Oriana Rondón-.
Fotografías: Betania Ibarra.-
Empeora y de forma acelerada. Tras una buena década de producción de vehículos, el parque automotor nacional se encuentra en momentos críticos. Esta industria ha caído precipitadamente en una debacle nunca antes vista, lo que representa una significativa regresión para un sector que llegó a ser considerado como el tercer mercado automotor más importante de Suramérica, detrás de Brasil y Argentina, por sobre Chile y Colombia.
Mientras en el 2007, empujada por la bonanza petrolera, la fabricación de automóviles vivió uno de los años récord de su historia, al comercializar casi 500 mil carros, diez años después vive una de las peores etapas en más de 50 años, cerrando el mercado con 2.479 unidades, entre automóviles, camionetas pick up, utilitarios deportivos y camiones, según refleja el informe de la Cámara Automotriz de Venezuela (Cavenez).
Las estadísticas confirman lo alarmante de la situación. El parque automotor nacional registró en el 2017 un descenso en la producción de 99%, lo que lo convierte en el peor año para el sector de ensamblaje de vehículos, según aseguró a los medios de comunicación el presidente ejecutivo de la Cámara Venezolana de Fabricantes de Autopartes (Favenpa), Omar Bautista.
Rafael Morales, gerente general de una sucursal Toyota, ubicada en Caracas, da fe de esta afirmación, al señalar que a pesar de que el deseo de esta empresa automotora es seguir ensamblando vehículos en el país, cada día la labor se hace cada más cuesta arriba.
“La ensambladora actualmente cubre 10% de la demanda de carros en el país, al fabricar 100 carros mensuales, de los cuales 60% corresponde a las camionetas Hilux; 40%, a los modelos Runner y 20%, a los vehículos Corolla”.
No obstante, Morales señala que en el último año el concesionario ha vendido apenas un vehículo por mes, máximo dos, lo que representa una reducción en la comercialización de 94% con respecto a años anteriores.
La compraventa de vehículos cero kilómetros de Ford Motors también ha menguado, según Zoraida Jiménez, gerente de ventas de un concesionario de la ciudad capital, por lo que la asignación de autos a otras sucursales se ha vuelto compleja.
“La cadena perjudicial nos rebasó, como a muchos otros. Los concesionarios autorizados Ford se han contraído en un 70%”, expone.
Como medida para intentar frenar la caída en las ventas por los elevados precios de los carros nuevos, la sucursal en la que trabaja Jiménez ahora vende carros Ford a consignación.
“Los vehículos que comercializamos son de particulares, que los traen al concesionario para que se vendan aquí”, señala al puntualizar que, generalmente, las personas que deciden vender sus vehículos a consignación piensan emigrar o no confían en las páginas web.
La realidad económica de Venezuela tira por la borda la esperanza de cualquier ciudadano de adquirir un carro cero kilómetro o, incluso, comprar uno a consignación. Los precios se cotizan en dólares y bolívares, y resultan impagables para el venezolano promedio.
De acuerdo con informe de la Cámara Venezolana de Fabricantes de Autopartes (Favenpa) un 54,1% del parque automotor nacional son vehículos que ya cumplieron su vida útil pues fueron fabricados hace más de 11 años (antes de 2006), y un 67,8% de esos autos duplica la edad promedio de recambio, según los estándares internacionales, ya que fueron ensamblados hace más de 15 años.
Según la Asociación Europea de Productores Automotores (ACEA), la vida útil de un vehículo oscila alrededor de los 8 años (edad que para los productores americanos se reduce a seis).
Para Efraín Ruíz, un mecánico con más de treinta años de experiencia, un vehículo en Venezuela puede preservarse para toda una eternidad, de acuerdo con las condiciones actuales del país, “pero no es sólo cuestión de cuánto pueda durar un carro, sino de que no hay repuestos para hacer el mantenimiento”, agrega
Bautista recuerda que la sequía de dólares ha conllevado a que la escasez de repuestos importados ya ronde el 80%, pues para mantener relativamente abastecido el mercado se requieren unos 300 millones de dólares al año y DICOM apenas ha aportado unos 5 millones de dólares al sector, debido a ello, muchos repuesteros importan a tasa libre.
“Los precios de los repuestos que se consiguen son elevados”, comenta Ruíz y explica que muchos de sus clientes han visto sus ingresos excedidos por los costos de tal manera que se ven obligados a parar sus vehículos.
Este es el caso de Manuel Hernández, quien ha tenido que acostumbrarse al transporte público, después de haber tenido carro gran parte de su vida. De los dos autos que tiene, uno está parado desde hace casi un año y el otro desde hace seis meses. Esto se debe a que no tiene el dinero para la reparación, con el agravante de que cada día que pasa otras piezas tienden a dañarse.
“En mi familia como en muchas otras le damos prioridad a cosas esenciales como la alimentación o la salud, y el carro queda de lado”, explica el padre de familia.
Al igual que Hernández, miles de venezolanos se han visto obligados a dejar estacionados sus vehículos por falta de repuestos o por el incremento del precio de los mismos. Voceros de la industria y analistas del sector consideran que más de 35% del parque automotor privado está fuera de circulación por estas razones.
Peor es la situación para el sector transporte. Con un desgaste muy superior por el tipo de actividad que realiza y un pasaje (no oficial) a 5.000 mil bolívares, el conductor Adolfo Palacios, de la Línea de Conductores Unidos hacia Los Chorros y/o Boleíta, asegura que cerca del 85% de la flota de la línea está paralizada por falta de repuestos y la imposibilidad de comprarlos, mientras que el 15% restante lo hace en condiciones de precariedad.
Una práctica común en el último año es el de utilizar repuestos de segunda mano, incluso en el caso de elementos de tanto cuidado como frenos, tren delantero y cauchos. “Los dueños de los autobuses en uso deciden vulcanizar los neumáticos, parcharlos o comprar chivas”, expone Palacios.
“Hago todo lo que esté a mi alcance para que el cliente pueda rodar su carro”, dice Efraín Ruíz, al momento de explicar que las partes que más se reconstruyen son las del tren delantero: amortiguadores, muñones, terminales y rótulas, que se ven seriamente afectadas por los huecos y zangas que hay en las vías.
Ante la realidad de la falta de repuestos, altos costos y la escasez de los mismos, sumado al descenso de la producción de vehículos en Venezuela, tener o mantener un automóvil se ha convertido en un verdadero dolor de cabeza. El deterioro del parque automotor es evidente, fiel reflejo de la crisis país, sin lugar a dudas, el parque automotor venezolano está en “cuatro bloques”.
*Oriana Rondón es estudiante de la Universidad Monteávila
*Betania Ibarra es estudiante de la Universidad Monteávila