Golondrinas

En tono menor

Alicia ílamo Bartolomé.-

En tono menor

El Papa Francisco es un enamorado de la Creación, por ende, de la Tierra y la defiende con í­mpetu y pasión. Llama a este planeta ¨nuestra casa común¨ –donde nacemos, vivimos y morimos- buscando que la humanidad se preocupe, primero, por amarlo, para luego respetarlo, cuidarlo y conservarlo; al menos de ahora en adelante, porque lo que hemos hecho los hombres es explotarlo sin compasión, deteriorarlo y a punto estamos de destruirlo. Francisco se angustia por este proceso de extinción y entre muchos alegatos en defensa de esta casa hay dos muy importantes: la Carta Encí­clica LAUDATIO SI´. Sobre el cuidado de la casa común  y el Sí­nodo de la Amazoní­a que se sucede en estos dí­as. Por ambos hechos ha recibido tantas crí­ticas que uno se pregunta: ¿a qué alto rango de oscuros intereses y ambiciones mezquinas hiere la iniciativa papal?

La Creación -y la pongo con mayúscula para enfatizar su grandeza- es el más hermoso y trascendental regalo que no sólo puso Dios a nuestro alrededor, sino  que nos insertó en ella como parte y centro. Creó una armoní­a perfecta entre sus reinos mineral, vegetal y animal, de manera de que nos necesitamos unos a otros para nacer, vivir, crecer y desarrollar la civilización. La rompimos, pero hay que restituirla si queremos que no muera la Tierra. Hay tantas maravillas aquí­, como las cataratas del Niágara y del Iguazú, el salto íngel, los Andes y el Himalaya, los bosques de Viena en otoño, los cerezos florecidos del Japón, el Amazonas, el Danubio, el Nilo, el cañón del Colorado, más lo que ha hecho el hombre engrandeciendo la creación divina, tal la Victoria de Samotracia, el Partenón, la catedral de Colonia, el David de Miguel íngel. la Gioconda de Leonardo, los nenúfares de Monet…, por citar unas pocas, pero todas, verdaderos milagros de la naturaleza y del arte.

Hoy, 23 de octubre, dí­a de San Juan de Capistrano, tiene su inicio uno de estos milagros. El nombre de este santo de origen italiano, lo lleva una población al sur de California. La fundó como Misión en 1776 el famoso fray Juní­pero Serra y hoy esta primera iglesia y convento se conservan en el centro histórico de la ciudad. En sus techos y ruinas anidan las golondrinas que hoy, dí­a del santo patrón de San Juan de Capistrano, inician un inusitado vuelo hacia el sur del continente en busca de un clima más cálido. Estarán volando durante el dí­a, sin comer ni beber para no perder el tiempo. Las jóvenes siguen a las mayores, que no sólo las guí­an en la ruta aérea, a 2 km de altura, sino que les enseñan los trucos para evadir a los depredadores. El 24 de noviembre llegarán a la ciudad de Goya, en Argentina, después de 30 dí­as y un recorrido de 12.000 km. Allí­, donde las reciben con gran fiesta, se apertrecharán de alimentos -por eso las llaman las “golondrinas comilonas“- para emprender el regreso en febrero y llegar a su cuna en San Juan de Capistrano alrededor del 19 de marzo, dí­a de San José. Con este viaje de ida y vuelta, las incansables golondrinas casi le han dado la vuelta, en kilómetros, al Trópico de Cáncer. Y esto se repite todos los años sin alteración de fechas, ¿no es un bello e inspirador milagro de la naturaleza, de esta maravillosa Creación que nos rodea y acoge?

Hace mucho tiempo que no veo golondrinas en Caracas ni en ninguna parte, tendrí­a que ir a San Juan de Capistrano o a Goya, ésta me recuerda al gran pintor español que agrega a ese apellido el Lucientes. De pequeña, me extasiaba viéndolas volar en parábolas, su negro plumaje como fusas o semifusas en el pentagrama del paisaje celeste. No hay golondrinas, si las hubiera, podrí­a verlas desde la terraza, pero veo otras aves bonitas y unas que no gustan a muchos: zamuros. A mí­ sí­, sólo este pájaro negro, pariente de águilas, cuervos y cóndores, planea aprovechando las capas de corrientes del aire y eso hace de su vuelo un espectáculo único y majestuoso .

Para desafiar los rigores de este tiempo, golondrinas cual las valientes y tenaces californianas deberí­an nacer en el alma de los venezolanos. Volar luego muy alto, muy lejos, sin descanso, sin dudas ni desencantos, sin perder el rumbo en contiendas inútiles y menos la esperanza en favor de la dictadura. Llegar a  la meta de la recuperación democrática y vivir todos en pací­fica convivencia, como las golondrinas de la Misión de fray Juní­pero,

*Alicia ílamo de Bartolomé es Decana fundadora de la Universidad Monteávila

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Pluma