, o por la introspección que propicia estar tanto tiempo en casa, pero en este momento sí pudo apreciarla desde otra perspectiva.
Un comunicador social, fundamentalmente, es un profesional en la construcción y difusión de mensajes
Hugo, estrenada en el 2011, fue dirigida por Martin Scorsese. Esta cinta, por supuesto, nada tiene que ver con la tradicional temática de mafia con la que suele asociarse el realizador estadounidense. En cambio presenta la historia, con ciertas licencias poéticas, de Georges Melií¨s, uno de los pioneros de la industria cinematográfica. Ambientada en el París de los años 30 del siglo XX, la película mezcla tonos melancólicos y de ensoñación que permitan al espectador disfrutar de una agradable experiencia.
Sin pretender darle a este filme una relevancia mayor de la que tiene, no sería descabellado afirmar que todo comunicador social, especialmente todo estudiante que inicie este camino, tiene que disfrutar de este largometraje, el cual resalta dos áreas estrictamente vinculadas con la carrera: el cine y la lectura.
Un comunicador social, fundamentalmente, es un profesional en la construcción y difusión de mensajes, los cuales procura que generen una influencia positiva en la sociedad. Dentro de este proceso la forma de narrar historias es crucial, tanto en lo que implica el trazo de la creación como en los modos (estéticos y críticos) que pueda emplear, todo lo cual está resumido en la cinematografía.
Es realmente difícil hallar un comunicador social que no disfrute del cine, que en sus años de estudiante no haya coqueteado con la posibilidad de seguir ese camino o que no tenga entre sus placeres el sentarse para ver una buena película (o no tan buena, que para gustos los colores).
Sería muy satisfactorio también poder afirmar que no hay comunicador social que no disfrute de la lectura. Las letras, su dominio, es una habilidad que no puede despreciar el profesional de la comunicación, que jamás debería dejar de tener bajo su brazo un libro que le permita dibujar su imaginación, enriquecer su vocabulario, darle alas a su capacidad de pensar.
La película Hugo inevitablemente invita a recordar cuáles fueron las primeras lecturas que trazaron nuestro camino
La película Hugo inevitablemente invita a recordar cuáles fueron las primeras lecturas que trazaron nuestro camino. En el caso de este articulista fue Robinson Crusoe, del escritor inglés Daniel Defoe, libro en el que se sumergió cuando solo era un niño.
Hoy, cuando los teléfonos inteligentes nos inundan, cuando vivimos deslumbrados por el transcurrir de los segundos en las redes sociales, es cuando más debemos recordar la importancia de retomar el hábito de la lectura, sobre todo en los más jóvenes. Antes de tener en sus manos un aparato con botones, pantallas y colores, lo primero que debe abrazar un niño es un libro.
Porque, al pasar de los años, siempre será posible descubrir quién creció entre páginas y letras y este, siempre, vivirá la vida de un modo diferente.
Pero, aunque no se haya empezado a leer desde niños, siempre se estará a tiempo para iniciar un buen libro, sobre todo en tiempos de cuarentena.
*Felipe González Roa es director de la Escuela de Comunicación Social de la Universidad Monteávila