Ser ciudadano

En tono menor

Alicia ílamo Bartolomé.-

En tono menor

Como todos los años, empezamos el nuevo con expectativas, buenos deseos y propósitos, como si el cambio de almanaque lo fuera también de la rotación de la tierra o algo por el estilo y, total, es el mismo barco atravesando el mismo rí­o. Pero no está mal, es bueno hacer estos paréntesis ficticios y hacernos una renovación, una ilusión de cambio, una visión optimista ante proyectos y metas. Eso nos ayuda a enfrentar la vida y sus problemas con buen ánimo. Sin embargo, vamos a ver cuáles son realmente las luchas necesarias para salir adelante sea año nuevo o no.

En primer lugar, un examen introspectivo de nosotros mismos, dirí­a que, en los actuales momentos que vive nuestros paí­s, ese examen debe estar enfocado sobre todo a vernos como ciudadanos. Cada quien, según su edad, actividad, puesto que ocupa en la sociedad y sus responsabilidades ante ésta. Si eres estudiante, tu obligación es serlo realmente, no eres buen ciudadano como te necesita tu nación, si vagas más que estudias, si no tomas en serio la formación que escogiste para realizarte y servir a tu paí­s. Malo si eres estudiante de chuleticas, de buscar una nota sólo para pasar y graduarte como sea. Eso no te hace ciudadano de los que requiere con urgencia Venezuela.

Si eres profesor, igual responsabilidad, no es cuestión de clases improvisadas, mal preparadas y darte por satisfecho porque crees cumplida tu tarea. No, eres un farsante, mal ciudadano. Y así­ podrí­amos seguir enumerando por profesiones, oficios, artes a individuos también obligados a trabajar bien, buscando la perfección en su labor, así­ se sea barrendero o presidente de la república. Cada quien en su nivel tiene que cumplir su misión.

Veo como hoy en nuestra patria estamos más pendientes de criticar al que hace, desde el no hacer de nosotros. Con la lengua destruimos reputaciones de gobernantes, polí­ticos, profesionales y activistas sociales. No apoyamos, desbaratamos. Movimiento o persona que busque una solución al caos, le caemos encima enseguida, a flor de boca tenemos la muletilla “sí­, pero…” Así­ sembramos la duda, la desconfianza, porque en el “pero” se asoma que si buscan intereses personales, posiciones y ambiciones. Tal vez, pero lo asomamos sin comprobarlo y destruimos antes de tiempo, desde la cómoda posición de crí­ticos de sobremesa.

Así­ hemos dado golpes mortales a la oposición venezolana. Examí­nese cada quien de su actitud snob, de elegante y vago criticón de salón que ha acabado por destrozar los ideales de los mejor intencionados. Si es así­, eres un inflado, vací­o e inútil…, ¡un mal ciudadano!

En segundo lugar y cumpliendo tradiciones, hagamos entonces un buen propósito para 2019, uno solo, no hay que complicarse ni perderse en muchos. ¿Cuál? Evidente: ser un buen ciudadano, ¿Cómo? Vamos a verlo empezando por lo más sencillo.

Recoger: el papel en el suelo, la basura y enseñar a hacerlo, en lugar de ser nosotros los que lanzamos desperdicios, cuidar el hogar e igualmente los espacios públicos como parques, plazas, playas, que sea nuestra huella el respeto a los que vienen detrás. Ocupar el espacio indispensable en bancos de iglesias, por ejemplo, no que donde caben seis sólo estén cuatro; lo mismo al aparcar, piensa en el que viene buscando puesto y tu vehí­culo está ocupando dos, porque estabas apurado y te importó un pito el apuro ajeno. Puntualidad en tus citas, en tu trabajo, en tus visitas, no te hagas esperar como si el tiempo de los demás te perteneciera. Respetar las señales de tránsito, los semáforos, los sitios de cruce, el paso de peatones. Silencio, no atormentes con tus gritos, risas estentóreas, alardes de tus habilidades y música a todo dar en tu carro que destroza los oí­dos del que desgraciadamente pasa junto a ti. Consideración con las personas mayores, los lisiados, los niños, si aprendes a vivir la caridad habrás dado un salto cuántico en tu carta de ciudadaní­a.

En tercer lugar: cumple tus deberes cí­vicos y reclama tus derechos, dejar pasar éstos por indiferencia, abulia o pereza serí­a tu gran culpabilidad, tu máxima contribución para terminar de enterrar a Venezuela.

Que no sea ese el caso tuyo ni el mí­o.

Alicia ílamo Bartolomé es decana fundadora de la Universidad Monteávila

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