No es Chicago, es La Guaira

En 3 y 2

Freddery Dí­az.-

Oswaldo Guillén será siempre un orgullo para Venezuela. Novato del Año en la MLB con los Chicago White Sox, manager campeón de la Serie Mundial con el mismo equipo, siendo el primer dirigente latinoamericano en lograr tal hito (emulado recientemente por el puertorriqueño Alex Cora con los Boston Red Sox), en fin, un pionero y una leyenda para el béisbol venezolano.

Tal currí­culo, junto a 10 años de experiencia como manager en la MLB, lo hací­an el candidato número uno a comandar a los Tiburones de La Guaira, después de que el exitoso Welby “Buddy” Bailey no pudiera romper otra sequia de tí­tulos de más de 20 años (habí­a llevado a los Tigres de Aragua a su primera corona después de 28 años en el 2004, iniciando la gloriosa dinastí­a de los rayados), Guillén no duda en aceptar el reto y volver a sus amados Tiburones, para hacerlos campeones nuevamente.

Pero el resultado ha sido inversamente proporcional a lo que Guillén y la Guaira desean: en la temporada 2016-2017, primera del mirandino al mando, los escualos finalizan quintos en la temporada regular con 30 victorias y 33 derrotas, siendo posteriormente eliminados en semifinales por Cardenales de Lara, exhibiendo en enero marca de 4-8.

Para la 2017-2018, a pesar de contar con nombres fuertes como José Castillo, Henderson ílvarez, Alex Torres, Danry Vázquez, Gregory Infante y los Hermanos José “Cafecito” y Teodoro Martí­nez, y un año más de experiencia en la liga de Guillén, los salados tuvieron un año horrible, sin dar mucha batalla para clasificar y finalizando con 24-39. Lo más notable fue el segundo lugar en la votación al novato del año para el receptor Luis Villegas, quien de hecho jugó casi toda la temporada con los Tigres.

Y ahora, en esta campaña, La Guaira retomó las cosas tal como las dejó: son últimos con 7 lauros y 12 caí­das, han tenido graves problemas con su bateo, su cuerpo de lanzadores no da garantí­as y la fanaticada pide la cabeza de Oswaldo Guillén.

El  manager ha tenido problemas para adaptarse a las exigencias de la liga: jugadores con limitaciones de sus equipos de MLB, una cuota máxima de extranjeros en el roster, abridores que difí­cilmente lleguen al sexto episodio, importados rendidores que solo juegan por media temporada, y no ha habido forma de reemplazarlos, equipos cambiantes semana tras semana. Y es que, aunque mucho más corta y con un porcentaje mayor de clasificados a playoffs en relación a las Grandes Ligas, la LVBP dista de ser fácil de ganar.

El manejo del equipo por parte de Guillén ha sido como el de una novena de la MLB, y no de la LVBP, lo que ha afectado gravemente al funcionamiento del conjunto. Para agravar la situación, la partida de Guillén a Estados Unidos para trabajar como comentarista de ESPN para la Serie Mundial ha sido un perí­odo negro para

La Guaira: el año pasado, apenas tuvo marca de 4-11 desde el 22/10 hasta el 3/11, tiempo en el que Guillén estuvo en USA (la Serie Mundial inició el 24/10, y terminó el 1/11). Este año, mientras se jugaba el clásico de otoño, La Guaira perdió siete juegos consecutivos.

Todaví­a es temprano para dar por perdida la campaña, y desde que inició noviembre los salados han jugado mucho mejor, pero la óptica que Guillén tiene para leer el juego debe cambiar si quiere seguir con su objetivo de cortar la racha de 32 años sin ser campeones, porque está dirigiendo a los Tiburones de la Guaira, no a Chicago.

*Freddery Dí­az es estudiante de la Universidad Monteávila

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