Fernando Vizcaya Carrillo.-
La importancia del estudio de la historia tiene mucho que ver con la identidad nacional y regional. Sólo puede ser inteligible conocer un hecho social en la medida en que se conoce su cultura; es decir, la aplicación de los valores válidos para una región en una época. El descuidar este aspecto sería fatal para la unificación de los criterios necesarios para un disenso en la administración.
Aquí tiene un papel fundamental la escuela. “El hombre es lo que le ha pasado, lo que ha hecho. Pudieron pasarle, pudo hacer cosas, pero he aquí que lo que efectivamente le ha pasado y ha hecho constituye una inexorable trayectoria de experiencias, que lleva a sus espaldas.” (Vizcaya F, (2000) Educación y Democracia Participativa.
Y allí, en la escuela, los maestros deben tener la formación suficiente como para hacer de la historia, no simplemente una recopilación de datos cronológicos, sino una fuente de reflexión e interpretación de datos para la formación del ciudadano. Así concreta el maestro Ortega en la Historia como Sistema: “La vida es un gerundio no un participio; un faciendum no un factum. La vid es un quehacer”. (Pos 265 DG)
Usaremos una categoría aristotélica, la relación, para tratar de aproximarnos a la posible respuesta hecha al comienzo. ¿Porqué elegí la relación, como categoría de pensamiento para este análisis? (Aristóteles Organon 8b) Aristóteles decía que “junto a la calidad, la relación constituyen las más importantes categorías de acercarnos a la realidad”. Sirve en este caso, al definir un ser humano. Es la manera de estar en el mundo real. Su posibilidad de dar forma a unas materias, y formar a otras personas para hacerlo.
Con frecuencia fue una relación con una persona, viva o muerta, que cambió la visión del mundo e hizo que tomara un rumbo diferente quizá al que había decidido. Son las relaciones vinculantes, las que ofrecen un cambio al ser mismo de la persona. Sorprendentemente Ortega ofrece un concepto nuevo: “En suma, que el hombre no tiene naturaleza, sino que tiene… historia. O, lo que es igual: lo que la naturaleza es a las cosas, es la historia –como res gestae- al hombre” (58% ED)
Si revisamos un poco nuestro país y su estructura educativa formal, nos encontramos en que es precisamente lo contrario a la formación para la democracia lo que se implementa. Quizá falta la madurez necesaria en los dirigentes y en los educadores, entendida ésta como la suficiente capacidad de pensamiento crítico y serenidad en las pasiones que den cauce para el diálogo, y por vía de consecuencia, produciendo la flexibilidad necesaria para educar en la libertad, a los educandos, produciendo al final en los jóvenes las características enunciadas antes, (serenidad de espíritu y pensamiento crítico) de manera proporcional.
En todo caso, el sistema educativo nuestro en su fracaso, es palpable y trágico. “La vida como realidad, es absoluta presencia: no puede decirse que hay algo si no es presente, actual. Si, pues, hay pasado, lo habrá como presente y actuando ahora en nosotros” (Briceño Iragorri. El Caballo de Ledesma.)
La verdad de la historia es fáctica, no racional, por consiguiente, sólo puede ser sustanciada mediante signos, según el modo en que cada dato individual y existencial haya de ser considerado, propiamente no puede conocerse ni mediante la demostración, es una variante que depende de la verdad de la filosofía adoptada por el historiador (Marrou)” Filosofía de la Historia. Maritan, 23
Creo que actividades como esta mantienen viva a la patria. La pregunta que impulsa a mejorar una acción, un método, una forma de vivir, es lo único, que puede hacernos volver a tomar un rumbo acertado.
Para concluir creo firmemente que necesitamos docentes con verdadero amor a la patria y eso lo entiendo así: espíritu de servicio, estudio serio y constante, responsabilidad en la labor hecha, y competencia para la transmisión, que incluye erudición en los textos originales y arte pedagógico.
*Fernando Vizcaya es decano de la Facultad de Educación de la Universidad MonteávilaÂ