Fernando Vizcaya C .-
Otro aspecto, más específico dentro del campo de los hábitos, es la laboriosidad, que es en efecto una disposición del espíritu, la cual en el plano intelectual y en el trabajo universitario tiene una gran importancia.
Estamos trenzando lectura y escritura como esos dos pilares de la formación, de dar forma al espíritu. Y viene poco a poco la respuesta a esa pregunta anterior: ¿como aprender a escribir? Creo que lo único indispensable es escribir mucho. Estamos en el segundo ámbito anunciado, la laboriosidad. No basta con el hacer, hay que tener la sabiduría de consultar y oír a otras personas. Es decir, aquí tenemos un factor importante: alguien tiene que leer lo que escribimos.
Nos acogemos a lo sugerido por un profesor de la Universidad de Navarra, Nubiola: “Para enseñar a escribir en el marco del asesoramiento personal, lo que es indispensable es leer pronto y con atención lo que los estudiantes escriban, corregirlo cuidadosamente y comentar con ellos nuestras correcciones y sugerencias. Parece fácil lo que acabo de decir, pero no lo es, pues requiere dedicar tiempo y atención a esa tarea». Creo interpretar que esto nos llama a la visión de que este profesor posee la virtud de leer y corregir y esto en un tiempo no muy lejano, es decir, tiene laboriosidad.
Además tenemos la certeza que una persona que lee no necesariamente es sabia en ello que se aprende de manera memorística. Y peor aún, si su escritura es simplemente un cortar y pegar”, como se dice actualmente con los recursos tecnológicos.
Ya ese problema lo trató Platón en el Fedro (275ª), con el mito del rey Theuth. “Este conocimiento, oh rey -dijo Theuth- hará mas sabios a los egipcios y vigorizara su memoria: es el elixir de la memoria y de la sabiduría lo que con el he descubierto. A lo que respondió el rey: Oh ingenioso Theuth! Una cosa es ser capaz de engendrar un arte y otra comprender que daño o provecho encierra para los que de ese arte han de servirse. Y así tu, que eres el padre de los caracteres de la escritura, por benevolencia les has atribuido facultades contrarias a las que poseen. Porque en efecto, producirá en el alma de los que lo aprendan el olvido por descuido de la memoria, ya que fiándose de la escritura, recordarán de un modo externo valiéndose de caracteres ajenos a ellos mismos. No es pues el elixir de la memoria sino de la rememoración. Es la apariencia de la sabiduría, no su verdad, porque una vez que hayas hecho de ellos eruditos sin verdadera reflexión, su compañía será difícil de soportar porque parecerán sabios en lugar de serlos”.
Detenimiento y serenidad de espíritu para ver lo que hacemos y producimos. Estamos entrando en el tercer ámbito anunciado, el amor por la sabiduría.
*Fernando Vuzcaya Carrillo es decano de la Facultad de Derecho de la Universidad Monteávila