Nelly Meléndez.-
Hablar de ecosistemas es referirnos a una comunidad de seres vivos con procesos vitales interrelacionados y cuyo desarrollo se basa en los factores físicos del medio ambiente. Â Para Chang & West (2006) hay una clara relación entre el ecosistema natural y el tecnológico en sus distintas variantes.
El ecosistema tecnológico educativo es la coexistencia de una comunidad que aplica métodos, políticas, reglamentos, software y equipos como apoyo en sus labores realizadas en entornos presenciales y digitales específicos (Llorens, 2014).
Desde esta perspectiva, la universidad es un ecosistema tecnológico educativo, considerando toda su estructura académica, administrativa y de apoyo. Tal como ocurre en los sistemas biológicos, se produce una intensa relación dinámica entre los sujetos y objetos (físicos y digitales), que generan mutaciones, transformaciones y, en definitiva, evolución.
En los ecosistemas participan organismos o factores bióticos, el medio físico o factores abióticos y las relaciones entre los organismos y de éstos con el medio. En los ecosistemas tecnológicos se dispone de personas y software que desempeñan el papel de los organismos; una serie de elementos que permiten que el ecosistema funcione (hardware, redes, etc.); y un conjunto de flujos de información que establecen las relaciones entre los componentes software y entre estos y las personas involucradas en el ecosistema (García-Holgado & García-Peñalvo, 2013).
¿En qué se diferencian los ecosistemas tecnológicos de los sistemas de información tradicionales? En la integración de componentes software heterogéneos que proveen funcionalidades que cada componente por separado no ofrece, de este modo se mejora la experiencia de los usuarios, considerándoles un componente más dentro del ecosistema.
Es precisamente a través de la experiencia como usuario que el estudiante interactúa en el ecosistema y para ello interviene digitalmente mediante las distintas posibilidades que provee la universidad: entornos de gestión de aprendizajes (Moodle, Google Classroom, Edmodo, Blackboard, Canvas, entre otros), redes sociales (YouTube, LinkedIn, Twitter, Facebook, Instagram, Whatsapp, Telegram y Google plus), televisora institucional en streaming, radio por internet, bases de datos institucionales y de suscripción, repositorios, sistemas de gestión de información, redes de comunicación de datos y tecnologías de información Web 2.0.
En esta maraña de conexiones el estudiante genera su entorno personal de aprendizaje y los docentes sus propios entornos personales de enseñanza, haciendo uso de las herramientas tecnológicas que disponen, conocen y manejan de manera adecuada. Aunque este entramado para aprender o enseñar no es nuevo, lo que sí resulta novedoso y complejo es la gran cantidad de posibilidades tecnológicas que existen, por lo que es vital saber seleccionar los instrumentos que conduzcan hacia el aprendizaje significativo.
Siemens (2005) ha formulado algunos principios del aprendizaje en el ecosistema tecnológico, denominado conectivismo, indicando que:
- El aprendizaje y el conocimiento dependen de la diversidad de opiniones.
- El aprendizaje es un proceso de conectar nodos o fuentes de información especializados.
- El aprendizaje puede residir en dispositivos no humanos.
- La capacidad de saber más es más crítica que aquello que se sabe en un momento dado.
- La alimentación y mantenimiento de las conexiones es necesaria para facilitar el aprendizaje continuo.
- La habilidad de ver conexiones entre áreas, ideas y conceptos es una habilidad clave.
- La actualización (conocimiento preciso y actual) es la intención de todas las actividades conectivistas de aprendizaje.
- La toma de decisiones es, en sí misma, un proceso de aprendizaje. El acto de escoger qué aprender y el significado de la información que se recibe, es visto a través del lente de una realidad cambiante. Una decisión correcta hoy, puede estar equivocada mañana debido a alteraciones en el entorno informativo que afecta la decisión.
Vemos entonces que el aprendizaje en el ecosistema depende de las conexiones que se realicen, del deseo de aprender, de la interacción a través de los medios digitales, de la capacidad de distinguir entre sustancial y lo intrascendente, de la actualización permanente en la red y de la toma de decisiones.
No obstante, preciso recalcar la necesidad de diferenciar entre las verdaderas herramientas para el aprendizaje y las conexiones que nos aportan valor e interacciones reales, de las modas que nos hacen pensar y aparentar que estamos en la cresta de la ola cuando en la realidad usamos una tabla de surf prestada en la playa incorrecta.
*Nelly Meléndez es profesora de la Universidad Monteávila