La transmisión de los estilos de gobierno I

Fernando Vizcaya Carrillo.-

“…El ideal democrático de educación será una ilusión y hasta una farsa trágica, a menos que el ideal domine cada vez ms nuestro sistema de educación pública”

John Dewey Democracia y Educación,110

Durante años el intento de concebir una propuesta de enseñanza, que lleve a los dirigentes polí­ticos y a las comunidades educativas, a una clara convicción sobre la necesidad de cultivar los hábitos personales, intelectuales y corporales, y adaptar los métodos para conseguirlos, -haciendo un esfuerzo por rechazar la influencia del positivismo, que pone énfasis en el aprendizaje de contenidos-, ha dado como resultado inicial, una serie de cursos, talleres y seminarios donde se exponen una serie de teorí­as y posibilidades para lograr ese ideal educativo.

El segundo esfuerzo de concretar esos ideales educativos es convertir esos hábitos personales en hábitos de convivencia social, es decir, ir logrando ciudadaní­a.

Estos artí­culos, que enví­o a publicar, son consecuencia de ese esfuerzo. Pensamos que la relación entre métodos pedagógicos y gobiernos que se acerquen a ese ideal polí­tico que es la democracia, es muy estrecho. Y allí­ debe reposar el camino del desarrollo de esas comunidades y también la senda que lleve a una convivencia más serena y; por tanto, conducente a una cierta  felicidad social.

Se entiende, desde Aristóteles que ese concepto de felicidad es una “actividad dotada con hábitos de recta razón y de convivencia social” (Ética a Nicómaco 1021b). Allí­ trataremos de contextualizar con autores contemporáneos, que consideran que los gobiernos son producto de los hábitos domésticos.

El tema de este escrito tiene esas justificaciones, la posibilidad de profundizar en los aspectos enmarcados, la cual tiene como objeto la búsqueda de claridad en las causas de la problemática planteada —a veces de forma dramática—, en los sistemas de gobierno que tienden a la democracia.

El trabajo tiene como base el propósito de ofrecer algunos lineamientos o mejor, algunas ideas, que puedan ayudar a formar a la ciudadaní­a para la democracia participativa. Una parte del trabajo será una aproximación al  problema del gobierno de los hombres que incluye un aspecto de la enseñanza formal o lo que se ha llamado Transmisión de los estilos de Gobierno. Allí­ enmarcamos este ensayo puesto que tiene que ver, por una parte con una implicación epistemológica del contexto investigativo y, por otra parte, con la posibilidad de plantearse un problema de tipo instruccional, abarcando los aspectos del itinerario especí­fico de la educación (enseñanza, proceso de transmisión y aprendizaje), cuidando en que no se convierta en una herramienta de adoctrinamiento ligado a los intereses de una ideologí­a.

Los apoyos de fuentes bibliográficas en el trabajo investigativo descansan en John Dewey, John Rawls y Alisdair McIntyre y autores cercanos a nuestro medio como Mario Briceño Iragorry y Don Mariano Picón Salas. El problema de la educación se explicita para estos autores en concepciones que van desde lo pragmático y lo liberal-individualista, hasta lo comunitario, en el sentido de participación plena en las decisiones y administración de problemas en cada uno de los segmentos de población. Esto, por supuesto y en todos los casos, estriba en última instancia en la verdadera transmisión de conocimientos y hábitos ciudadanos.

Para Dewey la educación  es un proceso vital y habitual, tanto en términos individuales como sociales. Concepción que está í­ntimamente vinculada a su idea de la naturaleza humana individualizada e indica que el trabajo es virtud, expresión vital y habitual de esta naturaleza” (Geneyro, J.;1991:19).

Profundizar en este punto tiene un doble atractivo, el primero es el problema de la enseñanza en un contexto de vida y transmisión de estilo polí­tico de gobierno, el cual incluye el riesgo vital de que su fracaso llevarí­a a la no continuidad de un sistema de gobierno y por lo tanto de vida social; y por otra parte, el problema de “construcción” de un sistema polí­tico que permita la subsistencia de la naturaleza humana, que es social y que se debe basar por todo esto en estructuras habituales de comportamiento cí­vico.

*Fernando Vizcaya es profesor de la Universidad Monteávila

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