Sandra Leal.-
Estas reflexiones están enfocadas en las tareas escolares que los estudiantes están desarrollando en casa durante la cuarentena; la realización y entrega de estas tareas funcionan como el requisito suficiente y necesario para continuar y finalizar el año escolar 2019-2020. Pero la dinámica desatada por las tareas ha revelado una variedad de errores, abusos, vicios y vacíos pedagógicos que presento a continuación.
Quiero comenzar este análisis destacando la expresión «continuidad y finalización del año escalar» porque al parecer este requerimiento administrativo del Ministerio de Educación se impone por encima del conocimiento, la mística de la labor docente, el estudio y el aprendizaje. La cuarentena arrancó entre la finalización del segundo trimestre y el inicio del tercero, de manera que era necesario planificar el fin del año escolar fuera de las aulas, cada quien en su casa, a distancia.
En este momento debió activarse un periodo intensivo (quizás de una o dos semanas) de planificación del trabajo educativo a realizar y decidir si era posible o no terminar el año escolar. Pero ni fue así y la mayoría de los directivos de las instituciones y docentes fueron impulsivos y reactivos, no fueron analíticos ni organizados y decidieron enviar gran volumen de material y tareas «on line», como si eso fuera a compensar la presencia del docente, el trabajo de aula y el intercambio con los compañeros.
Aquí debo afirmar que los directivos de colegios y liceos no se tomaron el tiempo necesario para: reprogramar el tercer trimestre, adiestrar a los docentes en el uso de las TIC’s, establecer los criterios de selección de las actividades y su evaluación, verificar y asegurar las vías y los recursos posibles de comunicación con los estudiantes, orientar a los padres en su nuevo rol de docente en casa.
Aquí debo afirmar que los directivos de colegios y liceos no se tomaron el tiempo necesario para: reprogramar el tercer trimestre.
En general «tarea» es sinónimo de «trabajo» y en el ámbito escolar una tarea es una propuesta que se hace en un entorno de aprendizaje, generalmente la propone el profesor al estudiante con el objetivo de desencadenar un proceso comunicativo entre ambos y una serie de actividades que el estudiante debe realizar para aprender algo. En esta definición quiero destacar cinco elementos esenciales de toda tarea escolar: trabajo (o laboriosidad), propuesta, comunicación (o intercambio), actividades y aprendizaje.
Planificar una tarea implica considerar estos elementos. Y lamentablemente, la rapidez y ligereza con la que se decidió terminar el año escolar, no permitió pensar a fondo las tareas que se proponen a los estudiantes,ya que en la mayoría de los casos éstas han resultado irrelevantes, repetitivas, tontas, poco retadoras, superficiales.
No hay supervisión
El Ministerio de Educación todo lo resolvió con los programas de televisión «Cada Familia una Escuela»; allí no sólo se desarrollan las micro-clases de las asignaturas (no todas) en diferentes niveles y modalidades, sino que se asignan las tareas. Este es el plan de trabajo que deben seguir las instituciones oficiales (al menos éste fue el mandato gubernamental al iniciar la cuarentena), es decir, los estudiantes ven el programa, hacen sus anotaciones, copian la tarea propuesta, desarrollan las tareas y la entregan a sus maestras o profesores (esta entrega no es un procedimiento eficiente y expedito; cada institución ha decidido diversas formas al respecto).
En los referidos programas de televisión no hay una distinción de las tareas por cada grado o año. Por ejemplo, de un tema que se explica en 10 minutos para el nivel de Educación Media, se generan las tareas para todos los años, más específicamente, se propone una tarea para 1ro, 2do y 3ero, y se propone otra tarea (muy parecida a la anterior) para 4to y 5to año. Es decir, las instrucciones de las tareas son generales, escuetas y superficiales; además no se discrimina el nivel de dificultad, ni la profundidad ni la exigencia cognitiva asociada al tema y su aprendizaje.
Por su parte, en cada institución de Educación Primaria y Educación Media, directivos y docentes han seleccionado una o varias vías y medios de comunicación con los estudiantes y sus familias (correo electrónico, celular, whatsapp, plataformas digitales como Zoom y otras más) y en muchos casos no consultaron previamente las posibilidades reales de conexión existentes en los hogares de los estudiantes. No todos cuentan con internet en casa, o tienen teléfono inteligente con WiFi o plan de datos ilimitado. De manera que, lejos de generar un proceso incluyente en donde fluya un intercambio sano de ideas en pro del aprendizaje de los estudiantes, se han generado molestias, disgustos, preocupación y exclusión.
En cuando al trabajo docente «a distancia», hay maestras y profesores que han enviado en el primer mes de cuarentena más tareas que en un año escolar; aquí pregunto: ¿Cómo están recibiendo y procesando ese volumen tan grande de tareas?, ¿Cuál es el feedback que le envían a sus estudiantes?, ¿Están corrigiendo en tiempo real o lo dejarán todo para el final de la cuarentena o del año escolar? Otros docentes piden evidencia del trabajo en casa exigiendo que les envíen fotos o videos de sus alumnos mientras desarrollan las tareas; esto, además de absurdo y no promover aprendizaje, viola el artículo 65 de la LOPNA sobre el derecho al honor, reputación, propia imagen, vida privada e intimidad familiar (está prohibido exponer o divulgar, por cualquier medio, la imagen de niños y adolescentes). En conclusión, las instituciones educativas no están supervisando el trabajo docente y ambos (institución y docente) han mostrado una cara desproporcionada, inconsciente, irrespetuosa e irresponsable.
¿Cómo están recibiendo y procesando ese volumen tan grande de tareas?, ¿cuál es el feedback que le envían a sus estudiantes?
Con el desarrollo de las tareas en casa también han quedado al descubierto los principios y valores de algunas familias. En aquello de apoyar a los hijos en sus tareas escolares, han salido a relucir la escasa o nula paciencia que tienen algunos padres para educar, disciplinar, orientar, enseñar y formar; algunos siguen pensando que «la letra con sangre entra» y los gritos o golpes han sustituido al genuino protagonista de una tarea: el placer por aprender. Otros padres han declarado ser partidarios de «la ley del mínimo esfuerzo» y han contactado a alguien para que les haga la tarea a sus hijos. Y aquellos padres que buscan ayuda de algún profesor para sus hijos, no todos valoran la formación y el trabajo del docente; a muchos les parece muy costoso pagar 35 dólares por 5 horas de clase (On Line, por whatsapp o llamada telefónica).
El panorama antes descrito y analizado permite concluir que el proceso de las tareas en casa, tal como se ha venido desarrollando, poco o nada está contribuyendo a que los niños y adolescentes desarrollen habilidades, descubran o construyan procesos, comprendan conceptos, se apropien del conocimiento, aprendan a razonar y a tomar decisiones, valoren las letras o ciencias o artes, consoliden hábitos buenos y fortalezcan su carácter.
En una próxima entrega de Reflexiones Educativas analizaremos detalles de la finalización del año escolar 2019-2020.
Sandra Leal Huise es profesora de la Universidad Monteávila