Ana Julia Costa.-
Todos los días de la semana Leonardo Sánchez, residente en Colorado, Estados Unidos, trabaja como mesonero 12 horas al día, por un sueldo de 11 dólares por hora para poder pagar el alquiler de su vivienda y sustentar a los otros tres miembros de su familia. Sin embargo, fue despedido cuando se estableció el cierre de los negocios no imprescindibles.
Esta es una situación frecuente entre los migrantes venezolanos promedio, ya que al trasladarse y asentarse en un país nuevo deben empezar a ganarse la vida desde el principio, lo que los deja en una situación económica limitada y; por lo tanto, requieren de una fuente de ingresos constantes para poder subsistir.
“Mi esposo y yo nos fuimos de Venezuela a Portugal hace 3 años con una mano adelante y una atrás, nuestro sueño era abrir el negocio que no pudimos hacer allá, trabajamos hasta que pudimos solicitar un préstamo y logramos tener nuestro restaurante en enero, pero apareció el coronavirus y ya nadie venia, hasta que tuvimos que cerrar”, expresó Diana Rodríguez, residente en Madeira.
Tras la aparición de la pandemia Covid-19 que se encuentra actualmente en 178 países, existen más de dos millones 400 mil casos confirmados y más de 165 mil fallecidos, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), las naciones afectadas impusieron medidas de prevención, como cuarentena o la apertura única de farmacias, hospitales y supermercados, lo que causó una alta tasa de desempleo global.
Marina González, residente en Roma, Italia, se encontraba trabajando como dependienta y fotógrafa, sin embargo, tras el establecimiento de la cuarentena y el cierre de los locales no esenciales, fue despedida de su primer empleo y no obtenía contrataciones para su oficio, dejándola sin los recursos con los que financiaba sus estudios universitarios.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) promediaba para mediados de marzo un aproximado de 25 millones de personas desempleadas a nivel mundial, como consecuencia de las medidas asumidas para evitar la propagación de la pandemia. Sin ocultar su alarma ante un aumento sostenido de las cifras.
“La cuarentena me cayó en el peor momento, ya que me acabo de divorciar y, por lo tanto, no tengo la mejor condición monetaria ahora mismo, pero aún no me han despedido y sigo trabajando por internet; sin embargo, mi puesto no es fijo así que ya tengo preparado un plan B”, así lo afirmó Miguel Hernández, residente en Madrid, España.
Ante la pandemia de Covid-19, los países más afectados tomaron medidas para disminuir el daño que han generado estas medidas en los planos sociales y económicos, al suspender el pago de hipotecas, alquileres, préstamos e impuestos, entre otras.
En el caso de Portugal, por ejemplo, el gobierno regional de Madeira suspendió el pago de alquileres, hipotecas o préstamos, este último tampoco sumará intereses durante los siguientes meses, y dichas medidas estarán vigentes hasta el día 30 del mes de junio.
Medidas que también fueron asumidas por países como España e Italia. En el caso del país transalpino se estableció la suspensión del pago de hipotecas y alquileres a las personas desempleadas o infectadas por el coronavirus por el tiempo que dure el estado de emergencia. Estas medidas también incluyeron el apoyo a las pequeñas empresas y ayudas tanto para los desempleados y los autónomos.
En el caso español Pedro Sánchez determinó la anulación del pago de alquileres, hipotecas y préstamos, a su vez determinó un plazo de seis meses para el pago de impuestos de los trabajadores autónomos como de las pequeñas y medianas empresas y pagos a las personas cuyos ingresos mensuales se vean afectados por el cierre de sus empleos
Estados Unidos, que ha procurado medir los daños económicos, estableció a través del sistema de reserva federal (FED) de Estados Unidos, junto al gobierno, la aplicación de la disminución de las cotizaciones sociales, así mismo otorgan ayudas a pequeñas empresas y a los desempleados más afectados.
“Sinceramente sé qué vamos a perder el negocio y también vamos a quedar endeudados, aunque por ahora se suspendió el pago de préstamos, alquileres e impuestos acá en Madeira, por lo menos nos dará tiempo para buscar otras opciones”, indicó Rodríguez, desde Madeira.
Ante las ayudas anunciadas González decidió ponerse en contacto con organismos del estado para exponerles su situación económica actual, este le proporcionó una ayuda monetaria para facilitarle el pago de sus estudios y su sustento hasta que el estado de emergencia sea retirado.
Ante esta realidad, algunos han buscado alternativas para paliar la situación y de cierta forma recuperar la estabilidad en su economía.
Como Sánchez, quien obtuvo un empleo de repartidor con la compañía Uber-Eats, sin embargo, explica que la paga no es suficiente para el peligro que implica salir a la calle y arriesgarse a contraer el coronavirus, pero afirma que necesita el dinero por lo tanto afrontará el riesgo.
“Nosotros los venezolanos somos fuertes y creativos, como ya lo hemos vivido todo no permitiremos que una gripe nos detenga”, así lo afirmó Hernández, quien improvisó un negocio en sus tiempos libres que consiste en hacer comida venezolana y entregarla a domicilio.
Por su parte, Rodríguez decidió vender una propiedad en Venezuela para poder pagar su inminente deuda y así mantenerse en Portugal.
Lamentan que en algunos casos tantos los gobiernos nacionales o las propias personas no tomaron en cuenta los reales riesgos del Covid-19, lo que provocó la expansión con las actuales consecuencias. Sin embargo, no se amilanan y se reinventan, aún en cuarentena. “Sin trabajo no hay vida”, sentencia Sánchez.
*Ana Julia Costa es estudiante de la Universidad Monteávila
*Fotografia: Telemundo 47
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